Reseña del libro “Los dioses también mueren”, de Carlos Salem
En la cubierta de Los dioses también mueren lo pone muy claro: «Tercer caso de Dalia Fierro y Severo Justo». Eso debería haber bastado para que ignorara este libro, no es la mejor idea meterse en una serie policiaca que ya lleva varias entregas (Los que merecen morir y Madrid nos mata); y lo digo con conocimiento de causa, no es la primera vez que leo una historia habiéndome perdido más de la mitad (véase mi reseña de Assassination Classroom 15). ¡Pero es que Los dioses también mueren es de Carlos Salem! Y desde que leí Un violín con las venas cortadas tengo debilidad por este autor.
La novela comienza con la aparición de un brazo helado de un joven. El misterio se complica cuando el forense determina que ese brazo pertenece a un cuerpo que hoy en día tendría más de sesenta años. Y la Brigada de los Apóstoles se encarga de investigar el caso, con Severo Justo a la cabeza. Es el policía más condecorado de España y algunos lo consideran el Sherlock Holmes extremeño. Como es habitual en las obras de Salem (al menos, en las tres que llevo leídas hasta el momento), los personajes son curiosos, atípicos, y esta brigada no lo es menos. Bastará con que diga que uno de sus miembros es Dolores, una hacker octogenaria.
Al ser Los dioses también mueren la tercera parte de una serie policiaca, las historias personales de los protagonistas ya están bastante avanzadas. Afortunadamente, eso no me ha supuesto ningún problema. Pese a que me faltasen detalles, Carlos Salem ha conseguido que me ubicase y que esas lagunas no entorpeciesen mi entendimiento ni de la trama ni del momento vital en el que se encuentra cada uno. Lógicamente, lo recomendable es empezar por el principio, pero quiero dejar claro que quien se aventure como yo a empezar por Los dioses también mueren disfrutará de la lectura de igual modo. Las tramas policiacas son autoconclusivas y, como ya anuncia la contracubierta, el final ya anuncia la cuarta y última entrega de esta serie: Los pecados de los apóstoles.
Aunque el caso del hallazgo del brazo congelado ya es de por sí atractivo para mantenernos pegados a las páginas, no es el único que debe resolver la Brigada de los Apóstoles en Los dioses también mueren. El otro les toca mucho más de cerca, sobre todo a Severo Justo, puesto que su padre es acusado de asesinato. Y eso lo llevará a ahondar en el pasado de sus padres y a ratificar las sospechas de toda una vida. Mientras tanto, continúa buscando a Javier Avellaneda, el que mató a su mujer y a su hija hace años, para acabar con él y luego suicidarse. Esta es la trama que —supongo— lleva abierta desde la primera entrega.
Como siempre, Carlos Salem engancha con una prosa ágil, socarrona y hasta poética. Si bien es cierto que mi preferida sigue siendo Un violín con las venas cortadas, no me arrepiento en absoluto de haberme adentrado en la serie de Dalia Fierro y Severo Justo por el tercer caso. Estos personajes y, sobre todo, este autor merecen ser leídos antes o después.