Se supone que Neil Gaiman es un maestro del terror (se supone porque lo es, naturalmente) sin embargo a mí siempre me ha resultado un escritor más entrañable que terrorífico. Tienen sus historias un alma tan humana que aunque uno es consciente de que es probable que en cualquier momento aparezca un monstruo mitológico, un malvado extraterrestre o aún peor, un avieso terrestre ordinario que tiñan la trama de sangre o como mínimo que le provoquen un sobresalto, las espera confortablemente. Como si los monstruos, las hadas, los asesinos, las sombras o los perros gigantes fueran de casa, de toda la vida, y pudiera uno conversar con ellos mientras descansan en pantuflas entre susto y susto. No sé si a él le gustaría este concepto que tengo sobre su obra que podría definir como “miedo sin angustia” pero tengo bastante claro que su principal rasgo definitorio no es tanto el terror como la desbordante imaginación de su autor y que el miedo en realidad sólo se siente ante la posibilidad de no estar como lector a la altura del despliegue de imaginación y fantasía que le espera.
Esta obra, Material sensible, es una recopilación de cuentos. Perdón. Esta obra, Material sensible, es una magnífica recopilación de cuentos y sin embargo eso es algo por lo que Neil Gaiman siente la necesidad de disculparse. Por recopilar en lugar de escribir una obra con hilo conductor y unidad temática o estilística que la cohesione. Le agradezco la disculpa pero me veo obligado a reconocer que me parece absurda y así lo he defendido en multitud de ocasiones. Los cuentos son lo que son en sí mismos y son tan buenos si a continuación se puede leer otro al que le una un hilo conductor de alguna clase como si es completamente independiente. Y en el caso de Neil Gaiman es probable que incluso el motivo por el que su autor se disculpa sea en realidad una virtud porque cuando un escritor es tan personal y su imaginación es tan desbordante se agradece que los cuentos sean diferentes porque eso ahuyenta el riesgo de saturación.
Otra idea que me ronda la cabeza desde hace tiempo es que Neil Gaiman es un gran escritor de prólogos, de hecho prefiero sus prólogos a los cuentos de algunos otros porque son muy literarios, porque esconden premios y sorpresas y porque al menos en este caso tiene a bien el autor dedicar unas palabras a cada cuento en las que explica las circunstancias en las que los escribió, aquello que le inspiró para hacerlo. Y se agradece porque establece con el lector una sensación de confianza, cuando no de intimidad, que es un valor añadido indudable.
El título, Material sensible, hace referencia al mensaje con el que se alerta del contenido de una determinada experiencia y es un título muy acertado pero que lamentablemente en nuestro país pierde algo de fuerza porque estamos más acostumbrados a leyendas más rebuscadas como “este material contiene imágenes que pueden herir la sensibilidad del espectador”. La idea en todo caso es que Neil Gaiman nos advierte acerca del contenido de su obra, del acecho de las sombras y la inquietante presencia de seres fantásticos de toda condición. Una advertencia que es en realidad un acicate porque no sé a ustedes, pero a mí me resulta sumamente atractivo. Y lo que debo decir es que no decepciona. Son cuentos muy diferentes tanto en tramas como en escenarios pero en todos ellos se encuentran esas virtudes a las que he hecho referencia y el disfrute difícilmente podría ser mayor. La única pega que le pongo es que en uno de los cuentos hay una inquietante mención al gazpacho y en esta época calurosa que atravesamos la inquietud no es un ingrediente que le vaya bien al gazpacho. Y de entre los cientos o miles de seres que han nacido de la fecunda imaginación de Neil Gaiman me voy a permitir de mostrarles a uno: el desinventor. Magnífica idea. Tranquilos, no les desvelo nada más.
Un último detalle destacable, especialmente para los muy fieles, es que esta recopilación incluye un cuento inédito, Black dog, probablemente uno de los mejores de Material sensible, así como homenajes a Dr. Who y Sherlock Holmes.
Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es