«Huye de todo. Lee esta novela». Así se presenta en una inmensa faja que encaja a la perfección dentro de la maravillosa ilustración de portada de Guim Tió una de las novelas más (y mejor) aclamadas del año, alcanzando su cuarta edición en menos de tres meses: Los asquerosos, de Santiago Lorenzo. Toda una joya literaria de obligada lectura que publica Blackie Books.
Llevaba tiempo con ganas de leer la novela. Ya desde que leí la sinopsis antes de que la publicaran me llamó la atención. Y ahora por fin he podido leerla, pero lo más satisfactorio ha sido poder disfrutarla. La historia básicamente se centra en la vida de Manuel, joven en busca de trabajo que se muda a un enanísimo piso de Madrid donde, sin comerlo ni beberlo, se topa con la situación que dará el vuelco total a su vida. El conflicto aparece en menos de treinta páginas, supongo que por eso dice (con razón, mucha) lo que dice Manuel Jabois en la faja que acompaña la novela: «Nuna leí un libro en el que fuese tan fácil entrar». Es totalmente cierto, en pocos minutos de lectura ya vas de la mano de Manuel. Manuel es un ser solitario, crítico con la sociedad en la que vive, consciente de que le cuesta encajar. No tiene amigos, le es difícil y no ve el sentido a socializar con su entorno, ser alguien cuando en realidad quiere ser nadie. Su sueño infantil (y adulto) es desaparecer. Toda su historia nos es contada por su tío, alguien muy parecido a Manuel quitando la edad (es mayor) y la no valentía (o el no encontrarse con un hecho de tan obligado cumplimiento) para escapar. El tío, sin nombre, nos cuenta cómo Manuel ataca a un policía que a su vez lo quiere atacar a él sin razón alguna más que por pura mezcla de confusión, rabia y afán violento. Le clava en el cuello lo que para Manuel fue desde niño su amuleto: un destornillador. Sin quererse esperar a ver cuánto de grave es la herida, Manuel, que solo quería salir de su piso a comprar una máquina de churros, decide huir sin saber cómo se huye. Es ahí donde entra el tío. Será él quien ponga la materia fría del pensamiento con la que decidir qué hacer a partir de ese momento. Al final, con su coche de quinta mano, muy poco dinero, muy poca gasolina y muy poca batería en un móvil sin internet, y teniendo la convicción de que nunca hará saber a nadie que existe (a excepción de a su tío), Manuel va hacia donde el coche le lleve. Y el coche le lleva a Zarzahuriel, aldea del interior olvidado de España, con nombre inventado pero con existencia seguro que real, porque lo que Manuel describe es la realidad local de muchos puntos del país. El abandono.
A partir de ese momento empezará una nueva vida para Manuel, que nosotros iremos sabiendo a medida que hable con su tío, quien le llama cada día a eso de las cuatro de la tarde, quien intenta cuidarlo, quien le envía productos básicos mediante una furgoneta del Lidl, quien intenta ser el ancla con el que Manuel sujetarse a la “realidad”. En algunos momentos me he preguntado si lo que vivimos no será parecido a lo que vivimos de la vida de Manuel, algo contado por alguien que en realidad no está ahí. En soledad, Manuel descubre tanto que acaba descubriéndose a sí mismo. Huye de todo para encontrárselo todo. Solo hace falta leer el capítulo trece para ver lo maravillosa que puede ser la soledad. Y lo trágico que es cuando algo inesperado la rompe. Y algo inesperado la romperá. Es la historia de siempre, los asquerosos que nos joden la vida, los asquerosos que jodemos la vida. Lo dice el tío en algún punto del libro: «Todos somos candidatos a asquerosos».
Esta novela de Santiago Lorenzo, que es su cuarta (y mi primera pero no última), ha superado ya (como digo, en menos de tres meses) los 10.000 ejemplares vendidos. Sí, vale, no es Patria ni alguno de los primeros libros de Dan Brown, pero solo con pensar que 10.000 personas lo hayan leído y que de ese total algún porcentaje (sea grande o pequeño, me da igual) lo haya hecho convencido de que lo que ahí dentro se cuenta sobre la soledad de uno mismo y sobre todo para con uno mismo, sobre lo asquerosos que somos y podemos ser, sobre la vida observada, tanto por el tío como por Manuel desde la planta más alta de su casa okupada, sobre cómo abandonamos lo que alguna vez hemos querido, sobre cómo de poco respetamos lo que ya de por sí es natural, sobre lo artificiales que podemos llegar a ser; ya vale la pena. Es complicado ser valiente, tanto para clavar un destornillador en el cuello de un policía como para huir al campo, pero para los que no sabemos serlo siempre hay una opción sencilla, que ronda los veinte euros, que solo requiere de un paseo hacia alguna librería, y que se llama libro. En este caso se llama un poco más, porque tiene título concreto. Es Los asquerosos, lo ha escrito Saniago Lorenzo, lo ha publicado Blackie Books y tiene sus páginas a modo de brazos bien abiertos para abrazar a cualquiera que pase por delante. El problema, eso sí, es que no suelta. Avisados estáis.
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