Liquidación

Liquidación, de Imre Kertész

liquidacion - imre kertesz

Una novela desoladora y kafkiana que retrata la sinrazón y la brutalidad humanas a través de las huellas que dejan en sus víctimas.

Cuando, atendiendo a la llamada de una amiga común con una mezcla de sorpresa e intriga, Kerserű acudió al apartamento de Bé, lo que menos esperaba encontrar era que su amigo se había suicidado.  Tras sobreponerse a la conmoción inicial que le produjeron tanto la vista del cadáver y como la presencia de ella en el lugar, lo primero que se le ocurrió, siendo su amigo escritor y él su representante y editor, fue poner a salvo sus manuscritos.

Este impulso puede parecer extraño, pero no hacía mucho que había caído el régimen comunista en Hungría y Kerserű, como el resto de la población, aún conservaba los miedos y las precauciones adquiridos durante los años de represión.  También la policía seguía fiel a los métodos paranoides del antiguo régimen y era probable que se les ocurriera retener los papeles de Bé por algún motivo irracional y absurdo; sea como fuere, lo seguro es que desaparecerían entre los engranajes de la colosal burocracia del país.

Así que, haciendo acopio de la poca entereza que le quedaba, Kerserű huyó con los manuscritos de su amigo con el propósito de publicarlos, algo que desde hace años intentaba con tanto empeño como el que ponía Bé en impedirlo.  Pero si las emociones del día habían sido intensas, las carpetas que con tanto celo ocultaba le iban a deparar una sorpresa aún mayor.

Entre los papeles de Bé no estaba su gran novela inédita, aquélla de la que nadie sabía nada pero de cuya existencia Kerserű estaba firmemente convencido.  A cambio apareció una obra de teatro ya terminada, titulada Liquidación y protagonizada por Kerserű, Bé y el resto de su círculo de amigos y compañeros.  Para espanto del editor, la obra comenzaba con un desorientado Kerserű poniendo a salvo los manuscritos de su amigo Bé, que se ha suicidado en su apartamento.  A partir de esa escena, el manuscrito de Liquidación continuaba describiendo fielmente y con todo detalle los acontecimientos, e incluso los diálogos, que habían de suceder en los siguientes años.

Una obra literaria que anticipa los sucesos que han de acontecer en el futuro no es una idea precisamente original.  También es un argumento recurrente la angustia del individuo que de repente se ve convertido en un personaje y comprueba que su vida ya ha sido relatada por otro.  Consciente de eso, Imre Kertész no se recrea en el juego de espejos de la obra de Bé y la realidad (su propia obra), ni siquiera hace de él el tema central de Liquidación.  Por el contrario, el paralelismo entre el argumento de la obra de teatro y la realidad cotidiana es asumido con naturalidad y resignación por los personajes, acostumbrados a someter sus vidas al imperativo de lo absurdo tras años de dictadura.

Además, Kertész sitúa el tiempo presente de su libro años después del suicidio de Bé y del hallazgo del manuscrito, cuando la obra de teatro ya ha finalizado y todo lo escrito en ella se ha cumplido.  Ahora Kerserű se encuentra sumido en una profunda crisis; después de vivir dentro de una obra de teatro, ya no es capaz de distinguir con claridad la realidad de la ficción.  ¿Realmente Bé fue capaz de predecir con tal exactitud lo que iba a suceder tras su desaparición?  ¿Lo dispuso todo de manera que sus amigos no tuvieran más remedio que comportarse como él quería que lo hicieran?  ¿Es posible que todos ellos, tras leer la obra, quedaran atrapados de alguna manera y se convirtieran en personajes?

