Si me hubieran preguntado hace unos meses cuál era mi Vengador favorito, seguramente, el primero que me habría venido a la cabeza habría sido Thor, pues su figura aúna en un solo personaje los pasionales mitos nórdicos y la épica de los cómics de superhéroes. Sí, claro, también podría haber escogido al Capitán América. ¿A quién no le gusta el Capi? El tipo de la gran estrella en el pecho, símbolo viviente de los verdaderos valores por los cuales se debería regir Norteamérica. La Viuda Negra también se halla en mi lista. La espía de procedencia rusa que es tan misteriosa como implacable a la hora de hacer frente a sus enemigos. Ironman, Ojo de Halcón o Hulk serían los siguientes en ser seleccionados en ese registro mental de Vengadores por los cuales siento simpatía. He de ser sincero, si me hubieran preguntado hace unos meses cuál era mi Vengador favorito la Visión ni siquiera habría rondado mis pensamientos; hasta ahora.
La Visión, que fue creado por el guionista Roy Thomas, lleva desde los años 60 dando guerra. Los orígenes de este androide (aunque él prefiere que se refieran a él como sintozoide) están íntimamente ligados a Ultrón. Este villano crearía a la Visión con el único fin de destruir a Los Vengadores. Pero cuando a un androide le otorgas conciencia también le estás dando la oportunidad de elegir. Y la Visión eligió ponerse del lado de los héroes a los que había ido a destruir para luchar contra su progenitor. Luego la Visión se convertiría en un miembro destacado de Los Vengadores. Con todo, a pesar de codearse con infinidad de humanos, el androide de personalidad fascinante y de frío raciocinio siempre ha sentido que no encajaba, que no era lo suficientemente normal.
En Marvel Integral: La Visión el protagonista decide que para ser una persona normal y corriente y formar parte de la sociedad necesita una familia. Una mujer, una hija y un hijo. Una casita con jardín y un perro correteando por el césped. Vestir siempre de forma elegante puede ayudar. Sociabilizar con los vecinos podría estar bien. Y que los niños asistan al instituto es de vital importancia. Pero cuando tu familia al completo es capaz de volar, atravesar paredes, destruir una mesa de un solo puñetazo o lanzar rayos de energía por la frente, quizá la palabra normal no sea la adecuada para definirte. Así que, esta peculiar familia tendrá que aprender a sobrevivir en un mundo en el cual si te sales del guion establecido eres señalado con el dedo.
Coger alguien excepcional y hacerle actuar de forma normal. Esta es la premisa planteada por el guionista Tom King que, gracias a una potentísima narración, solo necesita una página para conseguir enganchar al lector. Varias voces serán las que relaten la historia de los Visión. Voces que detallan de forma exquisita, y con cadencia de cuento, el pasado, presente e incluso futuro que rodea a todos los personajes; incluso el de aquellos más insignificantes. En ocasiones, esa narración tendrá la osadía de avanzarnos acontecimientos clave, que, una vez ocurran, aún a sabiendas de que iban a ocurrir, no dejan de sorprender. A esto hay que añadirle la magistral forma en la que King trata temas como el racismo, el bullying escolar o los conflictos familiares. Asuntos a los que da un inicio cautivante y un final contundente y que terminan uniéndose y formando un círculo narrativo perfecto. En conjunto, el guion de Tom King es una elaborada metáfora, que llega a alcanzar niveles de tragedia shakesperiana, sobre todo aquello especial a lo que cualquier individuo se ve obligado a renunciar para encajar en un grupo.
Si con un guion de manufactura antológica no bastaba, a los lápices encontramos al español Gabriel Hernández Walta creando un dibujo impecable. Sus ilustraciones, más cercanas al cómic independiente que al superheroico, no solo son capaces de dotar de gran elocuencia, e incluso humanidad, a los Visión (hablamos de seres sin cejas, sin pestañas y con una oquedad blanca donde deberían estar los ojos) sino que además eleva a niveles épicos escenas que a priori, explicadas de viva voz, podrían no parecerlo. La Visión y un mechero… Y no diré nada más. A través de la distribución de viñetas, o jugando con los elementos que hay dentro de ellas, Walta logra apoderarse de la atención del lector y lo sumerge en escenas que producen claustrofobia (la Visión en detención domiciliaria) o inmensa melancolía (la Visión, su ojo proyector y Shakespeare). Pero si hablamos de momentos emotivos y bellos entonces no podemos olvidarnos de Michael Walsh, el dibujante invitado, encargado de explicarnos en el séptimo capítulo el romance que vivieron la Visión y Bruja Escarlata. Amor, ternura, desamor, dolor, tragedia… Un torbellino de emociones marcado por una viñeta simplemente hermosa: la Visión y Bruja Escarlata besándose mientras Los Vengadores se enfrentan a Nefaria. ¡Pero no se vayan todavía, aún hay más! Y es que la colorista Jordie Bellaire, mediante sus pinceles, jugando con las luces, las tonalidades y los colores saturados en las escenas que hacen mención a recuerdos, dota de más profundidad y mejora un trabajo que ya de por sí parecía perfecto.
A todo lo anteriormente mencionado hay que añadirle la edición especial que se ha sacado de la manga la gente de Panini. Una edición que, sobre todo por el lomo, evoca los clásicos de la literatura y que incluye el guion al completo, el proceso de creación, portadas alternativas, entrevistas a los autores, bocetos, bocetos y más bocetos. Un completísimo montaje del director (más de 200 páginas) que encantará a los que sienten curiosidad por saber cómo se hace un cómic.
En definitiva, Marvel Integral: La Visión es una brillante fábula de ciencia ficción costumbrista que, a través de unos seres excepcionales que se enfrentan a situaciones cotidianas e intentan con todas sus fuerzas parecer humanos, invita al lector a reflexionar sobre la propia condición humana.