Cuando acabé de leer El silencio de la ciudad blanca no tenía ni idea de que me encontraba ante el primer tomo de una trilogía. No lo indicaba en la portada ni se hacía mención de ello en ninguna otra parte, y tampoco el final del libro era de esos finales abiertos que te hacen desear con todas tus fuerzas una continuación para saber cómo demonios iban a vivir sus vidas los personajes sin contártelo a ti. Lo leí, me gustó mucho y pensé que ahí acababa todo. Así que cuando hace poco, mientras consultaba Twitter en el baño, veo en 140 caracteres a un fulano afortunado sujetando en la mano un ejemplar de Los ritos del agua y reconozco el nombre de la autora y encima de esta el subtítulo “TRILOGÍA DE LA CIUDAD BLANCA 2” anunciando la salida en librerías el día siguiente, hice lo único que pude hacer: quedarme con el culo torcido (twisted ass).
Planeta rápidamente puso remedio y así me he reencontrado con el brillante perfilador Unai, la no menos brillante victimóloga Estibaliz, Germán, Alba, el abuelo y toda la cuadrilla.
Como no podía ser de otra forma, sino no tendría sentido este libro, caminaremos y sufriremos junto a Unai para atrapar a un nuevo asesino. Uno que recrea los ritos celtas del agua (porque si vas a matar a alguien, esmérate un poco, ¡leñe!: quémalo, cuélgalo y sumérgelo en el caldero de Cabárceno, no seas vulgar y no mates con un simple tiro o de una puñalada trapera) en lugares de antiguos cultos de País Vasco y Cantabria, que mata a personas que esperan un hijo y que ya se ha cargado a Ana Belén Liaño (Anabel Lee), primera novia de Kraken.
Recordemos que Unai estuvo a punto de morir al recibir un disparo en la cabeza, pero sobrevivió, y ahora debe hacer rehabilitación para recuperarse de una afasia de Broca que le dificulta el habla y le obliga a comunicarse con torpeza mediante monosílabos o palabras deformadas o bien mediante el móvil, tablet o notas. Afortunadamente, tenemos su voz en off durante todo el relato, y esa sí es veloz como el pensamiento.
Al igual que en el libro anterior, en este también nos movemos entre el presente y el pasado, en esta ocasión hasta un campamento de verano de hace veinticuatro años, en el que la pandilla de amigos formada por Unai, Asier, Jota y Lutxo vivirán algo que les dejará una huella de por vida y que se va a relacionar muy íntimamente con los macabros sucesos actuales.
La novela empieza con buen ritmo desde el principio y no solo lo mantiene sino que viajamos en un constante acelerón. Una vez que montas en ella es imposible bajar y a pesar del tiempo transcurrido y lo maltrecha que está mi memoria, con tan solo dos pinceladas recuerdas de golpe la idiosincrasia de cada personaje.
El estilo directo, sin descripciones largas y banales que pudieran entorpecer la rapidez que la novela exige y da, es un acierto. Por otra parte, Eva García sabe perfectamente “pensar” y dar voz a sus personajes, empatizar con ellos y hacernos comprender sus puntos de vista. También quedan patentes los cursos de criminología y ciberdelincuencia que ha realizado, así como la labor de investigación y documentación en general. Pero si algo sabe la autora y lo domina a la perfección, es hacernos caer. Eva García enreda con pericia la trama de forma que, cuando crees que ya sabes quién es el asesino, aparece un elemento nuevo, un dato, una persona, un nombre (¡ay, los nombres!…) que vuelve a dejarte sin ese sospechoso que tan firmemente creías que era el asesino.
Los ritos del agua nos devuelve a unos protagonistas a los que ya tomamos cariño en su primera aparición. Si en aquella las pasaron putas, en esta no va a ser menos y las van a pasar putísimas. La autora vitoriana los hace evolucionar, los hace sufrir (el pobre Kraken no va a ser feliz en su vida, ya lo estoy viendo…), los lleva al límite en una historia con un esquema muy parecido al de El silencio de la ciudad blanca… ¡y yo encantado! Mientras nos dé novelas como esta, tan absorbentes, tan revientauñas e infartantes, que trate todo lo mal que quiera a sus criaturas literarias.
Huelga decir que las 440 páginas me las he ventilado en dos días y pico. Que, por supuesto, está magistralmente escrita, que los engranajes encajan perfectamente sin dejar ningún cabo suelto y que es un deleite leer libros como este.
Y, si es cierto que este libro puede leerse sin haber leído el primero, yo recomiendo no hacerlo hasta haberlo leído. Le sacarás más jugo, comprenderás mejor lo que han pasado los personajes y será una lectura más completa, rica y comprensible.
Un libro excelente que apasionará a los que gusten de la buena novela negra.
Por último decirte una cosa, querida Eva:
Ante la tercera parte, no me pillarás por sorpresa porque “Aquí termina tu caza. Aquí comienza la mía.”
Me ha encantado la reseña. Y coincido contigo, es una novela muy entretenida que te mantiene en vilo durante toda la trama. A esperar la tercera entrega, espero que Eva no tarde mucho.
Besos
Yo acabo de empezar El silencio de la ciudad blanca y estoy enganchada….