Lo que no está escrito, de Rafael Reig
La historia que contamos también nos cuenta a nosotros nuestra propia historia, lo que no queríamos saber de nosotros mismos. Y así, en palabras de Rafael Reig es cómo, mientras hablamos, mientras escribimos en alguna hoja en blanco que aparece entre nosotros, vamos describiendo lo que nos ha sucedido, lo que recordamos, imprimiendo además todo aquello que no queremos contar, lo que podemos leer entre líneas pero que nos guardamos para nosotros en la intimidad. Porque, autores de nuestra propia vida, nos enfrentamos constantemente a momentos, recuerdos, instantes. Todo aquello que permanece en silencio. Todo aquello que es, como en este novela que os presento, “Lo que no está escrito”
Cuatro personajes que están unidos por un fino hilo: Carlos, un padre que intenta por todos los medios recuperar a su hijo; Jorge, un niño en medio de la relación de sus padres; Carmen, una madre a la que los remordimientos no le dejan respirar y Riquelme, un personaje de novela que, a través de las palabras de su autor, compone aquello que las otras tres voces de esta novela han callado siempre, y que no estaba escrito.
Novela dentro de una novela. Siempre he admirado la capacidad de los escritores por contarnos una historia novelada dentro de la propia historia que cuentan. Rafael Reig no sólo consigue escribir una novela redonda, una suerte para los lectores que van desentrañando la vida la de los personajes como si estuvieran desmadejando la lana que supondrá un calor que ya teníamos olvidado. Todos y cada uno de los personajes que aparecen en “Lo que no está escrito” son caras de un mismo prisma que nos enseñan diferentes partes de una historia en la que sus protagonistas han callado demasiado, han guardado tanto dentro que, cuando sale a la luz, cuando ya todo está sobre la mesa, tiene que explotar sin remedio. Pero no sólo se trata de una novela de silencios que se convierten en palabras. Aquí lo que se nos presenta es una rendición, una resignación ante lo que nos ofrece la vida; un retrato sobre la familia que, después de muchos años, ha permanecido encallada en un mismo puerto sin saber qué rumbo tomar después del descanso necesario. Y la venganza, esas pequeñas venganzas que se incrustan en el corazón por el dolor, por el rencor que trae de la mano a veces el amor hacia los nuestros. Porque Rafael Reig me ha parecido uno de esos escritores que saben tocar la tecla exacta para que no pierdas interés en la historia, que te cuenta de una manera certera lo que debes saber sin añadir ninguna floritura innecesario, sin irse por las ramas, a pesar de que lo que esté contando sea duro de leer, de digerir. Y no tener tabúes para hacerlo, eso para mí, merece todo el respeto y la admiración del mismo.
“Lo que no está escrito” se presentó ante mí como una casualidad, como una de esas primeras novelas que escogía de un autor del que había oído hablar, pero al que nunca le había hincado el diente. No sólo he conseguido digerir en mi estómago de lector una gran historia, sino que, además, ha hecho que quiera conseguir más novelas, más historias, más relatos escritos por Rafael Reig para entender, si es que tengo que hacerlo, qué es aquello que no escribimos pero que intuimos sin necesidad de leer siquiera una letra.
Porque, ¿quien no ha escuchado alguna vez, quien no ha dicho alguna vez aquello de “valgo más por lo que callo que por lo que hablo? Al fin y al cabo, ¿no es una verdad simple, pero llena de peligros?