Reseña del libro “Los sueños asequibles de Josefina Jarama”, de Manuel Guedán
Desde muy pequeña, Josefina Jarama presiente que hay una sola manera de alcanzar la felicidad: medrar en la sociedad. Aunque tampoco se crean que aspira a llegar al ático del edificio social, con subir unos pocos pisos le resultaría suficiente, como bien dice el único adjetivo que contiene el título de esta novela. El camino, sin embargo, no está exento de obstáculos, y con cada uno de ellas va dejándose algo Fina: la inocencia, el pudor y hasta casi la ilusión misma. La fuente de sus alegrías y sus desdichas durante todo el trayecto es fundamentalmente una, el trabajo. De las fábricas de juguetes de Ibi, tan cerca de su Tibi natal, al reparto en moto de la enésima franquicia de pizzas, pasando por la ruta del bacalao en su momento cumbre y los entresijos de una oficina bancaria. Es decir, la pequeña y mediana empresa, la grande, la multinacional y el menudeo, todos ellos escenarios en los que se desenvuelve esta protagonista, que no heroína, con tantos toques de decisión como de improvisación e inseguridad. Porque como muchos otros, Josefina está condenada a la precariedad, a no encontrar suelo firme sobre el que avanzar bajo sus pies, sino una especie de arenas movedizas que, como en las malas películas, no terminan de ahogarla pero tampoco de expulsarla a la superficie.
Uno se ríe, y se ríe bastante, con Los sueños asequibles de Josefina Jarama. Uno se entretiene y deja volar las páginas, se sorprende con cada cambio de escenario, al tiempo que se identifica plenamente con bastantes de las situaciones que atraviesa la pobre Josefina Jarama. Y ahí tuerce el gesto, porque lo que le ocurre a Fina, tan jocoso tal y como lo cuenta Manuel Guedán, en el fondo son tragedias una detrás de otra, y lo que cuenta en esta novela picaresca, en esta sátira, es tan divertido como dramático.
En ello radica el principal mérito de la novela, en realizar una denuncia social con un texto divertido a más no poder, y en condensar varios lustros de la historia de España, los relacionados con el milagro económico (que nunca fue) de una manera que nunca se leerá en los libros de Historia.
Se pueden rastrear aquí La maravillosa vida breve de Óscar Wao y hay escenas que recuerdan a Gary Shteyngart o Michael Chabon. Los sueños asequibles de Josefina Jarama no alcanza su altura, y en ello tiene que ver cierta falta de unidad en el conjunto de la novela, que no termina nunca de ser la unión de cuatro relatos largos, y la tendencia a que los personajes secundarios sean anecdóticos, muy útiles para la trama pero sin vida propia. En cualquier caso, como dice el cliché, este es un libro que “se lee del tirón” y que se recomienda fácilmente a cualquiera. No deja esto de tener bastante mérito en los tiempos que corren y presagia grandes cosas como narrador de Manuel Guedán, que no ha llegado todavía a los cuarenta.