Reseña del libro “Los 13 exorcismos de Salomon Joch”, de Paul Arquier-Parayre
Bueno, bueno, bueno… Segundo libro leído en este 2023 (el primero fue Cenital en su edición ampliada) y segunda buena lectura. Y vaya con el tal Salomon. Un cura con la tira de años, (en realidad, es inmortal desde que fue maldecido ¿o maldito?), que monta en una motocicleta, gasta sombrero de cowboy y luce a juego sotana y botas de montar. Además, es algo pendenciero, le gusta el boxeo, los pulsos, las apuestas, el alcohol y mucho mucho las mujeres:
“Era guapa, esbelta y su cabellera pelirroja sobresalía bajo un sombreo de tela. Llevaba un vestido estrecho que se le arrapaba al cuerpo y dejaba a la vista unos generosos pechos y unas nalgas pretenciosa. La joven no caminaba, desfilaba. Dios, aquella chica era tan guapa que le haría perder la cabeza a cualquier santo. Y yo, de santo, poco, pero me gustaban los pechos. Como sacerdote, tuve que hacer voto de celibato, pero eso de la castidad me costaba horrores.”
Por otra parte, no hay que venirse arriba con el título. Sí, son trece las historias cortas que nos va a narrar el curilla, pero no son todas exorcismos, ni mucho menos. Se las va a ver con toda clase de fenómenos y seres extraordinarios y paranormales: casas encantadas y esfinges que conocen el programa Saber y ganar, reencarnaciones o transmigraciones de almas, fantasmas templarios en busca de sólida y mortal venganza, maestros canteros que no lo son tanto y sí muy sospechosos, sesiones de espiritismo que revelarán antiguos misterios, voluptuosas vampiras bisnietas del mismísimo Drácula dotadas de generoso pecho, barcos con sirenas y zombis, viejas que juegan asombrosamente bien a golf, misas negras e intercambio de vírgenes, curiosos habitantes de las entrañas más profundas de las tierras,… Hasta que, finalmente, conoceremos quién es realmente este misterioso Salomon Joch. Así que sí, el título es un poco un reclamo.
Aventura tras aventura, este peculiar exorcista nos irá relatando con un lenguaje claro y adictivo todos estos encuentros. Y es un no parar, porque no ha acabado de resolver un caso y ya ha recibido la invitación para acudir a otro. Y así uno tras otro, pim pam. De oro se haría si cobrara.
Arquier-Parayre escribe como me gusta: directo al grano. Sin demorarse en explicaciones ni descripciones superfluas, que es como mejor se lee, imaginándose uno mismo los escenarios. No hay tiempo que perder y hay muchas historias que contar. Además lo hace con un estilo desenfadado, limpio y muchas veces con mala uva (es digno de leer el amor que siente hacia los catalanes: “ya me habían avisado de que los catalanes tenían mala reputación”, “pensaba que unos energúmenos que comían caracoles tostados, bebían vino dulce natural, bailaban al son de instrumentos cuyo sonido podría perforarle el tímpano a cualquiera y que tenían un asno como emblema, aquellos individuos, no podían ser del todo malos”). Es más, en ocasiones es todo un cabronazo: “me encanta oír el sonido seco que emite un hueso al fracturarse”.
“No les negaré que ya empezaba a estar hasta las narices de ser el único combatiente de Dios. Sinceramente, me importaba un bledo esa joven histérica que había conseguido que un demonio la poseyera.”
Los 13 exorcismos de Salomon Joch es un libro que se lee muy rápido y con mucho interés y que se hace francamente corto. Con un repertorio de cuentos de lo más original allá donde uno podía pensar que ya estaba todo dicho, el autor sorprende llevándote por caminos inesperados y a la vez gratificantes, en un género como el “diabólico” del que Arquier-Parayre sale bien librado.
En definitiva un libro que es un puro divertimento, que no llega al nivel de Hellblazer (cómic que, por cierto, es citado en sus páginas) pero que tampoco lo pretende. Se nota que el autor lo ha pasado en grande escribiéndolo, aunque yo creo que me lo he pasado mejor leyéndolo. Rápido, directo, divertido y adictivo. ¿Qué más se le puede pedir a un libro? ¿Una advertencia tal vez?:
“A quienes crean no les hará falta explicación alguna.
A quienes no crean no podré darles ninguna explicación.”