Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez
Hay libros que me instruyen, otros me llevan a lugares o me mueven por la historia, pero cuando una lectura plantea nuevos interrogantes en mi vida o potencia los muchos que ya tengo, cuando es capaz de conmoverme como lo ha hecho Alberto Méndez con “Los girasoles ciegos”, suelo recordar el porqué de mi compromiso personal con la animación a la lectura.
Hablar de la Guerra Civil Española, con el dolor del perdedor pero sin herir sensibilidades, no es tarea fácil, y sólo es posible lograrlo cuando se mira al pasado sin rencor, con el objetivo de entender el presente y poder, finalmente, construir un futuro para todos.
Os podría contar que el libro está estructurado en forma de cuatro historias o cuentos independientes que, como en toda guerra fraticida, se verán finalmente entrelazadas de manera perfecta. Y podría deciros que cada una de las historias habla de una dolorosa derrota, y que el autor utiliza una prosa exquisita, muy elegante, fina y sugestiva. Pero prefiero contaros que es un libro que duele porque habla de guerra, de la nuestra y de todas las guerras, de hombres vencidos, de seres humanos derrotados, de personas que han de tomar decisiones cuando han llegado al límite del sufrimiento, del terror y de la humillación.
Aquellos que piensen que las guerras nos son lejanas y no nos afectan, deberían leer este libro, y recordarán, por muy jóvenes que sean, guerras como la de Irak, Afganistán, Palestina, Líbano, y dentro de la propia Europa, Bosnia. Una guerra que en poco más de tres años causó cerca de 100.000 víctimas y 1,8 millones de desplazados. También he visto estas derrotas en el libro de Méndez.
Sí, es un libro sobre perdedores porque en las guerras todos pierden, aunque claro está, unos pierden más que otros, y no todos pierden lo mismo. Pero es posible que ahora entienda que hay veces en que perder la vida … no es lo peor cuando uno es derrotado.
No pudo saborear el autor la gloria de ver como su primer y único libro obtenía los Premios de la Crítica y Nacional de Narrativa 2005. Y pendiente quedó el prestigioso Premio del Gremio de Libreros de Madrid, ya que este sólo se concede a autores vivos, y desgraciadamente Alberto Méndez fallecía tan sólo once meses después de la publicación de su libro.
Susana Hernández
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Susana, desde mi punto de vista, has hecho una reseña muy buena, en pocas palabras has dicho todo lo que hay que decir sobre este libro y su autor.
Si me permites, añadiría que relata cuatro historias reales, que hasta hace pocos años se silenciaron por miedo.
También me parece muy acertada la introducción que hace Carlos Piera cuando dice: “Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor de duelo. En España no se ha cumplido el duelo…”
A nivel personal, es uno de los libros que más me han impactado.
Muchas gracias, y no sólo por el comentario, si no por lo que aportas y puntualizas. Las historias son reales y tan dolorosas que llegamos a querer creer que son pura literatura, pero esa es una parte de nuestra historia que ahora, acabado por fin el tiempo del silencio, sí podemos empezar a asumirlo para poder ir cumpliendo con esa etapa de duelo de la que tan acertadamaente nos habla Carlos Piera, y posteriormente,proyectar un futuro mejor, más justo y solidario.
Susana
Fantástica novela desde luego. Totalmente de acuerdo contigo. Es imposible no emocionarse con su lectura.
Después de leerlo ya hace tiempo tenía ganas de ver la película. Me parecía que podía estar bien, los actores eran interesantes, pero fue una gran decepción, aparte de que en la película no se cuentan todas las historias del libro.
Gracias por recomendarlo, me has recordado que lo presté hace más de un año y no me lo han devuelto.
Un saludo
Gracias a tí por tu comentario Bookworm. Sí, la pelicula decepciona bastante, pero suele pasar casi siempre con los buenos libros llevados al cine.
claro que no te lo han devuelto, es que es uno de esos libros que no se dejan devolver (je,je). Espero que lo recuperes pronto.
Un saludo
Se que leere este libro, pero no se cuando, sobre todo porque hace poco que termine El corazon helado de Almudena Grandes, y la cita del principio de Machado, una de las dos españas ha de helarte el corazon, no se ha cumplido, a mi me han helado el corazon las dos españas, la de los derrotados, y la de los que se creyeron vencedores, porque creo que si alguien perdió en aquella guerra fue España, si ese país que se quedo encarcelado en una dictadura, en la que unos pocos fueron capaces de enriquecerse a costa de los demas, de los rojos, pero tambien de los nacionales. Comprendo que digas que este libro duele, porque a mi me dolio el otro siendo una historia de ficcion, pero al fin y al cabo parecida a la que muchos españoles vivieron, creo que ya va siendo hora de que las historias salgan a la luz, que no se silencien, y sobre todo va siendo hora de que aquellos que no la vivimos entendamos que no hubo ni buenos ni malos, tan solo ideas diferentes y gente que dio la vida por defenderlas.
