Bienvenidos de nuevo a este terrorífico paseo más allá de la Puerta Negra, en las cavernas bajo Lovecraft. Después de reseñar el primero de los lujosos tomos integrales que Panini ha sacado recopilando la obra de Joe Hill y Gabriel Rodríguez, ha llegado por fin la hora de volver a cruzar el umbral para conocer el final de esta espectacular novela gráfica. Al igual que pasara con el primer tomo, en éste se recogen los tres últimos arcos argumentales completos que ponen fin a la trama: “Las Llaves del Reino”, “Mecanismos de Relojería” y “ Alfa y Omega”.
En esta ocasión vamos a conocer muchas más cosas sobre las misteriosas llaves a través de pequeños viajes al pasado de la familia Locke. Conoceremos a Ben Locke, un joven herrero que ocupa La Casa de las Llaves en los tiempos de la Guerra de la Independencia estadounidense y quien, de alguna forma, tendrá un papel determinante en el futuro de todos sus descendientes. También conoceremos el pasado de Rendell Locke y el momento en el que este tiene su primer contacto con las llaves y con la Puerta Negra que se encuentra en las cuevas cercanas a la mansión, un momento que maldecirá durante el resto de su vida.
No creo que exagere demasiado si digo que Locke & Key es una de las mejores series independientes que ha dado el cómic americano en los últimos años. Una serie fantásticamente planteada, con una estructura muy estudiada y sin perderse en números de relleno. La extensión de la obra (más de mil páginas) es perfecta para presentar la historia, sus personajes, hacerlos evolucionar y plantear un desenlace espectacular, coherente y a la altura del resto de la obra. El trabajo tanto de Hill como de Rodríguez es brillante por momentos con pinceladas de absoluta genialidad. Hay capítulos en los que gráficamente cuesta mucho avanzar porque te quedas embobado con la propuesta del dibujante.
Y hablando del dibujo, el trabajo de Gabriel Rodríguez, un artista prácticamente desconocido hasta el momento en el que se hizo cargo de los lápices de esta serie, es sencillamente espectacular. Sigue haciendo gala de un trazo no excesivamente fino pero el detalle, la expresividad y la elegancia de la que dota a sus personajes es precisamente el complemento ideal para el trabajo de Hill. Rodriguez hace una apuesta en este tomo por un uso más indiscriminado del color, hecho que sin duda hace que el lector disfrute de una manera mucho más primaria de las numerosas escenas a toda página que guarda este tomo.
El ritmo es trepidante. Todas las líneas paralelas corren con igual interés, a una velocidad de vértigo. El final es tan brillante como coherente, dejando un fantástico sabor de boca. Los conflictos se resuelven con inteligencia y deja al lector satisfecho. Contiene la intensidad de las grandes historias sin adolecer de falta de profundidad. De nuevo Hill hace una gran puesta en escena de todos los matices emocionales que tiene esa fase tan complicada de la vida a la que llamamos adolescencia, dándonos gotas de envidia, amor no correspondido, egoísmo, sueños imposibles, Shakespeare y llaves mágicas.
Son muchos los momentos a destacar dentro de las páginas de este tomo. Yo, sin duda, me quedo con el episodio en el que se recrea un momento mítico de Carrie. Este homenaje de Hill a la primera novela y adaptación al cine de una obra de su padre, es simplemente maravilloso.
No quiero cerrar esta puerta sin decir que la edición que ha hecho Panini de esta obra es una auténtica delicia. Además de la encuadernación de lujo y la sobria portada, nos regala un material adicional que nos da una información que empuja a releer la novela. Ahora sí, es hora de cerrar la última puerta y aunque los oxidados goznes de metal griten a viva voz que tras su umbral quedan aún muchas historias por desvelar, solo me queda girar la cerradura y lanzaros la llave. Si habéis llegado hasta aquí, ya sabéis qué tenéis que hacer con ella.