Hay muchas cosas que me encantan de Laura Gallego, pero yo creo que lo que más me gusta de ella es la capacidad que tiene de teletransportarme a otros mundos. La descubrí cuando leí la trilogía de Memorias de Idhún y desde entonces fue un no parar. Seguí con La emperatriz de los etéreos, Dos velas para el diablo, y así hasta llegar a Omnia, el último libro escrito por Laura y que salió a la venta el pasado verano. A pesar de que soy muy fan de ella y he leído casi todas sus obras, eso no es impedimento para que de vez en cuando descubra nuevos títulos de los que no había oído hablar anteriormente. Eso fue lo que me pasó con Mandrágora, que llevaba en el mercado muchos años pero no fue hasta su publicación con la editorial Algar que me enteré de su existencia. Así que no pude evitar hacerme con él y dejarme llevar, de nuevo, por los mundos mágicos que Laura nos ofrece.
Y es que la mente de Laura es maravillosa. No sé cómo cabe tanta fantasía e imaginación en su interior. Yo creo que el mundo necesita más escritores como ella, que tengan la capacidad de acercar a los más pequeños a la lectura. Sus historias atrapan desde la primera página e inculcan valores que todos deberíamos tener presentes en nuestras vidas. Nos ubica en mundos imaginarios perfectamente construidos, en los que la magia y los seres fantásticos siempre encuentran un buen lugar para coexistir.
Mandrágora es una historia de castillos, princesas y nigromantes. Y, como en todo castillo, tiene que haber un sabio que aconseje al rey. El problema es que el sabio Cornelius, que formaba parte de la corte desde hacía muchos años, desaparece sin dejar rastro y el rey Héctor tiene que encontrarle un sustituto. Es ahí cuando aparecen Zacarías y su hija Míriam, que tendrán que mudarse al castillo para poder trabajar mano a mano con el rey. Míriam se da cuenta entonces de que ella no es como el resto de las chicas. Las otras chicas de la corte, nobles y princesas, nada más que piensan en sus futuros maridos y en qué ropa ponerse en el baile que tendrá lugar muy pronto. Míriam, en cambio, pasa las horas entre libros y es incapaz de contener las frases en latín que sin querer salen de sus labios de vez en cuando. A Míriam también le llaman la atención los chicos pero lo cierto es que ellos la ven como un bicho raro que no puede ofrecer más que algún que otro refrán en latín. Pero Míriam empieza a tener unos sueños muy extraños en los que escucha una voz femenina que le repite una y otra vez: “mandrágora”. Todos sabemos que la mandrágora tiene grandes poderes mágicos así que esos sueños no son otra cosa que una predicción que hará que la vida de Míriam cambie por completo.
Así, con magia, misterio, luchas, príncipes, princesas y algún que otro conjuro, Mandrágora se nos presenta como una bonita historia de superación y de búsqueda de la identidad, con una preciosa moraleja digna de un buen cuento. Es un libro que está dirigido a un público de unos diez años pero que atrapará a cualquiera que se aventure dentro de sus páginas. A veces es bueno dejar de lado los libros “para adultos”, esos que detallan la realidad de tal forma que nos hacen pensar en lo mal que está la sociedad en la que vivimos. Y en su lugar, es bueno leer de vez en cuando algún libro que nos devuelva a la infancia, que nos haga volver a imaginar y que nos enseñe que soñar es una de las cosas más bonitas que pueden hacer los humanos. Y si no, mirad El principito. Y es que no hay nada mejor que viajar a un castillo lleno de magia para volver a creer que todo es posible.
Hola, hoy he ido a la biblioteca y he cogido uno de esta escritora, Finis Mundi, es para mi hija, tengo aun la esperanza que empiece a leer de una vez, ya que yo no dejo un libro y ya estoy empezando otro, espero que le llegue la magia que dices que tiene esta escritora para hacer que la gente se enganche a la lectura. Gracias por la recomendación.