Cómo cambia una vida si es contemplada de puertas para afuera o de puertas para adentro. De Sigrid Rausing muchos podríamos decir que es la directora y editora de la revista Granta y de Granta Books, entre otras cosas, pero pocos, que ha pasado su vida entre dos terribles obsesiones: la de no caer ni ella ni sus hijos en la drogadicción de su hermano (acompañada, además, de la muerte de su cuñada, esposa del hermano, también por las drogas) y la de conseguir salir de su propia adicción, que no ha sido más, ni menos, que el pensamiento obsesivo por las causas, los porqués, la culpa por lo de su hermano. Es difícil llegar a una historia así de alguien que es más conocida por sus méritos profesionales (aunque un poco también por ser heredera de una de las familias más ricas de Suecia, la del creador de Tetra Pak), pero claro, para eso están los libros, para acercarnos historias que sin ellos serían difíciles de conocer; historias dolorosas pero valiosas, historias que aunque puedan hacer daño a los lectores mientras las leen dejan la evidencia de que han servido para salvar a alguien. Y tú estás ahí para oírlas/leerlas y, quién sabe, quizá aprender de su experiencia (de hecho, ella dedica el libro a todas esas familias que dejan atrás los muertos por drogas). El libro en cuestión en el que Sigrid Rausing se ha vaciado tras tantos años de pena, lucha y tormento es Maelstrom, y lo publica Literatura Random House en traducción de Antonia Martín.
Empecemos por el título, que ya tiene su miga. El título original es Mayhem, que por lo que se dice en el libro es un antiguo vocablo inglés que hace referencia a la mutiliación. Pero aquí se ha titulado Maelstrom, que es algo así como un remolino y en alguna de sus acepciones más amplias lleva a esa referencia de mutilación. Trabajo para la traductora, que ha tenido que entrar y explicarlo dentro del libro.
Entremos en el libro. En Maelstrom, como digo, Sigrid Rausing ha querido por fin volcar todo lo que ha estado aguantando dentro de sí durante tantos años. Vale que ha estado visitando a un terapeuta, pero qué mejor terapia que escribir un libro. Pues esa terapia, ese libro, es esto de lo que hablo hoy. Igual que trabaja nuestra mente cuando recordamos (y hay que recalcar que Sigrid sufrió una conmoción cerebral por una caída de caballo), el libro se configura con retazos de recuerdos, no lineales y poco conectados entre sí, pero todos con un punto en común: su hermano Hans.
Sigrid es la mediana de tres hermanos, los tres hijos de, como he dicho, una de las familias más ricas de Suecia. Hans es el hermano pequeño. De joven hace un largo viaje a Asia, donde descubre las drogas, en concreto la heroína, y queda atrapado de por vida. La familia lo arropa y le ofrece los mejores tratamientos: clínicas privadas, los mejores doctores, el mayor secretismo. Pero Hans no aguanta. En un centro de desintoxicación conoce a Eva, se van de él y vuelven a las drogas. Tienen tres hijos, que acabarán viviendo con Sigrid. Todos los años que siguen se irán alternando entre los ingresos de Eva y Hans en centros de rehabilitación y sus salidas, sus expulsiones, sus huidas. Y Sigrid, y su hermana, y su madre, siempre detrás. Y la familia Rausing en las portadas de la prensa del corazón. A Eva se le girarán los cables y empezará a acusar a Sigrid y su familia, en especial a su padre, de temas escabrosos. Hasta su muerte. Y entonces, la culpa en Sigrid.
Hay un pasaje del libro en el que se habla de cierta pintura en la que salen Adán y Eva con la mirada perdida tras el pecado y es inevitable pensar en Hans y Eva, en esa fruta prohibida que era/es la droga, en ese Edén que era para ellos el exilio al que les llevaba el efecto de la droga. Dice Rausing que «Este libro es la representación de una historia, no la historia real». Dice también que «qué sabré yo de las mentes ajenas». Pues para no ser real, vaya si lo parece. Y para no saber de las mentes ajenas, vaya también si lo parece. Dicen que lo que pica cura, y Maelstrom es un fuerte picor. Ráscate y disfruta.