Mala farma, de Ben Goldacre
Ben Goldacre es un médico, epidemiólogo, divulgador, colaborador en prensa y algunas cosas más. Aunque no he leído sus columnas en la prensa inglesa, parece ser que en ellas arremete contra las malas prácticas y las supercherías en el campo de la medicina. Una selección de esos artículos fue publicada bajo el título Mala ciencia. Este Mala farma que tenemos entre manos es su segundo libro y, en él, Goldacre arroja sus dardos contra la industria farmacéutica, que no goza precisamente de buena imagen entre el gran público, pero, si se preguntara a cualquier persona normal y corriente no relacionada con ella, seguramente no sabría argumentar esa antipatía. Pues bien, si leemos Mala farma, tendremos munición de sobra para cargar contra los grandes de la producción de medicamentos a escala mundial.
Mala farma es un ensayo bastante denso, muy exhaustivo, muy bien defendido con datos y ejemplos. Yo, personalmente, agradecí en especial los segundos, dado que sitúan e ilustran muy bien el grave problema de fondo de la gran industria farmacéutica. Ben Goldacre disecciona los diversos aspectos deficientes, problemáticos o directamente escandalosos que afectan o, más comúnmente, se derivan de los tejemanejes de las grandes marcas de la investigación y de la producción de medicamentos. Y lo hace respaldado por datos, fechas, nombres, casos concretos y hasta fórmulas matemáticas que funcionan como prueba de que los datos que muchas veces ofrecen las empresas no es que sean falsos, pero no responden a una situación real. Es decir, de que las empresas manipulan esos datos según su conveniencia, a decir de este autor.
Ben Goldacre traza un panorama que nada tendría que envidiar al argumento de una película conspiranoica -de hecho, y tal como el propio autor nos recuerda en Mala farma, ya hay alguna película basada en esta situación: El jardinero fiel, basada a su vez en una novela de John Le Carré-; un panorama en el que las grandes empresas farmacéuticas son principalmente eso, empresas que operan en función de sus intereses comerciales. En aras de ese objetivo, nos advierte Ben Goldacre, esas empresas ocultan grandes cantidades de datos, y no sólo al usuario de medicamentos, sino a los propios médicos, a los investigadores y a las instituciones; los que ofrecen están tergiversados o manipulados; además, la consecución de un nuevo medicamento nada tiene que ver con el bien social, sino con nichos de mercado, patentes muy rentables y la competencia feroz de las empresas; los ensayos clínicos para probar la eficacia de un medicamento son dudosos en sus métodos y, lo que es peor, atentan contra la ética y contra el derecho a la salud de muchas personas; las decisiones que toman los médicos están basadas -necesariamente- en datos parciales o sesgados y, por tanto, el paciente, el usuario y beneficiario de las terapias, a menudo no puede decidir bien sobre su propia salud, porque ni su propio médico puede proporcionarle la información necesaria… Por si esto fuera poco, según Ben Goldacre, también los organismos e instituciones expresamente creados para velar por la seguridad de los usuarios y de ejercer la vigilancia sobre el mercado farmacéutico están gravemente heridos, porque, debido a su constante contacto con los fabricantes, dichos organismos se han hecho permeables a su influencia…
Mala farma explica todo eso con gran rigor y con un aluvión de datos, explicaciones concretas y ejemplos sacados de la vida real. No es el ensayo más fácil o cómodo de leer del mundo -en ningún caso me llevaría este libro a la playa, por ejemplo-, dado que el lenguaje es necesariamente técnico y las explicaciones son a veces abstrusas para los legos. Por contra, los ejemplos sobre malas prácticas con medicamentos concretos o con situaciones mundialmente conocidas -el famoso Tamiflu, de gran predicamento durante la explosión de gripe de hace unos años, las prácticas llevadas a cabo con los primeros medicamentos contra el sida, los efectos secundarios de los antidepresivos SSRI, pero también medicinas de uso muy común como el omeprazol, sin ir más lejos- son muy amenos y se leen con gran interés, porque ilustran cómo casi nada es lo que normalmente creemos en lo tocante a los fármacos en los que millones de personas ponen sus esperanzas de vida.
Por otro lado, Mala farma cumple con otra misión, secundaria, quizá, pero no menos destacable: la de ilustrarnos en cuanto a los procesos de obtención de nuevos medicamentos, la naturaleza de las patentes y su funcionamiento legal, la estructura de la industria y el mercado de los fármacos, las leyes y códigos deontológicos elaborados al respecto…
A pesar de su desarrollo lento y a veces inasequible, Mala farma es una llamada de atención a todos los estamentos que rodean la industria de la salud, pero sobre todo al hombre de a pie, al que Ben Goldacre insta a estar alerta, a interesarse por todas estas cuestiones, a preguntar, a reivindicar sus derechos y a ejercerlos, y también a cobrar mayor conciencia ética y a ser más sensible a los derechos de los demás.
Ahora bien, tampoco hay que caer en el alarmismo, y tal vez éste sea el principal pecado de Mala farma (a pesar de que su autor se manifieste en sentido contrario). Por tanto, convendría tomar esta lectura con realismo y sin paranoias innecesarias. A pesar de las malas prácticas, no cabe duda de que las farmacéuticas han hecho mucho por mejorar la salud de millones de personas durante muchos años, y, personalmente, creo que podemos seguir confiando, en general, en que los medicamentos que se nos administran son seguros, razonablemente eficaces y buenos para nuestra salud.
Aunque posiblemente vaya a ser un libro cargado de tecnicismos e información que tenga que leer en vertical el tema me interesa, especialmente por la impunidad en la que se mueven las industrias farmacéuticas. Tomo nota.
Gracias y un saludo!
Sí que es un libro bastante técnico, aunque yo más bien diría que es riguroso. Está escrito pensando en el lector de a pie. Es cierto que a ratos se hace un poco lento, pero tiene unas conclusiones muy interesantes. Espero que te haya gustado.
Gracias a ti por tu comentario.
Me parece muy bien que se escriba sobre este tipo de cosas. Este tipo de libros ayuda a destapar la corrupción que nos rodea. Un saludo.
Gracias por tu comentario, Livia. Un saludo también para ti.