Manotazos al aire, de Yolanda Ortiz Padilla

Manotazos al aire

Me gusta disfrutar de casi todo tipo de géneros en mis lecturas, pero hay uno que siempre está presente: la poesía. Vuelvo una y otra vez a ella porque la poesía es necesaria, es vida, es agitación y descubrimiento. La poesía bien hecha, claro está. Tengo una teoría sobre la poesía joven actual. Bueno, ni siquiera sé si es una teoría y como es mía y no pretendo sentar cátedra, ahí va.

Tenemos, por una parte, a un sector de jóvenes “poetas” que escriben muchos libros, que tienen muchos seguidores (que no es lo mismo que lectores, ojo) y cuyo fin es, precisamente, buscar a ese seguidor contándoles lo que quieren leer. Cuando entro en una librería y veo todos sus libros juntos en la sección de poesía se me revuelve el estómago. Creo que a Miguel Hernández también le pasaría. Me parece genial que los jóvenes lean, que se intercambien libros y hablen sobre ellos. Pero no lo llaméis poesía, por favor.

Por otra parte, hay un sector de jóvenes poetas enamorados de las vísceras. Sus poemas son tan crípticos y tan de intestinos, tripas y demás que al leerlos tengo la sensación de estar en un quirófano. No entiendo nada.

Por último, hay jóvenes poetas que hacen auténtica poesía, que la mantienen viva y la cuidan. Por eso, cuando quiero leer a buenos poetas actuales, recurro, entre otras, a la editorial Baile del Sol, porque sé que ellos también miman a la poesía.

En esta ocasión he elegido Manotazos al aire, de Yolanda Ortiz Padilla. A esta poeta no la conocía, pero me atrajo el texto de la contraportada:

“Así anda la cosa:

cada uno dando manotazos al aire,

con la herida abierta y sin saber/siquiera

dónde coño está

la mano del otro”.

Ante semejante carta de presentación no he podido resistirme. Personas heridas y egoístas que no saben lo que quieren, que no les importa. Y solos, tremendamente solos. Me parece un acertado reflejo de nuestra sociedad. Por ello, creo que Yolanda más que lanzar manotazos al aire, nos lanza un puñetazo directo al estómago. En serio, ¿tan perdidos estamos? Busquemos más la mano del otro, por favor. Y con esta premisa he leído el poemario de esta poeta jienense nacida en 1981, que tiene ya dos poemarios publicados.

Manotazos al aire está divido en tres apartados: manotazos, la herida abierta y el aire. Todos ellos conectados y alejados entre sí. Tres apartados, de nuevo, como tres puñetazos.

Primer round: manotazos. Tras esa desolación inicial, ese sabernos seres egoístas y perdidos que lanzamos manotazos al aire sin saber bien qué buscamos, he de confesar que he sentido una profunda pena inicial. Me he planteado qué estamos haciendo tan mal. Sin embargo recupero la esperanza cuando la poeta imagina “un tiempo en que todo es posible”. Un “territorio fuera de la mano del hombre, de su boca cruel” y es entonces cuando “el  placer no cabe en este mundo”. Una suerte de reconciliación, eso sí, alejado de aquello en lo que nos estamos convirtiendo.

Siempre a vueltas con el lenguaje los poetas, Yolanda escribe un precioso poema que arranca con estos versos:

“Deseo torcer el poema,

engañar al lenguaje

para que busque tu boca,

pronuncie mi nombre,

tu boca.”

El lenguaje y el amor son dos de los temas más universales de la  poesía y aquí Yolanda ha sabido interrelacionarlos con valentía y pasión. Escribe la autora en el último poema de este apartado: “La poesía es una forma más de pornografía”. Y servidora no puede estar más de acuerdo. Claro que se puede hacer el amor con poemas. Pruébenlo y me cuentan.

Segundo round: la herida abierta. Vuelve un poco la desolación inicial. El poema titulado “Girar” finaliza con estos tristes versos:

“El  hombre se dio cuenta entonces

de que solo podía

girar

sobre su propio eje”.

¿Es esto lo que nos queda? Asusta, qué queréis que os diga. Al igual que asusta confirmar, una vez más nuestro egoísmo. Lean el poema que habla sobre un hombre que pide en la puerta de un supermercado. Léanlo y díganme si estos versos finales “Ahora puede usted seguir su camino: la mañana se ha roto en esquirlas diminutas” no les hace romperse en mil pedazos por dentro.

Me gusta el poema titulado “Desde el balcón” porque es sencillo y hermoso. Esa clase de belleza que reside en las cosas sin importancia. En suma, poesía. Al igual que ocurren con el poema de la bolsa. Sencillos, directos. Pura poesía.

Tiene Yolanda poemas más sucios, más desgarrados. Pero es que cuando el poeta trata determinados temas no cabe otra posibilidad. Eso es lo que ocurre con Viorica Balenescu I  y II.

Tercer round: el aire. Los recuerdos, la tristeza y de nuevo el lenguaje flotan por estos versos. Destaco Impoético (un sueño) por ser una alegoría hermosa de un poema.

Me ha gustado descubrir y conocer a Yolanda Ortiz. Aunque a veces algo críptica, Yolanda hace poesía y es poeta. Una combinación que da resultados tan buenos como Manotazos al aire.

 

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