Con la lectura de este libro he entendido porque en mis muchos años de estudio no he conseguido que ni siquiera en mi epoca universitaria un profesor se mojara y diera el tema como cualquier otro, quizas porque el dolor y el rencor sigue pesando demasiado, entre los que perdieron la guerra porque les hace sentir mal, entre los que la ganaron porque no quiere que se les asocie con el regimen ganador. Supongo que todavia falta mucho tiempo, para que este tema sea visto de otra forma pero con obras como la que describes quizás ese mañana este mas cerca. Buena reseña, en cuanto pase un tiempo de esta lectura emprendere los girasoles ciegos, de momento tengo que dejar cicatrizar la herida
Carmina, recuerdo cuando terminé de leer “La voz dormida” de Dulce Chacón, fueron tantos los sentimientos que despertó en mí, tanto el dolor que me causó su lectura, que pensé en no leer más sobre el tema; pero, pasado un tiempo, poco, volví a leer más y más, y con estas lecturas empecé a conocer y comprender mejor nuestra historia, la de nuestras dos Españas, esas que han helados tantos corazones. Ahora, cuando la voz ya está despierta y después de haber dejado atrás aquellos tiempos de silencio, leer Los girasoles ciegos y sentir lo que he podido expresar en esta reseña, me indica que el periodo de duelo está llegando a su fin y el mañana debería estar a la vuelta de la esquina, pero por todos es sabido que el periodo de duelo es distinto en cada ser humano, así que tendremos que ser pacientes e ir esperando a los que está por llegar. Allí pues, te espero.
Gracias por tu generoso comentario, sé que en estos temas no es fácil.
Susana
Hacía tiempo que no leía algo tan conmovedor, angustioso en ocasiones e incluso terriblemente triste muchas.
Cuatro cuentos, cuatro historias unidas de forma sutil por un fino hilo, apenas perceptible y por la terrible realidad de la Guerra Civil. Seguro que la guerra estuvo repleta de pequeñas historias como éstas, historias de gentes sencillas que vieron de pronto su vida truncada por un terrible absurdo.
Pese al dolor, las palabras de Méndez son suaves y hermosas, puedes ver en ellas los corazones de los personajes.
Yo invito también a leerlo, a no dejarse llevar por la idea de “no me apetece leer algo triste”. De alguna forma hay historias que dejan de ser insignificantes cuando pueden ser conocidas por otros; todos los personajes de este libro merecen ese homenaje.
Es el único libro del autor, que pena.
Transcribo unos pequeños párrafos de una carta que uno de los personajes escribe a su hermano (bueno “hacia su hermano” dice él) desde donde lo tienen preso… Habla de un hermoso lenguaje inventado en sueños.
“… Sigo vivo. Han pasado varios días pero aquí todo son dificultades. Entre el lápiz, el papel y mi constante duermevela se me pasan las horas como si no me atreviera a aprovecharlas porque sé que este tiempo ya no es mío.
Sueño constantemente sin saber si estoy dormido, y me imagino sin querer un mundo casi vacío en el que todos hablan un idioma extraño que no entiendo aunque no me siento forastero. Cuando lo aprenda te hablaré del lenguaje que se habla en el mundo de mis sueños. El color del aire es como son los atardeceres del verano en Miraflores, aunque no hay montañas y el paisaje se pierde en un horizonte pequeñito que no está lejos aunque tengo la impresión de que es inalcanzable.
(…)El lenguaje de mis sueños es cada vez más asequible. Hablo de amortesía cuando quiero demostrar afecto y suavumbre es la rara cualidad de los que hablan con ternura. Colinura, desperpecho, soñaltivo, alticovar, son palabras que utilizan las gentes de mis sueños para hablarme de paisajes añorados y de lugares que están más allá de las barreras. Llaman quezbel a todo lo que tañe y lobisidio al ulular del viento. Dicen fragonantía para hablar del ruido del agua en los arroyos. Me gusta hablar en ese idioma.”
Gracias por tu comentario MIren!
Y gracias sobre todo por animar de esta forma tan viva a todos a leer este libro que yo creo que es imprescindible para comprender lo absurdo y doloroso de las guerras.
Y sí, yo también creo que es una pena que Méndez no nos dejara un más ámplio legado, pero el dejado es sobresaliente, y digno de pasar a la historia de la más alta literatura.
Un abrazo.