En Lo que sembramos, Regina Porter nos transporta a Estados Unidos y hará saltos temporales desde la década de los cincuenta hasta 2010, con Barack Obama en la Casablanca. Porter nos llevará a un Estados Unidos en el que nos presentará a un entramado muy complejo de personajes. Sin embargo, la complejidad no se halla solamente en la misma personalidad de los mismos, si no más bien en el árbol genealógico que la autora crea, uniendo extraordinariamente varias familias y generaciones.
Mientras leía Lo que sembramos he tenido principalmente dos pensamientos: el primero, a pesar del resumen del elenco de personajes al inicio de la novela, reconozco que me estaba costando seguir el hilo de las historias en el tiempo y especialmente, retener la relación entre ellos y la conexión que guardaban. Y en segundo lugar, hacia la mitad de la historia me di cuenta de lo mucho que me interesaban ciertas historias (ya digo, hay muchas) mientras que perdí el interés en otras tantas. Aun así, a pesar de que personalmente la autora haya captado mi atención o no con ciertas tramas, debo reconocerle el gran trabajo de documentación que hay detrás y especialmente, la cantidad de temas que trata y lo necesario que es darles voz en la literatura. Así pues, Regina Porter nos presenta dos familias: una negra y otra blanca, las cuales en un momento a lo largo de las décadas se unen mediante el matrimonio de Claudia Christie y de Rufus Vincent, quienes se conocen en la universidad y ahora en la cuarentena, padres de dos gemelos y a partir del acontecimiento que sucede con uno de éstos, empiezan a notar un amor algo más dubitativo. Prefiero no contar demasiado sobre las tramas, ya que siento que por su gran número me quedaría una reseña algo caótica, además de que tengo la sensación de que destriparía cualquier detalle importante de las mismas, pero sí que me gustaría comentar que a mí personalmente la historia que más me ha interesado y atrapado es la de Eloise Delaney (y junto la de Eloise, la del amor de su vida, Agnes). Eloise, mujer afroamericana y lesbiana, sueña con ser aviadora. Asimismo, se ve muy pronto abandonada del amor y cuidado de sus padres alcohólicos, sumida en la pobreza. La familia de Agnes la rescatará de esa situación y entre ellas, una vez superada la barrera de indiferencia por parte de Agnes, nacerá un amor complicado, correspondido pero no correspondido al mismo tiempo. Eloise me pareció un personaje muy interesante: atormentada y desgraciada, pero increíblemente valiente e inspiradora. La verdad es que no me hubiese importado para nada que toda la novela se centrase en ella.
El punto fuerte de esta novela y que por el mismo recomendaría su lectura, es la gran variedad de temas que trata, tal y como antes comentaba. Éstos son muy varios y de muy diversa naturaleza: la salud mental, el racismo, la homosexualidad, la diferencia de clases sociales, los traumas, el abandono del hogar, las infidelidades y su impacto, la relación entre padres e hijos, entre muchos otros. Probablemente la singularidad de esta novela radique tanto en la estructura que al principio he comentado (esos saltos en el tiempo), como en el hecho de que Regina Porter con su historia haga un fiel reflejo de la sociedad estadounidense, desde las clases medias altas, hasta aquellas más desfavorecidas, a lo largo de las décadas. De algún modo, mientras leía esta historia, sentía que Regina Porter sabe analizar muy bien, comprender, captar. Además, en relación a ese mismo reflejo, me di cuenta de que la autora con esta novela de algún modo plasma la insatisfacción y la frustración como modo de vida: independientemente de la clase social, de tus logros, de tus triunfos, parece ser que nadie está libre de escapar de éstas, todos y todas podemos ser víctimas de ello.
Por lo tanto, a quienes les gusten las novelas intimistas, con saltos en el tiempo de varias generaciones, que hablen de historias familiares, de sus vidas cotidianas, este libro puede ser una buena opción. Porter ha hecho un magnífico trabajo de documentación histórica, y especialmente, ha sabido entender muchas voces y muchas vidas, plasmándolo así en estas páginas.