Reseña del libro “Los años extraordinarios”, de Rodrigo Cortés
Descubrí a Rodrigo Cortés en 2010, cuando fui a ver Buried al cine. Me gustó mucho la película, bastó un hombre enterrado en un ataúd de madera con un encendedor Zippo, un bolígrafo y una BlackBerry para mantenerme pegada a la butaca noventa y tres minutos. Más de una década después, he vuelto a saber de él, esta vez en su faceta de escritor, con su segunda novela, Los años extraordinarios.
Reconozco que el hecho de que el autor fuera un director de cine que me parece muy original sumó un punto a favor para que me animara a leer Los años extraordinarios, pero la sinopsis me habría convencido igualmente, ya que deja claro que estamos ante una novela esperpéntica. Iba con las expectativas altas y me alegra decir que las ha superado. Y de largo. No me esperaba esa prosa tan exquisita ni tal despliegue de ingenio e imaginación.
En Los años extraordinarios, Jaime Fanjul, el protagonista, nacido en 1902, nos narra su vida en primera persona. A través de sus experiencias extravagantes, recorremos casi un siglo y una infinidad de países. Unas parecen ciencia ficción, otras simplemente absurdas; pero por mucho que cambie los nombres y los lugares de hechos históricos, por mucho que los deforme hasta que parezcan puro invento, una realidad paralela, toda frase esconde un retrato certero de las personas, de las emociones, de la sociedad. No hay desatino sin trasfondo. Para muestra, un botón: «Mi padre tuvo uno de los primeros coches que hubo en Salamanca, uno de esos Köhler alemanes impulsados con el pensamiento que tuvieron que dejar de fabricar porque, fuera de Alemania, la mayoría de la gente no pensaba. (…) A veces fallaba algo y empujábamos entre todos. O mandábamos a algún criado a por un estudiante de filosofía, para que por lo menos lo arrancara». Por momentos, me recordaba al surrealismo de Boris Vian. También me venía a la cabeza más de una vez el protagonista de Big Fish, cuya vida era una sucesión de maravillas, aunque Jaime Fanjul, tan ocupado en vivir, apenas les presté atención.
De primeras, recomendaría este libro a cualquier amante de la literatura; aunque, si no se conecta con el humor de Rodrigo Cortés y esta sucesión de locuras, la lectura puede volverse cuesta arriba. Así que me limitaré a recomendarlo a todos aquellos que se atrevan a leerlo como su protagonista vive la vida: dejándose llevar, disfrutando (o sufriendo) sin ambages de cada paso del camino, sin esperar aprender nada, sin buscar ninguna meta en concreto. Los años extraordinarios cumple de manera excepcional su papel de divertimento si se entra en su juego. Jaime Fanjul niega haber aprendido algo, sin embargo, su camino vital está repleto de sabiduría para quien la quiera (sepa) ver. Los lectores que lo hagan disfrutarán doblemente de Los años extraordinarios. Hay decenas de frases para enmarcar.
Con este libro he redescubierto a Rodrigo Cortés. No es un director de cine metido a escritor, sino un contador de historias, un artista en toda la amplitud de la palabra. Espero que nos deleite con nuevas novelas.
No conocía a este autor, interesante historia. Me has recordado a “El abuelo que saltó por la ventana….” Por el título pensaba que ibas a hablar de “Los años inolvidables” de John Dos Passos. Un siglo XX que supera a la ficción, mucho por leer todavía de él. Un abrazo
Pues el siglo XXI le va a la zaga.
Me alegra que la reseña haya resultado de tu interés.
Felices lecturas.
Oí una entrevista en la radio al autor y me entraron ganas de leerlo.
Así fue mi manera de llegar al libro.
Gracias por tu reseña, con la que estoy tan de acuerdo, que me ayuda a recomendar la novela con palabras que no son mías
Me alegra que te haya gustado el libro y la reseña. Yo tampoco me cansaré de recomendar este libro.