Reseña del cómic “Locke and key. The golden Age”, de Joe Hill y Gabriel Rodríguez
Si algo está cerrado (Locke) es que puede abrirse (Key). Con esta premisa, Joe Hill ha creado un mundo tan siniestro como bello alrededor del símbolo de las llaves. El entendimiento humano, que diría Hume, funciona mediante puertas que se abren y se cierran. Sinapsis o redes neuronales que dirían ahora. En ambas cosmovisiones es necesario contar con la clave, origen etimológico de “llave”. En los primeros tomos de Locke&Key Joe Hill presentó los poderes de cada una de ellas, desde desaparecer, corporalmente hablando, al cruzar una puerta hasta provocar la muerte.
En este nuevo cómic llegas a La edad dorada, The Golden Age, de la familia. Un delicioso crossover con Sandman que no puedes perderte. Ya desde la misma presentación es sublime. Gabriel Rodríguez vuelve a mostrar su maestría en páginas como la primera cena con las sombras, que están a su servicio, alrededor de los personajes protagonistas. Y es que los sueños y las pesadillas son la misma cosa y la inversa. Si puedes imaginar viajar hasta la luna, entonces comprenderás perfectamente que haya una llave que la abra como si de una puerta se tratara, que conduce a las bambalinas de este mundo. Porque tu existencia, como la mía, no es más que puro teatro.
Ahí resuenan los ecos “ochenteros” que atraviesan también la obra de genios como David Lynch: “todo está grabado, no hay orquesta” que declamaba la “prota” de Mullholland Drive. Sandman es el señor de Sueño y de “todo lo que puedas imaginar”, como le recuerda “Campo de Violín” a la joven de la familia Locke. Debido a haber tomado malas decisiones ella se ve en la obligación de ir a buscar a su hermano “autocondenado” al infierno, tras matar sin intención a su madre. Así descrito pudiera parecer que es una mala trama de enredo, asesinatos y venganzas.
Pero si conoces el universo Sandman o las anteriores obras de Joe Hill, sabrás que la tela de araña de la realidad está mezclada con la fantasía, siempre transgrediendo los límites de la razón. Estos cómics de hecho, te sitúan más cerca de la locura que de las aventuras. Y gracias a esa manera de forzar la verosimilitud abres las puertas de la percepción. Las cuestiones morales de fondo, por ejemplo en la lucha con el Corintio, donde la crueldad y la sabiduría compiten por la victoria, siempre aportan valor a la narración.
En este Locke and Key, las llaves son herramientas que disuelven enigmas o atraviesan el tiempo hacia épocas bélicas. Precisamente, esa es la misión de los Locke, evitar que caigan en malas manos que las conviertan en armas. Porque como el cuchillo o las tecnologías, todo depende de quién las use y para qué. La muerte puede ser el consuelo de una mala vida. Así es presentada la hermana de Morfeo en sus cómics. Sin embargo en la familia Locke, los seres queridos del padre van cayendo sin que él pueda evitarlo, por más que sea su objetivo en la vida, junto con vigilar las llaves.
Finalmente, todas las pasiones humanas están representadas en Locke and Key. El deseo de ver a los muertos invocándolos desde el más oscuro pozo aunque esto te duela hasta matarte. La voluntad de poder hasta para enfrentarte contra el mismo Lucifer si con ello satisfaces la última voluntad del padre. Las lágrimas vertidas por la tragedia inevitable al ver sufrir a tu familia y no saber cómo cambiar el rumbo de los acontecimientos. Lo que siempre he adorado de Gaiman, y su estela, está de nuevo en este cómic. El guion y el dibujo despertarán en tu lectura asco, miedo, ternura y entusiasmo en la misma viñeta. Y eso, solo lo logran los magos.