Es esencial conocer a Lorca, leer a Lorca, querer a Lorca. Se lo debemos. Le debemos toda la pasión y todo el reconocimiento porque la historia no fue justa con él. Y es, permítanme decirlo, una auténtica mierda que Lorca nos fuese arrebatado tan pronto. Pero, por otra parte, sus obras son el mejor legado, son su carta de presentación, su “aquí sigo, no pudieron conmigo”. Claro que no pudieron con Federico García Lorca. Lorca siempre estará con nosotros. Siempre va a ser esencial, por ello este libro se titula también Lorca esencial.
Tengo varios poetas predilectos y uno de ellos es Lorca. Creo que en mi top ten (qué manía me ha dado últimamente por hacer listas), Federico García Lorca, Miguel Hernández y Ángel González estarían en los tres primeros puestos. Es que, amigos, lo que ellos hacen es POESÍA. Eso es hacer magia con las palabras, retorcer el lenguaje, y exprimir de él toda la belleza. Como lectora me encantan. Como poeta me aterran. ¿Por qué? Pues me pasa que cuando leo sus poemas pienso que yo nunca podré escribir algo tan genial. Y esa, amigos, es otra maldita manía mía. No sé qué hago queriéndome poner a la altura de Miguel Hernández o de Lorca. Tranquilos, no son los humos, son las ganas.
A Lorca lo conocemos todos, lo hemos estudiado, hemos oído o leído algún poema suyo o incluso hemos visto alguna obra suya representada en el teatro. Lorca forma parte de la historia española, de nuestra cultura y tradiciones. Que Lorca fue fusilado en el 1936, justo un mes después de que comenzara la Guerra Civil Española, también lo sabemos. Lo sabemos y nos duele, como nos duelen todos los fusilamientos injustos, todo el dolor que las guerras provocan. La historia es injusta, pero eso también lo sabemos todos.
El poeta estudió en la célebre Residencia de estudiantes de Madrid, un centro donde se concentraba lo más granado de la cultura (presente y futura) española. Algunos de sus compañeros fueron los conocidos Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Lo que os decía: lo mejor de cada casa. Lorca empezó a escribir desde muy joven. Entre los años 1920 y 1921 ya había publicado su primer poemario y había estrenado y escrito varias piezas teatrales. Porque sí, Lorca era poeta, pero también era dramaturgo. Uno de los mejores dramaturgos que hemos tenido. Compartía grupo generacional con la denominada Generación del 27, a la que pertenecían autores de la talla de Jorge Guillén, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Vicente Aleixandre. Entre sus características comunes, este grupo fundía las normas neopopulares con los movimientos de vanguardia. Lorca es, sin duda, uno de sus máximos representantes, pues en sus obras mezcla como ninguno la tradición con la vanguardia.
Tampoco quiero extenderme demasiado en hablar sobre el autor, pero comprenderéis que es necesario. Lorca esencial es una edición de Mauro Armiño, un premiado y reconocido crítico literario. En su prólogo podéis leer más sobre la vida de Lorca, así como encontrar un montón de fotografías interesantes. El libro recoge la obra fundamental de la lírica de Lorca: Romancero gitano y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías completas y lo esencial de Libro de poemas, Poema del cante jondo, Suites, Canciones, Poeta en Nueva York, Tierra y luna, Seis poemas galegos, Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro. Encuanto a su producción teatral, encontramos Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba. Como podéis ver, se trata de un libro muy completo, en una edición muy estudiada y cuidada y con un prólogo igual de interesante.
Las obras de un escritor esencial para entender nuestra cultura se encuentran recogidas en este volumen y es una absoluta maravilla poder tener acceso a ellas tan cómodamente. Un libro que consultaré una y otra vez, volviendo siempre a las sabias palabras de Lorca. Para que no se pierdan, para que siempre estén presentes.