Reseña del libro “Magnífica desolación”, de Javier Moreno
Magnífica desolación fue lo que Aldrin dijo al pisar la luna. Una frase menos conocida que la de Neil Armstrong, pero más lírica y que describe perfectamente cada uno de los entornos en los que se desarrollan las historias que nos relata Javier Moreno en Magnífica desolación. Aquí encontramos cuatro nouvelles independientes, pero con temas y personajes que se repiten. O por lo menos personajes que son diferentes versiones de sí mismos. Funcionan como universos paralelos en los que de repente, cuando se alinean los astros, se produce un intercambio entre ellos, se entremezclan y se retroalimentan formando parte de una misma idea.
Pentimento es el nombre del primero de los relatos, un concepto que en un contexto artístico hace referencia a un arrepentimiento del pintor con su obra, un cambio apreciable dentro del cuadro. El título nos proporciona una idea que está flotando durante toda la historia, o mejor dicho durante las dos historias, ya que el autor, combina dos relatos en uno. En ambas nos habla del proceso de escritura y de la importancia de la ficción, sin ella nos moveríamos en un plano material, finito, sin posibilidades. Ésta nos da la posibilidad de crear otras realidades, de vivir proyectando e imaginando.
La segunda nouvelle se titula Los reinos de lo irreal. En ella me sorprendió mucho encontrar a Henry Darger y Vivian Maier juntos. Había escuchado hablar de ellos en el podcast Deforme Semanal, en un capítulo que abordaba la soledad. Ambos fueron dos artistas no reconocidos en su época, cuyos trabajos nada tenían que ver con el arte. En el caso de Henry era conserje y después de su muerte salió a la luz su amplia obra de ilustraciones, en las que retrataba a niños en guerra. También escribió un libro de más de 15.000 páginas, su título que no pondré aquí completo por su larga extensión, comienza de la siguiente manera: La historia de las Vivians. Es por esto, que el protagonista indaga en la posible relación que pudiese haber existido entre estos dos individuos. Vivian, al igual que Henry, vivió en Chicago y era niñera, pero su verdadera pasión fue la fotografía. Gracias a la recuperación de gran parte de su obra, actualmente podemos disfrutar de las imágenes que retrató de la vida cotidiana de las gentes de Chicago.
A mí también me gustaría pensar que llegaron a conocerse y a inspirarse el uno al otro. Los dos eran personas solitarias y supieron explotar esta condición a través del arte. Chicago, en Los reinos de lo irreal, es hostil, la ciudad de las tres catástrofes. Nunca he tenido el placer de viajar a este lugar, pero después de leer esta pequeña novela no la volveré a ver de la misma forma. Ciudad de las cadenas de producción que inspiraron a Hitler, donde se puso en marcha el primer reactor nuclear de la historia y la creación de la escuela económica de Chicago. Un contexto perfecto para enmarcar el arte marginal de Darger.
Magreb es mi relato favorito. Es en este y en el último, llamado El cielo de Madrid, donde la idea de desamor está más presente. Aborda el proceso del desencantamiento dentro de una relación romántica. Cómo ese pensamiento, en un momento concreto, puede cambiar el rumbo de nuestra vida despojándonos de nuestra irreal sensación de seguridad. Esa sensación proporcionada a través de una casa conocida, unos hábitos que se repiten, una comunicación con el otro que carece de espontaneidad. La tranquilidad de lo conocido y predecible. Pensé en la película de Kaufman, Estoy pensando en dejarlo, que plantea de forma muy luminosa esta idea. Esta película me atravesó, fue como una revelación de un secreto a voces que rondaba mi cabeza desde hacía tiempo.
El proceso de escritura va relacionado con quienes somos, ya que elegimos qué palabras utilizar para contar experiencias concretas. Relatar es relatarnos. La memoria y los recuerdos son historias que nos vamos contando, nos van construyendo. Tanto en Magreb como en el resto de nouvelles, aparece de forma recurrente este concepto.
El amor se presenta como una ficción, una fantasía, tanto en Magreb como en El cielo de Madrid. En este último ahonda en la dicotomía entre la ficción y lo real. ¿Realmente es tan importante que algo no sea cierto si cumple su función? El protagonista es un profesor de arte que vive una aventura con una de sus alumnas. Después de acabar esta relación, sigue recreando a través de una aplicación de realidad virtual su affair, de manera paralela a su vida real con su mujer y sus dos hijas. Javier Moreno plantea estas ideas con gran maestría personificándolas a través de las dos hijas.
Como se ha ido deduciendo a lo largo de la reseña, todas y cada una de las pequeñas novelas dentro de este libro están impregnadas por las mismas ideas que vertebran Magnífica desolación. En una entrevista con el autor leí que en un primer momento se quiso publicar los relatos por separado y ahora entiendo perfectamente que Moreno concibiese todas como un único ente. Conforme vas avanzando en la historia te das cuenta que todo va encajando, como si fuesen piezas de un mismo mecanismo que no puede funcionar el uno sin el otro. Todo un mismo ente indivisible como el agua.