La novela rosa, como se conoce a esos libros escritos principalmente por mujeres para mujeres y que giran en torno a una temática romántica, ha sido infravalorada desde siempre. Es curioso que unas novelas que tratan sobre un sentimiento tan universal y que a todo el mundo le preocupa, sean tan mal vistas y denigradas y es curioso también que sea precisamente este género el más consumido, el que levanta las cifras de libros vendidos anuales, tan bajas en los últimos años y que, aún así, siga siendo altamente criticado. Son muchas las personas, mujeres y sí, también hombres, que se avergüenzan de leerlo. Supongo, como decía antes, que la primera razón es que es un género que históricamente siempre ha estado dirigido y asociado a la mujer, la cual recibía una educación menos completa que la del hombre y cuyos intereses siempre han sido considerados menores. Además, el mundo siempre ha estado dirigido por los hombres que socialmente han sido educados para no mostrar sus sentimientos porque eso es cosa de mujeres.
También hay que tener en cuenta que las mujeres leemos más que los hombres y entre la literatura que consumimos está la romántica porque, a diferencia de los hombres, nosotras somos educadas desde pequeñas a aspirar y soñar con el amor y con el príncipe azul. Por eso, es uno de los géneros más vendidos, pero en vez de hacer que las editoriales eleven sus niveles de exigencia de calidad, ha supuesto todo lo contrario ya que piensan (y en muchas ocasiones es cierto gracias en gran medida a las campañas de marketing) que todo lo que saquen se vende.
En la literatura en general hay libros bastante mediocres o libros que solo buscan entretener y que literariamente hablando no aportan nada al gremio. Pero eso no es algo implícito a la novela rosa o romántica, si no que sucede en todos los géneros. Dentro de la historia de la literatura hay varios ejemplos de novelas románticas escritas por autores de primera categoría y libros magníficamente escritos que pueden hacer las delicias de cualquier lector. Ahí están como ejemplos claros Jane Austen, Jane Eyre y las hermanas Brönte. Pero también hay autores masculinos que han escrito grandes obras maestras que giran en torno a una relación amorosa como León Tolstoi y su Anna Karenina o Gustave Flaubert y su Madame Bovary.
Bien, después de esta larguísima disertación sobre la novela romántica, me gustaría hablaros de Los naufragios del corazón, una novela que nos cuenta la historia de una pareja de amantes, escrita por la autora francesa Benoîte Groult. El libro, escrito en primera persona a modo de diario, narra la vida de George, una mujer parisina de buena familia que pasa sus veranos en un pueblo de la costa bretona en el que conoce a Gauvain, un crío destinado a ser marinero. Una noche darán rienda suelta a la atracción que sienten el uno por el otro dando el pistoletazo de salida a una relación extramarital que tendrá que enfrentarse a los prejuicios sociales y culturales, además de a la distancia y al tiempo.
El argumento no es nada nuevo ni hoy ni cuando se escribió el libro, en los años 80, pero sí lo fue la forma en la que está narrado y es que relata a la perfección lo que es la pasión desatada, el amor prohibido, el amor que permanece y no se diluye por ese carácter de imposible, por su disfrute a espaldas del mundo y por esa falta de tiempo para vivirlo que hace que nunca se tenga suficiente. La relación entre los dos protagonistas se sustenta principalmente en la atracción y en las relaciones sexuales que mantienen cuando consiguen verse, es su nexo de unión. Los naufragios del corazón fue, por tanto, la primera novela en la que una mujer relataba de manera explícita los encuentros sexuales de los protagonistas. Sin ambages ni remilgos. Esto supuso unas críticas feroces y que se la tildara de novela pornográfica. Algo que Benoîte Groult ya preveía cuando se decidió a escribirla y de lo que dejó constancia en el prólogo.
Así que la prudencia me aconsejaría renunciar. Sobre todo porque entre el escollo de la pornografía y el del agua de rosas brillan ya con claridad insolentes las pocas obras de arte de todas las literaturas que se mofan de todos esos peligros. Pero solo después, en caso de fracaso, aparece la prudencia como una cualidad. ¿Y acaso la literatura no es imprudente?
La narradora y protagonista del libro es George, el alter ego de la autora, que toma prestado el nombre de su compatriota George Sand, novelista francesa que se rebeló contra su tiempo por medio de su obra y su azarosa vida sentimental. En Los naufragios del corazón Groult narra sus propias experiencias sentimentales y reivindica el derecho de las mujeres a disfrutar de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad al igual que los hombres y a llamar a las cosas por su nombre sin tratarnos como a unos animalillos frágiles y apocados que no podemos ni sabemos hablar sobre sexo.
Pero si hay algo por lo que destaca este libro, al margen de la revolución que supuso, es por lo bien escrito que está. Este es el motivo de mi diatriba inicial, ya que por su temática se puede caer en el error de pensar que es una obra insustancial destinada únicamente al entretenimiento, lo que no es cierto. Benoîte Groult utiliza una prosa exquisita que introduce innumerables lecciones y reflexiones, a pesar de que el lenguaje sea explícitamente sexual.
Los naufragios del corazón es una novela romántica sí, pero deliciosamente escrita y honesta. Es libre, atrevida, directa, sin pelos en la lengua y a pesar de ello, y del tema, no resulta jamás vulgar. Está tan bien escrita que es todo lo contrario, poética y evocadora.