Lobos de Arga, de Migoya, Rubén, Man y Carlos
Ya tenía ganas de hincarle el diente a éste Lobos de Arga, de la editorial Glenat (ahora renombrada Editores de Tebeos). A pesar de oir voces, creo que en mi cabeza, decirme – e incluso gritarme la más osada- que no me equivocara, que eran hombres lobo y no vampiros me mantuve firme en mi decisión. Y es que desde que vi el trailer de la peli protagonizada por Gorka Otxoa (el Pagafantas que saltó a la fama gracias a Vaya Semanita) y Carlos Areces (hombre chanantísimo donde los haya) supe que tarde o temprano acabaría viéndola. En un lado de la balanza estaban los actores, pero en el otro estaba la peligrosa mezcla -que tan pocas veces sale bien-, de terror y humor. Además tampoco soy mucho de hombres lobo, así que estaba en una indecisión. Ahora sí, ahora no… Pero al enterarme de la existencia del cómic, y con el motivo añadido de darles en los morros a esas voces de mi interior, decidí leer primero éste y si me convencía pagaría una entrada de cine actualizada ya con un escandaloso IVA del 21%.
A todo esto, ni siquiera he comentado de qué va. La anteriormente mencionada marquesa es víctima de una maldición por la que su hijo se convertirá en hombre lobo al cumplir diez años. Esto ocurre entre 1910 y 1920, cuando las cosas eran en blanco y negro y/o sepia. En la actualidad Tomás, último descendiente varón de la marquesa, es un joven escritor que ha tenido un relativo “éxito” con su primer libro y regresa a Arga, el pueblo en el que pasó su infancia, para asistir al homenaje que le dedican sus paisanos. Pero las intenciones de las buenas gentes de Arga no son muy correctas y sólo le han dorado la píldora para atraerle a Arga y acabar con la maldición del hombre lobo sopena de desencadenar otra aún peor.
Aclarado el argumento, lo mejor de Lobos de Arga son sin ninguna duda los diálogos entre Tomás y su amigo de la infancia (a los que yo no podía dejar de imaginarlos con los rostros de los actores. Son las des/ventajas de leer el cómic a “éstas alturas de la película”).
La atmósfera creada desde el inicio es ideal, la típica pero no por ello menos deliciosa que te prepara para saber que algo va a pasar, que el ambiente es raruno, que todos te miran… Todos sabemos que se cuece algo en ese pueblo. Todos salvo el prota, claro, aunque tampoco transcurre mucha historia cuando al fin comprende todo. Y ese es el punto álgido. El momento de mayor tensión. Llegados a él se caen las caretas y sólo queda correr, esconderse… Salvar el pellejo, vaya.
El dibujo es claro, limpio y muy correcto. La sangre fluye libre y conviene prestar atención a algunos detalles, como la lápida en el cementerio con los nombres de Calisto y Melibea, o la aún más curiosa: el guiño a “Kiss Comix” (revista española de cómic erótico que dejó de publicarse el año pasado tras 20 años de existencia –aunque parece que un año después va a resurgir- y en la que Man y Migoya publicaron trabajos).
Un cómic que aúna el clasicismo de éste tipo de historias con la modernidad y el humor y del que no sale para nada mal parado. Casi diría que el elemento de terror es la excusa perfecta para desarrollar con éxito el humor.
Para acabar sólo diré que recomiendo su lectura si se quiere pasar un buen rato, echarse unas risas y atreverse a dar una vuelta de tuerca a un género clásico desde un enfoque humorístico. Además, que el director de la película haya quedado encantado con la adaptación sin duda es una buena señal.