Me encantan los libros de Thule. Las historias, ilustraciones y ediciones son excelentes. Su catálogo se orienta sobre todo al público infantil, y ya me hubiera gustado a mí tener alguno en mi infancia. Por eso, desde que le eché el ojo a Los devoradores de mentes, escrito por David Blanco Laserna e ilustrado por Celsius Pictor, pensaba dejárselo a mi sobrino de once años. Pero, antes de hacerlo, quería leerlo, claro. El título me hacía sospechar que, tal vez, no fuera del todo apropiado.
Los devoradores de mentes habla de naturaleza. Qué bonito, ¿no? La vegetación, los pajaritos, las mariquitas. Si no fuera por el ser humano, sería un paraíso. Al menos, eso es lo que nos parece si no nos fijamos demasiado. Pero los diecinueve parásitos de los que nos habla este libro protagonizan auténticas historias de terror, sobre todo a tamaño microscópico. Cada una de esas historias ocupa dos páginas y va acompañada de las ilustraciones de Celsius Pictor, que les da una estética (no sé si denominarla steampunk) bastante curiosa que suaviza la grima de lo que se relata.
Cigarras, hormigas, grillos, caracoles, pájaros o cucarachas son infectados por hongos, larvas o avispas, que trastocan sus mentes para que sean sus esclavos, se adueñan de sus sistemas reproductores para que engendren a sus crías o los devoran desde dentro. En la mayoría de los casos, todo a la vez. Qué majos. Incluso un mismo ser puede convertirse en el huésped de varios parásitos, que batallan entre sí para apoderarse por completo de él.
Me parece increíble la manera en que manipulan estos seres y lo retorcidas que son sus estrategias de supervivencia. Hay historias tan sorprendentes como la de un crustáceo del tamaño de una croqueta que se alimenta de un tiburón o la de un ratón que se enamora de un gato por obra y gracia de unos parásitos. Hasta hoy, ni me imaginaba la cantidad de historias escalofriantes que se dan en un hormiguero. Y he descubierto que los humanos tenemos suerte de que las avispas solo nos piquen. Son capaces de cosas muchísimo peores.
La verdad es que Los devoradores de mentes me ha encantado. Yo también lo he devorado a él, que son solo cuarenta y ocho páginas. Pero reconozco que los escalofríos no me han abandonado en ningún momento. He tenido que revisar la edad recomendada. No niego que me ha sorprendido que sea a partir de los diez años. Las historias dan mucha grima, porque David Blanco Laserna no se corta en dar detalles; eso sí, lo relata con humor, como si nada. Así que aquí estoy yo, dándole vueltas a si se lo dejo a mi sobrino. No sé si lo voy a traumatizar o a conseguir que de una vez por todas se aficione a la lectura.
Grima aparte, Los devoradores de mentes es un libro fascinante por las historias que nos cuenta David Blanco Laserna, y bonito gracias a las ilustraciones de Celsius Pictor. Será del gusto de los lectores curiosos, independientemente de la edad que tengan.