Tengo que confesar que soy una enamorada de tres obras de Cela: Pascual Duarte, Viaje a la Alcarria y La colmena. Dicho esto, les contaré que he leído algunas otras de sus obras pero no causaron en mí efecto alguno; no seré yo quien diga si estaban o no a la altura de un Nobel pero ninguna de ella ha quedado en mi memoria lectora. Otra cosa, naturalmente, es el escritor, la persona, ese ser extravagante al que veía más cerca de sus otras novelas que de las tres que tanto poso dejaron en mí.
Y ya puestos a confesar, les diré que ni conocía a Tomás García Yebra, que ya en su día escribiera el libro titulado “Desmontando a Cela”, ni había leído nada de forma consciente de este periodista. Digo de forma consciente porque seguro que sí pasó por mis manos algún artículo publicado en la prensa cuando surgió el escándalo y Cela fue acusado de plagio por la también escritora Carmen Formoso tras la obtención del Premio Planeta en 1994, con su novela “La cruz de San Andrés”.
La autora, que también había presentado su manuscrito al mismo premio, denunció que se parecía demasiado a la suya que se titulaba, Carmen, Carmela, Carmiña. No sé cómo anda este asunto, pero tras fallecer Cela en 2002, ya que tan solo quedaría como acusado José Manuel Lara Bosch, que fue el responsable de la difusión de la novela. Aunque ha debido haber numerosas querellas cruzadas entre unos y otros. Son complicadísimas estos tipos de demandas de plagio, suelen durar muchísimos años y casi nunca acaban al gusto de nadie.
Es raro que Funanbulista me decepcione cuando me he acercado a la editorial para interesarme por uno de sus libros, en general es literatura muy comprometida, y en este caso he de decir que el libro me ha parecido muy interesante, porque el autor toma parte, separa esa delgada línea que hay entre la información y la opinión. Y hace una clara exposición de cómo un periodista ha de llegar a la autocensura para poder pagar las facturas.
Triste… Sí.
El autor explica de forma bastante didáctica cómo funciona el mundo de los Premios Planeta. Editorial en la que este hombre ya les aseguro que no volverá a publicar 😉 De forma concreta nos cuenta como se fraguaron las concesiones de algunos de estos premios dando los nombres de autores y autoras implicados, así como las cantidades cobradas por ello sin ningún pudor.
El libro rezuma respeto en todas sus páginas por un autor, Delibes, supongo que en contraposición a todas las barbaridades que cuenta de los demás.
“…En 1994 -el año que Cela ganó con La cruz de San Andrés- le tentó de nuevo. “Lara vino a Valladolid a ofrecerme el premio, tratando de convencerme con el argumento de que todos saldríamos beneficiados: él, yo, el premio y la literatura”. Delibes volvió a decir “no”. Cela, semanas después, dijo “sí”…”
Por si no han visto claro el altísimo respeto que el autor siente por Delibes, les puedo contar que añade “…A la muerte del autor del El camino, Trueba resumió en un emocionado artículo el legado del insobornable escritor. Trueba alabó su honradez, su lealtad, se tesón, su magisterio humano y literario, su ausencia de ego, su escaso apego al dinero y la fama…”
Muchos son los escritores que pasan por estas páginas desde Soledad Puértolas, que, al parecer sí aceptó un Planeta de antemano, a Vargas Llosa o Terenci Moix, sin olvidar a otros como Ana Rosa Quintana, que el autor nos recuerda que acudió al Senado como experta para hablar de los “Condicionantes extrasanitarios que concurren en el incremento de la incidencia de la anorexia y la bulimia en la población”, y que afirma en tono jocoso que solo por eso deberían cerrar el Senado.
Por con todo ello, en lo que más se emplea, y con mayor saña, es en aquellos que rodean a Cela, ese mundo que, al parecer, controla no solo su vida, sino también su literatura, y de entre ellos, naturalmente, pone su punto de mira en Marina Castaño, su actual viuda, a la que el escritor adorna con las mejores guindas del pastel 😀
Susana Hernández
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