Reseña del libro “Los años del silencio”, de Álvaro Arbina
Los años del silencio es la tercera novela que leo de Álvaro Arbina. Después de caer rendida a sus pies por La sinfonía del tiempo y no acabar de engancharme a su thriller Los solitarios, aseguré que en mí tenía una lectora fiel y que estaba deseando que volviera a la novela histórica. Y parece que el autor me ha dado el gusto porque en Los años del silencio recupera un suceso acontecido en un pequeño pueblo del País Vasco durante 1936, pero que no se esclareció hasta tiempo después y al que no se le hizo justicia hasta 2016.
La novela comienza precisamente en 2016, cuando una periodista va a preguntar sobre aquel hecho a una anciana de la que no descubriremos la identidad hasta las últimas páginas. Ese es el punto de partida para retrotraernos a 1937, al despacho del abogado Vicente San Julián. A él acude el carbonero Pedro Sagardía, que no sabe dónde está su mujer ni seis de sus siete hijos desde los primeros meses de la guerra civil. A partir de ese momento, se van alternando los capítulos del desesperante y burocrático proceso judicial motivado por la denuncia de la desaparición y los capítulos dedicados a la familia Sagardía en aquel verano de 1936.
En Gaztelu, el pequeño pueblo donde residían, todos votan a la derecha. Por tanto, ¿cómo va a deberse la desaparición a razones políticas? Aunque se dice que Pedro fue rojo en su juventud y ya se sabe que el que tuvo retuvo. ¿Y Josefa, la mujer? Las malas lenguas aseguran que es bruja, de esas que andan para arriba y para abajo con plantas y ungüentos. O, peor aún, una lamia que hace perder la cabeza a los hombres. Por no hablar del hijo, al que acusaban de ratero, pues a la mínima estaba saqueando alguna huerta. Muchas habladurías y supersticiones rodean a la familia, y la misión del abogado es averiguar por cuál de todas esas posibles razones la mujer embarazada y sus seis hijos desaparecieron de la noche a la mañana.
Los años del silencio se cuece a fuego lento. Con su habitual prosa precisa y poética, Álvaro Arbina se recrea en la vida del pueblo y en los vecinos, que guardan demasiados secretos y rencores, para hacer un retrato certero de hasta dónde puede llegar la miseria humana cuando se dan las condiciones necesarias. De este modo, logra mantener la intriga para que nos preguntemos en cada página qué demonios le pasó a la familia Sagardía. Y aun cuando lo descubrimos continuamos sufriendo, porque una cosa es saber la verdad y otra hacer justicia.
Al final, en una nota, el autor aclara cuánto hay de hechos reales y cuánto de licencias literarias en la emotiva novela Los años del silencio. La desaparición de la familia Sagardía solo es una de las muchas que hubo durante esos años y que quedaron silenciadas por la guerra y el franquismo. Tal vez la justicia llegó tarde, pero novelas como la de Álvaro Arbina dan voz a todas aquellas personas que sufrieron, las desaparecidas y sus familiares, para que nunca más volvamos a olvidarnos de ellas y, muchos menos, cometamos de nuevo esos errores.