Mashenka

Mashenka, de Vladimir Nabokov

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“[…]Intentó recordar el aroma de aquel perfume, mezclado con los frescos olores otoñales del parque, pero, como todos sabemos, la memoria puede resucitarlo todo salvo los perfumes, pese a que nada hay que resucite con tanta fuerza el pasado como el olor a él asociado.” La historia del ruso Ganin en Mashenka flota constantemente entre el presente y la fuerza por intentar recordar.

 

Mi elección al comprar este libro tiene nombre y apellido: Vladimir Nabokov. Mi autor favorito no podía desencantarme si ya me había ganado con su forma de contar historias. Lógicamente, todos recuerdan Lolita por la polémica que despierta. Pero hay un Nabokov muy alejado de la pedofilia de Humbert Humbert-personaje de Lolita-y es el que se puede apreciar en Mashenka.

 


Ganin es un emigrado ruso en Alemania que vive en una pensión junto con otros compatriotas. Su vida puede ser la de cualquier ruso que escapó de la Revolución para sumergirse en culturas totalmente distintas. Y el relato va a comenzar así, desde la cotidianeidad de dos compañeros de pensión que se quedan atrapados en un ascensor. En esa conversación irritante para Ganin comienza a vislumbrarse el pasado del protagonista. Pasado cuyo eje es un amor perdido, el amor primero y del que aún hoy se hace eco. El amor de Mashenka.

 

Pero no sólo juega con el protagonista. También hay dos bailarines homosexuales, la amante de Ganin más su amiga que también está enamorada de él, un poeta entrado en años que insistentemente busca abandonar Alemania y el vecino insoportable que sólo habla del reencuentro con su mujer.  Cada uno de ellos aporta algo a la vida del personaje principal y entre todos, dibujan la realidad de quienes abandonan su país y aún lo añoran.

Muy pocas veces me he encontrado con un libro que toque el pasado y regrese al presente con tanta facilidad. Mashenka invita a reflexionar sobre la potencia del pasado, de su peso en nuestra realidad actual. De una forma simple, con la escritura maravillosa y totalmente exquisita de Nabokov, este libro tiene el poder de golpearnos para decirnos que el pasado no siempre está pisado.

María Rosario Arán

 

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