Reseña del libro “Mensaje en un jersey de rayas”, de Bego Torregrosa
Los cuentos que forman parte de Mensaje en un jersey de rayas no gustan de los caminos trillados, no juegan al personaje peculiar ni a la sorpresa final, son cuentos con alma, con personalidad que desde el primero de ellos, a cuyo protagonista le ocurre una de esas situaciones que en el lenguaje común podríamos describir diciendo que tiene que cargar con un muerto y la realidad somatiza la expresión y efectivamente le vemos cargar con uno, te advierten de que estás ante algo diferente. No solo busca Bego Torregrosa situaciones que escapan de lo habitual, sino que las trata con una imaginación y un humor que hacen verdaderamente especiales estos cuentos.
Mensaje en un jersey de rayas es, por cierto, también el título de uno de los cuentos, el que cierra la colección, que además de ser un cuento magnífico está escrito en segunda persona, algo que a mi modo de ver es bastante difícil y denota un gran dominio de la técnica narrativa. Sobre todo porque la pone al servicio de la historia, no son ejercicios de estilo huecos sino que son cuentos vivos, que hablan al lector.
Seguro que alguna vez, por no decir muchas, le han dicho a un ser querido que tenía que afrontar una situación difícil eso de «estoy contigo», entendiendo que es en espíritu. Uno de los cuentos que me han parecido más divertidos hace nuevamente real la forma de hablar y vemos a un protagonista con tiene dificultades para relacionarse con las mujeres y que tras asistir a una terapia para superarlos tiene por fin una cita y su terapeuta le acompaña, no en espíritu, sino que reserva una mesa al lado de la suya para aconsejarle o apoyarle en lo que sea necesario. Parece que la situación por sí misma es todo un hallazgo narrativo, que solo hace falta dejar volar la imaginación para que de ella salga un cuento al menos divertido pero créanme, merece la pena leer el cuento porque la autora le saca un jugo que va más allá del natural desarrollo de una escena chocante.
Magnífico me ha resultado también otro cuento en la que un adolescente se queja amargamente de la carga que le supone su hermano pequeño, discapacitado, no sólo por la crudeza con la que expresa sus lamentos sino por la maestría con la que la autora hace girar los acontecimientos y nos hace relativizar las capacidades de cada uno.
No es fácil reseñar cuentos sin desentrañar cosas de más, no quisiera hacerlo porque en el caso de los cuentos es especialmente importante descubrirlos en las palabras del autor, autora en este caso. Les he hablado de tres de los cuentos que forman parte de este Mensaje en un jersey de rayas, que se compone en total de trece (precioso número por cierto, me pregunto si es una elección o una coincidencia) y ya tengo la sensación de haber dicho demasiado. Permítanme que les diga alguna cosa más, anecdótica si quieren, pero qué es un lector de cuentos, un lector a secas, si no se fija en los detalles. Me ha encantado una expresión que desconocía aunque seguro que en la zona de la que es natural la autora es de uso común, «llevar a coscoletas», que según he podido averiguar es llevar a alguien a caballo o a a hombros, según quien lo explique. No sé muy bien cómo explicarlo pero para mi encontrar expresiones así en los textos es un verdadero regalo.
La imagen de cubierta, que además de sus valores estéticos tiene el mérito de recoger varias claves de los cuentos, es de Raquel F. Saez. La editorial acostumbra a destacar la autoría de sus ilustradores y es de justicia hacer lo propio en la reseña. Habría que hacerlo siempre.
En fin, ha sido un placer leer Mensaje en un jersey de rayas, siempre lo es reencontrarse con un género que es muy complicado pero que, cuando está bien ejecutado, regala momentos de literatura pura, y estos cuentos sin duda lo hacen. Ha sido una magnífica manera de abrir las lecturas del año.
Andrés Barrero
@abarreror