Libros infantiles, de hoy y de mañana 10
Hoy, para mí, es un día especial. Por una razón en concreto. Porque hoy le toca el turno, en esta selección de Libros infantiles de hoy y de mañana, a una serie que me ha enganchado, que me ha hecho soñar, que me ha hecho investigar, que me ha hecho imaginar, que me ha hecho traspasar miles de puertas, que me ha hecho volver a sentirme un joven que descubría la literatura por primera vez, que me ha hecho, en definitiva, amar por encima de todo ese gran poder que tuvieron los libros en un momento de mi vida como fue la juventud. De seguro os estaréis preguntando, ¿pero, cuál? Dinos qué libros son esos que tanto te han hecho sentir. Pero como ya sabéis siempre, dejaré un poco la intriga para que lo descubráis por vosotros mismos haciendo un simple click en “Leer más”. En mi caso, hoy es el día que, leídos los tres primeros volúmenes, necesito más, necesito otra dosis de aventuras, de misterios, de andar por las letras como si de un joven en busca de un tesoro me tratase. Hoy es un día especial para mí, pero eso ya lo he dicho antes.
Ahora, descubriréis el por qué.
Ulyses Moore. Quizá a algunos de vosotros el nombre no os suene de nada. Es normal. A mí al principio, cuando paseaba por las librerías, sólo observaba los típicos libros que todo el mundo conoce. Pero hete aquí que un buen día, observé en una de las estanterías una colección de libros que me llamaban, que me instaban a acercarme, a coger su primer volumen, “La puerta del tiempo” y querer admirar por encima de todo su edición. Quizá es que yo soy un romántico, pero fue como si mi corazón palpitara y pudiera decirme, sin ningún atisbo de duda, “coge ese libro, no te arrepentirás”. Y quizás tenía que haberlo hecho, pero por aquel entonces no podía permitírmelo, y aunque el deseo era muy grande, tuve que volver a dejarlo donde lo había encontrado. A veces sucede que las cosas llegan en el momento justo, en el momento adecuado, y sabía que más tarde o más temprano, él se volvería a acercar a mí y podría leerlo con toda la tranquilidad que da un sofá y un café bien caliente. Y ese momento llegó en forma de regalo, de un regalo que no agradeceré lo suficiente a la editorial Montena y que hizo que aquel corazón que palpitaba desenfrenado, volviera a hacerlo años después, cuando empecé a leer las aventuras de Jason, Julia y Rick, y cuando fui un aventurero más a las órdenes de un sentimiento único: la pasión por la literatura.
Pero como los regalos nunca vienen solos, resultó que su segundo volumen “La tienda de los mapas olvidados” no sólo hizo crecer mis ansias, mis anhelos casi podría decir, sino que además los enigmas, los misterios, los peligros, hicieron mella en mis uñas, ya de por sí mermadas con el primer libro, cuando me encontraba enfrascado en la lectura y, automáticamente, empezaba a comérmelas como si me fuera la vida en ello. No podía ser: un segundo volumen que era mucho mejor que el anterior, que impregnaba cada página con mucho mayor entusiasmo y que seguía una historia que me había atrapado. Mi interior gritaba que, su autor, Pierdomenico Baccalario, era un maestro, un pequeño maestro que hilaba historias, que creaba mundos, que formaba aventuras, allá donde el papel era una hoja en blanco hacía unos minutos. Y me rendí, me rendí a la evidencia de que sólo un autor de los que yo llamo “de calidad” podía hacer sentir eso a un público joven (y no tan joven, como es mi caso) a pesar de que el tópico es que las segundas partes nunca son buenas. Esta no es sólo buena, esta es magnífica. Y es que, con sus más de doscientas páginas, nos adentramos de lleno en una aventura que debería pasar a la historia como una de las mejores construidas.
Pero hete aquí que cuando yo disfrutaba de un momento de calma, de paz, llegó “La casa de los espejos”, un tercer volumen que me ha dejado con la sensación de necesitar más. Recuerdo que pensé, una vez terminado, “Oh no, no tengo el cuarto volumen en mis manos, esto no puede estar pasando”. Pero sí, lectores, sucedió. Al término de este libro número tres de la colección, las aventuras de Jason, Julia y Rick ya se habían convertido en parte de mí, en parte de mi historia personal, esa historia que le contaré algún día a mi sobrino cuando sea más mayor, y que le enseñaré como se enseña un tesoro que había permanecido escondido durante infinidad de años. Y si de algo estoy seguro es que no voy a quedarme de brazos cruzados, conseguiré los siguientes volúmenes, conseguiré terminar lo que he empezado, aunque ello me cuesta tiempo y el pelo empiece a encanecerme. Porque Pierdomenico Baccalario es un maestro, eso ya lo he dicho, pero ahora añado que es un ilusionista, uno de esos magos que amasa las palabras como pocos saben hacerlo. Su historia me ha cautivado, su historia ha conseguido llevarme por otros rincones, y hacerme entender que la literatura juvenil está muy lejos de estar acabada, que en ella está muy lejos eso de que la última palabra ya está dicha. Necesito más, mucho más, y eso sólo puedo encontrarlo, encontrar sus respuestas, en los siguientes volúmenes que, espero, encontraréis reseñados en un futuro… aún sin determinar.