Libros infantiles de hoy y de mañana 21
Sí, hoy toca abrir un libro infantil de nuevo. Y sí, a mi me gusta porque los libros infantiles me acompañaron de pequeño para que conociera el mundo. Siempre he sido un niño curioso, un niño con el por qué en la boca, un niño que vivía por y para saber, para conocer, para que la curiosidad no matara al gato y sí a la ignorancia. Aunque, por supuesto, yo eso por aquel entonces no lo sabía. Lo único que comprendía es que, con los libros, era capaz de divertirme conociendo cosas que yo hasta ese momento desconocía. Y eso me hacía sentir bien. Tiempo después, cuando ya soy un adulto y el que aprende es otro niño pequeño que trastoca todo lo que toca con sus manos, me siento feliz de poder descubrirle yo esos libros, otros libros, porque lo que él aprenda hoy, será algo que ya sabrá en el futuro. Dos generaciones unidas, cómo no, por los libros.
Yo aprendí a contar junto a mis padres. Ellos iban desgranando, como si fueran ábacos andantes, los primeros números. Del 1 al 10. Y así es como empecé a hilar que los números serían algo importante en un futuro. Pero eso no es lo que suele hacerse. Uno, dos, ¡cucú!, enseña a los niños, al mismo tiempo que les divierte, los números a la vez que les cuenta una historia para que disfruten, para que no piensen que son algo aburrido, algo que no tiene interés ninguno. Ellos aprenderán a contar, aprenderán la vida de algunos animales, y levantarán solapas en un juego continuo en el que descubrir, aprender, ver, sentir, tocar, y después, como siempre, volver a contar, a descubrir, a aprender, porque ellos no pueden dejarlo en sólo una vez, sino que lo hacen una y otra vez, sin descanso, haciéndolo además con un libro tan fantástico como este que hoy os traigo (Para lectores de 3 a 5 años)
Pero como no sólo de números vive el hombre, y mucho menos los niños pequeños, aparece aquí ¿Qué hay dentro?, que nos descubre qué existe dentro de las cosas: de un cohete, de una cueva, de los edificios, a la vez que permite a los niños inventar lo que pueden encontrar en el interior dibujándolo. Y es que, como decía al principio, cuando somos pequeños tenemos la costumbre de preguntar siempre, de tener un por qué pegado a la boca, al estómago, a la garganta, diciéndolo todo el rato, a cada instante, metiendo en más de un lío a nuestros padres. Abrir un libro, con esa magia que se le presupone y que, como no podía ser de otra manera, la tiene, es también contestar a un por qué y si, además, se hace con un libro como este la experiencia solamente puede ser única. Una de esas sensaciones que, según vamos descubriendo cosas, nos vamos encontrando con más interrogantes y con más ganas, si cabe, de saber y conocer. (Para lectores de 7 a 9 años)
También están los dinosaurios, el pasado que lo llaman, y la Historia que nos ha llevado a donde estamos ahora. Con Trazopedia: dinosaurios viajaremos al mundo de los animales prehistóricos más conocidos y descubriremos cosas que no sabíamos hasta ahora. Y todo eso, aderezado con la posibilidad de dibujar, de crear, de seguir imaginando, mientras la información va ganando terreno en nuestra mente y conociendo que aquellos seres vivos fueron especiales para nosotros. Puede que no lo parezca, pero es más importante de lo que nos creemos. Además, ellos tienen un magnetismo para los niños que pocas cosas lo tienen en esta vida, así que hay que darles lo que piden, lo que necesitan, lo que les divierte. ¿Por qué no hacerlo si, junto a la educación, junto al aprendizaje, lo que hacemos es insuflarles un montón de imaginación en esas pequeñas cabecitas que giran y giran y giran y no se detienen nunca? Porque de lo que aquí se trata es de disfrutar, así que ¡adelante! (Para lectores de 7 a 9 años)
Y al final, porque todo termina, lo que yo estoy haciendo en estas reseñas es compartir con vosotros la información que yo conozco. Así que, ¿cómo no iba a aparecer un libro aquí que tratara de eso mismo, de aprender a compartir? En ¡Esto es mío!, seremos testigos, y podremos contárselo a los más pequeños, de cómo un niño lo quiere todo para él, para darse cuenta que compartir es algo extraordinario. Cuando somos pequeños creemos que todo tiene que ser para nosotros, y sólo para nosotros, y nos olvidamos de lo importante que es que los demás disfruten con nosotros de lo que poseemos. Así que, cuando aparezca ese egoísmo, ese quererlo todo para nosotros, abramos este libro, enseñémoslo, y después disfrutemos de la capacidad de compartir que todos tenemos que practicar y, sobre todo, nunca olvidar. (Para lectores de 7 a 9 años)