A veces me pasa. Veo un libro y sé que tengo que leerlo. No sé muy bien por qué. Ni siquiera me importa leer la sinopsis o saber de qué trata. Simplemente, es como si el libro me llamara a mí directamente y lo tuviera que leer, sin elección. No me pasa normalmente, claro. Soy bastante rigurosa con mis lecturas y escojo muy a fondo lo que quiero leer en cada momento. Tengo una lista repleta de lecturas pendientes que acaban ahí por recomendaciones o porque la sinopsis me ha llamado muchísimo. También tengo autores predilectos que hacen que lea cualquier cosa que escriban o editoriales que sé que son una apuesta segura. Pero hay ciertos momentos en los que, sin motivo alguno, se me antoja un libro porque sí.
Y este ha sido el caso. Mi Instagram se llenó de repente de gente que había comprado Máquinas mortales. Yo no quise saber de qué trataba: quería descubrirlo por mí misma al sumergirme en sus páginas. Y eso fue exactamente lo que hice.
Así que, cuando lo empecé, no sabía que en ese mundo creado por Philip Reeve las ciudades se habían alzado para ir sobre ruedas. Ni que las ciudades más grandes se dedicaban a ir a la caza de las más pequeñas para apoderarse de sus bienes. Tampoco sabía que, después de una horrible guerra los humanos se habían puesto al servicio de la tecnología siendo esta la única religión que profesar. Y muchísimo menos sabía que Tom, el protagonista de este libro, tendría que huir de Londres (una de las ciudades más peligrosas e importantes del mundo) para acabar junto a una chica llamada Hester en la tierra, también conocido como “terreno de caza”. Así que ya os podéis ir haciendo una idea de la sorpresa que me llevé cuando empecé a leer este libro. Si hubiera sabido todo esto antes de empezar con él, igual no me hubiera sorprendido tanto.
Me parece una idea genial que me recuerda muchísimo a la saga Star Wars. Y eso es lo que ha hecho que me gustara tanto el libro, porque adoro Star Wars. Este punto hay que aclararlo: no me recuerda porque haya naves espaciales y cosas así, sino por lo de las alianzas entre ciudades que vagan por el cielo intentando no encontrarse con una que pudiera parecer un peligro. No sé, quizás esta conexión solo la encuentre yo, puede ser. Pero, sin duda, es algo que me ha gustado.
Máquinas mortales es la primera parte de una saga que se compondrá de cuatro libros. Y una de las cosas más importantes que debes saber sobre ella es que Peter Jackson —quien dirigiera El señor de los anillos y El hobbit— ya está preparando la adaptación para llevarla al cine. De hecho, en España podremos ver la primera parte muy pronto. Y no os lo voy a negar, esto va a ser un reclamo increíble para el libro, porque serán muchos fans de este director los que quieran saber de antemano qué se podrán encontrar cuando vean la película.
Contiene una historia que atrapa y que es muy original. En ella se puede ver perfectamente ese mundo distópico y futurista que está ambientado en un marco un tanto steampunk. El escritor, Philip Reeve, se toma muchas molestias en adentrarnos en ese contexto y en describirnos todo para que podamos imaginárnoslo perfectamente.
En cuanto a los personajes, quizás ahí se quede un poco atrás este libro. No he conseguido establecer una conexión profunda con ellos, ya que me han parecido a veces planos. Sobre todo, Tom. En ese aspecto, a Hester la podemos llegar a conocer mejor, ya que es una chica que por sus características particulares, es más trasparente que Tom. Quizás en las siguientes partes de la saga el autor dedique más tiempo a mejorar este aspecto. Puede ser que, al tratarse de una primera parte, el autor haya querido dar solamente unas pinceladas para después desarrollar la personalidad de los personajes con más profundidad a medida que avanza la historia.
Aun así, ha sido un libro que me ha gustado mucho. Está muy bien que yo tenga esa lista interminable de libros por leer y que me rija por su contenido cuando quiero empezar una lectura nueva. Pero también está muy bien tener ese sexto sentido que me dice que tengo que leer un libro porque sí. Sin ninguna razón. Porque ese sexto sentido que hoy me está haciendo escribir estas líneas, me está demostrando que muy pocas veces se equivoca.