Hay personajes que desconoces. Que aparecen de repente y te dices a ti mismo: “mierda, ¿por qué yo no conocía de su existencia?”. Algo así me ha sucedido con Lobezna: cuatro hermanas. Me considero un seguidor de los cómics de Marvel o, al menos, un seguidor que aunque ha empezado tarde su andadura por el universo de los superheroes, intenta encontrar en alguno de sus cómics, historias que le permitan conocer mucho más de lo que nos pueden proponer alguno de sus creadores. Y ya lo he dicho en más de una ocasión pero lo vuelvo a repetir: no suelen gustarme sus adaptaciones cinematográficas. Tiendo a aburrirme sobremanera y al final acabo cogiendo un poco de manía a todos esos personajes que aparecen y desaparecen, según los designios de algún director de renombre, de la pantalla. Pero de vez en cuando, en ocasiones que ni yo mismo me había planteado, me descubro a mí mismo pasando las páginas a toda máquina y disfrutando con una historia de acción que, si bien no es una obra maestra, es muy posible que tampoco lo pretenda y que lo único que prefiera sea ponernos las bases de aquello que está por venir. Decía al principio que hay personajes que desconocer, que han aparecido en algunos arcos argumentales pero que para ti han pasado desapercibidos sin darles una mayor importancia. Lo importante de todo esto es que, tras varios años de andanza marvelita, ahora resulta que es el momento de encontrármelos y disfrutar de ellos. No sé a vosotros, pero a mí, me vale.
Empecemos, por tanto, por los aspectos positivos de Lobezna: cuatro hermanas. En primer lugar, estamos ante una historia de acción pura y dura. ¿La excusa? Cuatro clones de la misma Lobezna están campando a sus anchas por el mundo y le toca a nuestra heroína detenerlas. Pero como en cualquiera de los argumentos a los que nos tienen acostumbrados en Marvel, las cosas no son lo que parecen. Hasta aquí, todo perfecto. No pretendía que me enseñaran una historia llena de filosofía y de conocimiento interno del personaje y, es más, lo prefiero. Ya desde la misma portada podemos intuir lo que nos vamos a encontrar y el cómic no defrauda. En segundo lugar, las apariciones de otros compañeros de batallas. Llamadme simple, pero a mí me encantan estos momentos en los que descubres a algunos de tus personajes favoritos, aunque la razón por la que lo hagan sea un poco cogida por los pelos. Doctor Extraño, Avispa, Maria Hill, Lobezno. Todo un elenco que, si bien no translucen la importancia que podrían haber tenido, a mí me han hecho pasar un rato entretenido – en concreto la parte del Doctor Extraño que me parece tan llena de poco sentido que es una maravilla -. Por último, que la historia no se toma en serio a sí misma en ningún momento. ¿Es eso malo? Para mí no. De hecho, lo he preferido en toda la lectura. Las escenas de acción, el argumento, el final, todo se une para conformar una historia que es simplemente acción, ritmo rápido y ninguna sensación de estar ante algo trascendente. Estamos ante entretenimiento, y eso a veces se agradece.
Pero de la misma forma que hay aspectos positivos, los hay negativos. No sé muy bien cuáles son las razones – ya he dicho al principio que soy un admirador de los cómics un poco tardío – pero se nota en la ejecución del dibujo una irregularidad que, a veces, hace que el conjunto desentone. Y suele suceder que la combinación entre dibujo y texto es el puntal en el que hay que apoyarse para poder disfrutar de una historia en su globalidad. Lobezna: cuatro hermanas tiene un dibujo correcto, eso es todo. Pero a veces se hubiera agradecido una mejora en su forma de presentarnos la historia, una mayor espectacularidad, sobre todo teniendo en cuenta que la acción, en este tipo de publicaciones, piden que el lector se vea a sí mismo abriendo los ojos ante el despliegue de medios. La contención nunca es buena, y menos en estas situaciones.
Por tanto, de personajes desconocidos que se presentan como harto interesantes de cara a seguirles la pista y poder saber más de lo que ha sido su existencia en esto del universo cambiante – a veces hasta el extremo – de Marvel. Una historia que no pide mucho al lector, pero que termina por divertirle. Como si estuviéramos ante una película de acción con la que, al terminar, puedes decir: no me ha cambiado la vida, pero la adrenalina al menos me la ha removido. Yo, si se me permite, compro. Y lo compro absolutamente todo.