Memorias de un amigo imaginario, de Matthew Dicks
De pequeño, yo tenía un amigo imaginario. Me gustaba pasar tiempo con él. Me hacía reír, a veces convertíamos el día a día en una aventura, e incluso intentábamos hacer gamberradas juntos. Mi madre, al principio, me miraba con cara rara cuando me veía hablar solo, aunque no lo estuviera haciendo, pero después entendió que Pip, que así se llamaba él, era una compañía igual de agradable que los niños “normales”. Tiempo después, Pip se fue de viaje y no volvió. Me dijo que tenía que ir a ver a unos familiares imaginarios que no se encontraban demasiado bien, pero que no me preocupara, que todo iría bien, y que, en algún momento, nos volveríamos a encontrar cuando menos lo esperáramos. Y, gracias a “Memorias de un amigo imaginario” me he vuelto a reencontrar con él, a través de las palabras.
Esta es la historia de Max. O quizá es la historia de Max contaba por Budo, su amigo imaginario. O puede que, en realidad, sea el mundo interior de Max el que nos cuenta qué sucede. El caso es que Max vive hacia dentro, no hacia fuera. Y ahora, este niño tachado por todos de diferente, está en peligro y sólo su amigo imaginario puede salvarle. ¿Lo conseguirá?
La literatura nos enseña muchas veces mundos que desconocemos por completo. Matthew Dicks nos lleva de la mano para mostrarnos una nueva realidad que nos suele permanecer ajena: la del autismo. Pero mucho más allá del trastorno, se encuentra una lucha por la familia, un grito desesperado por normalizar, ante una sociedad que prefiere permanecer ciega, la situación de los niños que no son como el resto. “Memorias de un amigo imaginario” nos cuenta un viaje hacia la madurez, llena de baches que saltar, que rodear en el último momento, y sobre todo, esta novela es un relato sobre la amistad, sobre las cosas que se hacen por la gente que quieres, por las personas que son importantes en tu vida. Porque, ¿cuando un amigo, aunque sea imaginario, lo puede dar todo por ti para salvarte, no es algo lo suficientemente grande como para contarlo? Porque según iba pasando las páginas que Matthew Dicks ha escrito, volví a aquellos primeros años donde mi amigo imaginario, Pip, me ayudaba a levantarme y me acompañaba al colegio, aquellas noches en los que era yo el que le leía un cuento para dormirnos, y aquellos días en los que hablábamos de lo mucho que se querían mis padres. Y es que así es “Memoria de un amigo imaginario”. Es nuestro mundo contado desde otra perspectiva, un mundo que para los que lo desconocen plantea numerosas dudas, preguntas de por qué hacemos lo que hacemos, interrogantes sobre las tonterías que podemos llegar a hacer por querer mucho a alguien de la manera equivocada.
Me despedí de Pip hace mucho tiempo. Hoy he vuelto a hacerlo, con una pequeña lágrima bordeando la cuenca de los ojos. Porque gracias de Matthew Dicks, he comprendido que a veces las despedidas, aunque amargas, son necesarias; he aprendido que la amistad no consiste en tener a alguien al lado en todo momento, sino que también la ausencia puede ser algo bueno, que da perspectiva, y que te hace dar importancia a cosas que no te habías planteado. En realidad, Pip ha seguido aquí todo el tiempo, desde que se fue cuando cumplí los siete años. Porque estas “Memorias de un amigo imaginario” no dejan de ser un cuento sobre lo importante que es tener a alguien que te quiera y te comprenda, a pesar de todo.
Porque, que un libro te haga volver a la infancia sin necesidad de echar la vista atrás para conseguirlo, ¿querrá decir algo, no?
Me gustaria saber donde conseguir este libro. Muchas Gracias!
me gusta mucho el cuento