Los amantes mariposa, de Benjamin Lacombe
La libertad es un sentimiento único. Nos permite ser capaces de hacer todo lo que nos propongamos. Sin embargo, como decía Sartre, el ser humano está condenado a ser libre. Porque nuestra máxima condena puede ser luchar, durante toda la vida, por esa libertad de ser quiénes somos, de amar a quien nos corresponda, de ser una parte diferente dentro de un mundo establecido. Porque las historias de amor, la de este “Los amantes mariposa”, es un poema sobre la libertad, sobre las barreras que el amor es capaz de superar, y sobre las pruebas, las pruebas que nos pone la vida para conseguir nuestra máxima condena: la libertad.
En el Japón medieval, Naoko se prepara para ser mujer. Se enfrenta a la soledad día tras día, cuando, de repente, conoce a Kamo. Es entonces cuando, en una carrera contra el destino, lucharán por ser libres de los dictámenes que, los hilos del tiempo, han tejido para ellos.
Benjamin Lacombe es un dios menor. Un artista de la ilustración, un mago que con su técnica crea historias únicas, paisajes hipnóticos, personajes fantásticos que enamoran al lector. Y en esta ocasión, en “Los amantes mariposa” nos propone un juego de sentimientos que encogen el corazón. Paseamos a través de estas páginas por una multitud de emociones encontradas, de silencios que se atragantan en la garganta, de un escalofrío que va recorriendo la nuca hasta llegar a la boca, alimentando nuestras ganas de más, de saber que la historia a veces es dura pero que siempre acaba bien porque, ¿acaso los cuentos no acaban siempre así? Y al final, cuando el amor se acaba de contar, cuando ni siquiera hemos dado tiempo a los protagonistas de disfrutar de un momento de calma, nos encontramos con el punto y final que, con unas breves palabras, nos deja contentos, felices de comprender lo que es realmente el amor, lo que es la libertad en el corazón. Porque las cadenas del destino siempre aprietan fuerte, pero el sacrificio es la única solución para romper su hechizo. Y es que “Los amantes mariposa” es un vuelo hacia algo desconocido, un batir de alas hacia un mundo que no sabremos cómo será… pero que, aunque diferente, seguro que será mejor.
No se trata de fórmulas magistrales. No es un camino en el que se puedan coger atajos. “Los amantes mariposa” es una historia de amor, una historia grande de amor. Y no se necesitan más páginas para ello. Benjamin Lacombe ha vuelto a conseguir que con pequeñas palabras, acompañadas de unas ilustraciones magistrales, alguien como yo olvide por un momento la realidad, y se meta de lleno en un Japón lejano, pero cercano a la vez. Porque las buenas historias consiguen eso: que nos olvidemos de nosotros mismos, que naveguemos por mundos inexplorados, que caminemos junto a los personajes por rutas desconocidas, y que nos sintamos felices por compartir esos pequeños momentos junto a alguien. Esas son las buenas historias, y me siento afortunado de haber conseguido evadirme y vivir el amor, el simple amor que llevamos dentro y que, paradojas de la vida, a veces no sacamos a la luz.
Porque en la libertad se encuentra esa pequeña maldición: buscarla por todos los sitios del universo, cuando la tenemos en nuestro interior.