Hace algo más de una década, me dio por leer dos grandes clásicos de la literatura de monstruos, uno detrás de otro: Drácula, de Bram Stoker, y Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley. El primero me decepcionó bastante —ya se sabe que las grandes expectativas son traicioneras— y el segundo me gustó mucho más, aunque tampoco me impresionó tanto como esperaba. Años después, diferentes lecturas que llegaron a mis manos me hicieron conocer detalles de la vida de Mary Shelley, y fue entonces cuando quedé fascinada por esta escritora y empecé a ver su obra con otros ojos.
Ahora que se cumple el segundo centenario de la publicación de Frankenstein o el moderno Prometeo, proliferan las reediciones de la novela, pero también ven la luz muchos libros que, por fin, ponen a su autora, Mary Shelley, en el lugar que se merece. Hace un año ya os hablé de Mary Shelley: la muerte del monstruo, de Raquel Lagartos y Julio César Iglesias, una novela gráfica maravillosa publicada por Diábolo, que relataba la vida de Mary Shelley desde su nacimiento hasta su muerte. Y hoy vengo a hablaros de Mary, que escribió Frankenstein, otra preciosa biografía ilustrada, recién publicada por Impedimenta. En esta obra, la escritora canadiense Linda Bailey y la ilustradora española Júlia Sardà se centran en la infancia de Mary. Pero no lo hacen de cualquier manera, sino poniendo de relieve todas esas vivencias e influencias que se unieron dentro de la imaginativa mente de Mary Shelley, para que con tan solo diecinueve años escribiera la que sería la primera novela de ciencia ficción de la historia.
¿Qué poema le impresionó siendo niña? ¿A qué se debía su atracción por las historias de fantasmas? ¿Dónde oyó por primera vez el nombre de Frankenstein? Estas son algunas de las piezas que presentan Linda Bailey y Júlia Sardà en Mary, que escribió Frankenstein. Pero ¿cómo han sabido cuáles eran las claves del proceso creativo de Frankenstein o el moderno Prometeo? Pues por las explicaciones que dio la propia Mary Shelley en «Introducción de la autora», texto que escribió en 1831, exactamente trece años después de la publicación del famoso libro, como respuesta a las innumerables voces que cuestionaban que alguien como ella (joven y mujer) hubiese creado una novela tan terrorífica y madura.
Es evidente que hay millones de admiradores de Frankenstein o el moderno Prometeo, pero creo que todavía no los suficientes de una mujer tan fascinante como Mary Shelley. Menos mal que libros como Mary, que escribió Frankenstein lograrán remediar semejante injusticia literaria, aunque sea doscientos años tarde, porque la prosa sencilla de Linda Bailey y las expresivas ilustraciones de Júlia Sardà forman un tándem perfecto para que los lectores disfruten de un primer acercamiento a la figura de Mary Shelley. Estoy convencida de que aquellos que todavía no sepan nada de su vida querrán profundizar más tras esta lectura, y los que, como yo, ya hayan leído otras biografías, no se resistirán a sumar esta belleza a su colección.
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