Cuando abrimos un libro, cuando nos enfrentamos a una nueva lectura, nos convertimos en unos exploradores que arriban a tierras extrañas. Somos como seres de otra galaxia observando lo que acaece en un mundo desconocido. Al principio es habitual sentirse algo desorientado. Lugares nuevos, nombres impronunciables, batallas, amores, amistades y traiciones… Ocurren tantas cosas que hasta que no encajamos las piezas de los diferentes hilos narrativos no empezamos a vislumbrar algo de luz entre tanta bruma. Pero una vez alcanzamos esa claridad, ese momento en el que los lugares empiezan a sernos familiares, los personajes nuestros amigos (o enemigos) y las situaciones a tener una relación entre sí, desaparece esa sensación de confusión que habíamos sentido en los primeros compases de la historia. Y esto es así con cada libro. Con algunos se tarda más que con otros en abandonar esa sensación desasosegante de estar perdiéndote algo. En general el género de la fantasía, al crear mundos imposibles y situaciones extraordinarias, acostumbra a llevarse la palma en lo que se refiere a ese efecto de inopia transitoria. En particular, y como caso diría que único, Los Jardines de la Luna, el primer volumen de la saga Malaz: El libro de los caídos, es un grandísimo ejemplo de como ese efecto de desconcierto puede alargarse hasta extremos insospechados, convirtiéndose luego en una pieza clave de todo un entramado complejo y portentoso.
Los Jardines de la Luna de Steven Erikson lanza ferozmente al lector, desde la página uno, hacia el mismo vórtice de un conflicto titánico. El imperio de Malaz conquista ciudades a su paso y ahora ha puesto el foco en Darujhistan: la última de las ciudades libres del continente de Genabackis. Es en esta ciudad donde partidarios y detractores del imperio Malazano irán moviendo sus hilos para que la suerte se ponga de su lado. Es por ello que en este lugar confluirán un conjunto de fuerzas tan poderosas y antagonistas como la legendaria unidad de élite de los Abrasapuentes, expertos en tácticas de sabotajes y avanzadilla de ejércitos, la Garra y su unidad especial de asesinos, La cábala de T’orrud compuesta por magos y hechiceras o los parroquianos de la taberna del Fénix, en dónde se reúnen ladrones, asesinos de profesión, magos que no lo parecen y gente de apariencia normal pero de habilidades extraordinarias. A todos estos personajes, y a medida que avance la historia, se les irán uniendo otros tantos. Los cambios de bando se sucederán en busca del propio interés y las traiciones estarán tan a la orden del día que deberán andarse con ojo si no quieren acabar con un puñal en la espalda.
Los Jardines de la Luna no es un libro fácil. No es el típico libro de fantasía en el que a cada página el autor hace un pequeño paréntesis para contextualizar, hacer entender a sus lectores, explicarles el porqué de todo lo que ocurre, aclarar por qué la magia funciona de tal forma o de dónde han surgido las diferentes razas. No, Steven Erikson no es el típico autor que simplifica la narración porque cree que sus lectores son idiotas redomados. Y un ejemplo es el arranque del libro en el que todo se da por sobreentendido y el lector no puede ni distraerse un segundo. A la mínima distracción estarás perdido y deberás leer de nuevo, visitar la sección de dramatis personae o el glosario. Y así hasta la página 160 aproximadamente, que, teniendo en cuenta que el libro goza de 765 páginas al final no resulta tanto esfuerzo. Y es que Steven Erikson lo que busca de nosotros es un poco de compromiso y bastante atención, y una vez lo conseguimos, una vez aunamos ambas capacidades, como si de un hechizo se tratara, la lectura se convierte en algo tan placentero que es imposible abandonarla.
Si hay algo por lo que debamos dar gracias a Steven Erikson, e incluso alabar, es porque Los Jardines de la Luna sea un libro de fantasía que se enorgullece de pertenecer a ese género. Steven Erikson no esconde lo que narra tras una falsa fachada de relato medieval que a medida que transcurre transmuta levemente en aventura de espada y brujería. Los Jardines de la Luna es fantasía desde la primera a la última página. Magos y hechiceros que obtienen sus poderes mediante Sendas; objetos que son fuente de poder; dioses que caminan entre los hombres y que juegan con estos de la misma forma que lo hacen en la mitología griega; dragones, espadas mágicas, cuervos sustentados por la magia y seres capaces de moverse entre diferentes planos de realidad. Con todo, Erikson no deja de lado el desarrollo de personajes, todo lo contrario, trata con enorme mimo este punto además del relacionado con las intrigas palaciegas o las estrategias militares.
En definitiva, Los Jardines de la Luna publicado por Nova es una obra tremendamente ambiciosa que culmina con éxito cada una de sus metas. Este primer volumen del universo Malaz rezuma fantasía heroica por los cuatro costados, una fantasía de la que quedarás impregnado tras haber cerrado el libro y que te obligará irremediablemente a continuar con el segundo volumen de la saga: Las puertas de la Casa de la Muerte.