Y lo que más angustia a Kerserű: una vez terminada la representación, ¿qué viene ahora?  Kerserű y sus amigos habían vivido hasta en ese momento bajo un régimen en el que lo que no estaba prohibido era obligatorio, sometidos a reglas tan omnipresentes e ineludibles como la ley de la gravedad, pero arbitrarias e incomprensibles.  Tras la dictadura, Kerserű se aferró a la obra escrita por su amigo como a un oráculo cuyo cumplimiento era la única certeza existente.  Pero las mismas páginas que le sirvieron para cubrir el abismo que se abría ante él terminaron por excavar a sus pies otro aún más profundo.  La falta de libertad asfixia el alma del hombre, al mismo tiempo que le vuelve dependiente y vulnerable.  Como el que ha sufrido un largo cautiverio, las secuelas tardan años en recuperarse, si es que lo hacen.  En ese sentido, la existencia como personaje de una obra literaria, condicionado por el argumento de la narración, funciona en Liquidación como una metáfora del sometimiento a tiranías reales.

Pero si la angustia vital de Kerserű era grande, la de Bé fue, a lo largo de su vida, aún mayor.  A partir del legado del escritor, mientras buscaba la mítica novela perdida, Kerserű pudo reconstruir su biografía, de la que en realidad sabía muy poco hasta entonces, y descubrir que Bé había pasado por una prisión aún más cruel y demencial que la dictadura, una cárcel de la que nunca llegó a escapar del todo, que arruinó su vida y le condujo a la muerte: Auschwitz.

Bé sobrevivió milagrosamente al campo de exterminio –al igual que Kertész, que estuvo internado en Auschwitz y Buchenwald en su adolescencia–, pero su alma quedó mutilada por la culpa: nunca perdonó al mundo por semejante aberración ni se perdonó a sí mismo por sobrevivir a ese horror.  En un intento desesperado por librarse de la culpa, convirtió su existencia en su campo de concentración particular donde infligirse a sí mismo el castigo como un científico demente se inocula un veneno en busca del antídoto.

En los últimos meses he leído varios libros escritos por autores procedentes de Europa Central y del Este, más o menos contemporáneos de Kertész.  A pesar de las diferentes temáticas de cada título y de los distintos estilos de cada autor, en cada texto eran claramente perceptibles las huellas de la guerra y el Holocausto primero y de los totalitarismos después.  Entonces vino a mi memoria Liquidación.  La había leído en 2004, un par de años después de que Kertész fuera galardonado con el Nobel de Literatura.  Recuerdo la gran impresión que me produjo la manera en que el autor retrataba la sinrazón y la brutalidad humanas a través de las huellas que dejaban en las víctimas que, a la postre, eran toda la sociedad.

Liquidación no ha perdido su fuerza; sigue siendo el texto tenso, desolador, kafkiano y cruel que recordaba.  Kertész explora en él las mil formas en que la falta de libertad y la persecución afectan a las personas y las marcan para siempre con cicatrices a veces invisibles, pero que, todas juntas, son los barrotes de una inmensa cárcel.  Sus personajes, como presos que tras cavar un túnel con sus manos desnudas para escapar de su encierro descubren desolados que al final del pasadizo les espera una nueva celda, nos obligan a reflexionar sobre si en realidad somos tan libres como creemos o si, por el contrario, la variedad de prisiones es tan amplia que ya no las vemos.

Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es

7 comentarios en «Liquidación»

  1. De este autor sólo he leído Sin destino y hace ya unos añitos. Me encantó. Contada desde una forma totalmente objetiva, sin sentimentalismos, sin caer en pretender la lágrima fácil, el autor logra conmoverte. Así que me apunto esta obra que citas, que por tu reseña, promete ser tan buena como Sin destino.
    Besotes!!!

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  2. Así es, Kertész es capaz de transmitir el horror de Auschwitz sin mencionar lo que sucedió allí. No hay ninguna concesión a la truculencia o el sentimentalismo.
    Ya me contarás qué te pareció “Liquidación” si la lees, Margarita; yo tengo pendiente “Sin destino”.
    Gracias por tu comentario.

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  3. Qué interesante el libro y qué genial tu reseña; escribes muy bien, sin lugar a dudas; la verdad es que me dieron ganar de leer el libro, de un autor que desconozco totalmente; te mando un saludo!

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  4. Kertész es un autor muy representativo de la literatura de Europa del este durante el siglo XX. Si te gustan ese tipo de libros, te gustará “Liquidación”, o “Sin destino”, su obra más conocida.
    Gracias por tu comentario, Roberto.

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