109 páginas tiene este libro de Juan Herranz, no necesita ni una más para todos aquellos que, como yo, se logren meter en la historia en el minuto uno de sentarse con el libro en una mano y en la otra una copilla de buen vino, que todo hay que decirlo, no es agradable pensar en un Hitler vivo y capaz de ponerse en paz con la vida antes de morir, ya viejo y en el cénit de su existencia, sin suavizarlo y tener algo a mano para digerirlo un poco… Ya me entienden.
Porque lo que nos trae el autor en Los brazos de mi cruz, es una especie de diario de uno de los peores genocidas que la historia nos ha dado, iniciándolo en el momento en que cumple ochenta años, el 26 de Abril de 1969. Cada capítulo nos lleva del presente, de su situación actual en una residencia en Argentina, a algún pensamiento del pasado. Un pasado repasado una y otra vez… y asumido.
“3 de marzo de 1970. Los filósofos
Me gustaba mucho la filosofía. Ahora ya no tanto. En mis días de juventud y miseria en Viena, entre los sabañones del frío y el dolor del estómago vacío, me alimentaba de las mentes pensantes que iluminaban por entonces a la humanidad.
Leer a Nietzsche en esas condiciones deplorables es completamente insano…”
Y es que la filosofía o cualquier otra lectura, pueden ser perjudiciales durante la formación de un chaval sin que haya un acompañamiento que enseñe a reflexionar. De todo se puede hablar y debatir, pero no todo se puede hacer. La formación del ser humano no está solo en los libros, está en la familia y en la sociedad.
Los brazos de mi cruz, Un libro que he leído en la soledad de la noche, con música clásica de fondo, no Wagner, de ninguna manera podía permitirme darle ese gusto, han sido un par de noches de estas últimas Navidades, rodeada de cosas que me alegran, porque la mente volaba de vez en cuando hacia la reflexión del pasado…
¿Sería capaz de perdonar la humanidad a un ser como este? Como él mismo se lamenta de alguna manera en uno de los capítulos, Franco terminó siendo reconocido por los aliados, al menos dejado al margen y gobernó y murió de viejo, y el mundo miró para otro lado. Ha pasado lo mismo con muchos dictadores que eran necesarios para los poderosos.
Es extraño, la vida da muchas vueltas, y a mí me siguen repugnando estos seres capaces de hacer lo que hicieron o mandaron hacer estos grandes genocidas, pero no podemos olvidar que todas estas cosas pasan porque la sociedad en su conjunto lo permite, cada cual con su motivo, ya sabemos eso de que «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista…”
Ahora miramos a Siria, como ayer mirábamos a Palestina, anteayer a los Balcanes, pero mirar no es suficiente, hemos visto demasiado y hemos hecho demasiado poco, ya ni salimos a la calle…
Quizá nos salve la poesía, poesía que surge para ser gritada por cada esquina de cada calle, para lanzar sus versos libres por la redes sociales, conozco poetas que deberían ser los periodistas de la vida.
La literatura está haciendo lo que debería hacer el periodismo, y un día daremos importancia a esos escritores-periodistas que, como Jean Rolin, Annik Cojean, o Janja Bec nos muestran ese mundo que no vemos. También fotoperiodistas como Gervasio Sánchez han tratado de hacérnoslo ver… Pero seguimos ciegos.
Mientras yo estaba leyendo esta novela de Herranz he descubierto que el libro más vendido estas navidades en Alemania ha sido MEIN KAMPF, (Mi lucha), de Adolf Hitler…
¡Malos tiempos otra vez para la filosofía!
El ser humano no tiene remedio. Como dice la canción de Serrat:
“Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio…”
Pues eso.
Muy recomendable esta novela corta de Juan Herranz para no olvidar que no hay que olvidar.
Muy chulo también. ¡Veo que no has parado!. ¿Y qué te puedo decir yo de lo de no olvidar para no repetir, con esta renovada capacidad que tenemos de abstraernos de lo que nos pueda perjudicar?
Al menos los libros nos ayudan a descubrirnos, y tomar conciencia, ahora sólo faltaría ir a por ello y ¡no votar a Trump! 😛
No pudo ser, ellos votaron a Trump, deberían dejarnos votar a todos en determinadas elecciones que nos incumben, las de EEUU y las de Alemania serían un buen par de ejemplos Jajajaj, pero no nos dejan y nos tenemos que quedar con esta realidad que veremos si no supera la ficción de Juan Herrnaz
Susana:
trataré de conseguir este libro, pues me interesa mucho leerlo.
Ahhh, ya han pasado las elecciones y efectivamente, ganó Trump. Pero hay esperanza, allá hay resistencia (y no de los hispanos, sino estadounidenses que están en contra de lo que hace). Me emocionó verlos fuera del areopuerto el fin de semana que firmó para que no entraran ciudadanos de 6 países árabes gritando: “no al muro” “todos son bienvenidos”. Así que, ya no es tan fácil para el totalitarismo porque hay oposición. O será que antes había y los medios y la historia lo silenciaron. No lo se. Y tienes toda la razón: se educa en familia, en sociedad. Tendríamos que preguntarnos en qué estamos fallando donde están surgiendo estos líderes.
un beso,
Ale.