Libros infantiles de hoy y de mañana 22
Me gusta leer, lo hago siempre, y comparto mis lecturas siempre que puedo (y me dejan). Sólo hay una persona que no me llama pesado y es un niño, un niño pequeño que se asoma por aquí a veces, mi sobrino, porque a él le gustan tanto como a mí los libros, a pesar de que él todavía no entiende demasiado lo que significan. Pero como sé que es una cuestión de tiempo, de simple tiempo, yo sigo recopilando lecturas porque me interesan, porque quiero que en un futuro él pueda ver que lo que hay en los libros infantiles es uno de los mejores puntos de partida para seguir un camino que lleve a la ausencia de ignorancia. No sé si con el caos que existe hoy en día en el mundo será todo lo feliz que debiera. En cualquier caso, yo sigo regalándole libros como estos que os traigo hoy, porque siempre tiene que haber un momento para empezar a soñar.
Hay momentos en los que nos encontramos con varias historias que tocan una fibra, que hacen saltar un resorte que teníamos tan atorado que lo importante es, simplemente, que aparezcan. Una de ellas, de las cuatro que hoy traigo, es El señor H que nos descubre las aventuras de un hipopótamo que consigue salir de su cautiverio pero ante el que ninguna persona se sorprende de ver en libertad. Ese podría ser el resumen, pero hay mucho más, que intuyo que tenéis que descubrir al abrir el libro, o que lo abran los niños que os rodean. Quizá yo no sea objetivo. Me encanta el autor, Daniel Nesquens que imprime tanta visión personal en sus historias que es imposible que no caigamos en sus redes. Pero los niños lo disfrutan, al menos esa es mi experiencia. Lo leen, lo saborean, lo cierran y después, como si fuera una rueda que nos hace girar y girar, volvemos a leer. Una gran oportunidad para llevarnos algo para siempre (Para lectores de 7 a 9 años)
Yo, tras muchos años de ignorancia, he descubierto que Astrid Lindgren no sólo es la autora de Pippi Calzaslargas. Y lo he descubierto gracias a esta edición de Sushi Books, que se están convirtiendo en una editorial que me trae hallazgos que merecen la pena. Todos y cada uno de ellos. Los niños de Bullerbyn es lo que la diversión a la infancia, algo imprescindible. Hay un instante en las lecturas en el que uno se va preguntando cómo es posible que no nos hubiéramos encontrado con algo así antes. Pero como no hablo por mí, que también, sino que lo hago para los pequeños de la casa, lo más importante es que abran este libro, que lean, que descubran a Lisa, Britta, Anna, Lasse y demás compañeros de aventuras, teniendo la suerte de descubrirlos por primera vez. Después, querréis leer mucho más. Palabra de lector. (Para lectores de 8 a 10 años)
De acuerdo, lo reconozco, yo soy un fiel seguidor de Combel. Aquí habréis visto en más de una ocasión alguno de sus libros, pero es que no lo puedo evitar. Parecen conocerme, y editan libros que son un auténtico tesoro. Mishiyu es una joya. Podría decir algo más, extenderme, alargarme demasiado y que vosotros al final os aburrierais. Pero aquí tenemos la historia de una niña en un orfanato que tiene que vivir una vida nueva, y que hace que suspiremos a cada paso, a cada página. Ay, qué bien que un libro, sea para jóvenes o para adultos, nos haga sentir así. Qué agradable es sentirse emocionado por un libro como éste. Qué emocionante es seguir leyendo, una y otra vez, esta interesante historia que me hace contener las lágrimas, pero no de tristeza, sino de la alegría que me da haberme topado con este libro. (Para lectores de 7 a 9 años)
Hablé de esta colección en otra reseña, pero he vuelto a caer porque a mi sobrino, cuando le enseñé el primer número de la colección, lo disfrutó como si no hubiera un mañana. Sherlock Tópez y la culebra atrevida sigue las mismas normas que sus otras historias, así que es una apuesta segura para todos aquellos que busquen aventuras, que quieran aprender a leer y conocer palabras nuevas, que les guste reírse, este es su libro. O cualquiera de ellos, pero yo he elegido este por mera cuestión sentimental, porque él, el niño que me desvela y que corretea siempre a mi alrededor, quedó encantado cuando terminó este cuento y cuando, de nuevo, me pidió volverlo a leer porque quería ver si se le había escapado algo. Aunque en realidad fue él el que me lo contó porque ahora, ya, se lo sabe de memoria.