Menudas historias de la Historia, de Nieves Concostrina
La dedicatoria de este libro no tiene desperdicio. Es tan clara y contundente, y allana tanto el camino para la comprensión del contenido, que me permito copiarla textualmente:
“Quiero dedicar este libro a todos los profesores de Historia que me cayeron en suerte durante mi esponjosa infancia y que se empeñaron en hacerme aprender de memoria tratados, concilios, fechas y retahílas de reyes, que yo olvidaba en el primer cuarto de hora de recreo con mi bocata de fuagrás en la mano. Con su falta de entusiasmo me hurtaron la diversión y la simpatía que la Historia guarda entre línea y que, sin duda, me hubieran ayudado a situarme en el tiempo y en el espacio, a comprender y a hilar acontecimientos más allá de sesudas conclusiones que había que plasmar en un examen. Ninguno sonrió jamás en clase. Va por ellos”
Ninguno sonrió jamás en clase, dice Nieves Concostrina, la autora de Menudas historias de la Historia. Y no solo tiene razón, sino que ella aparece aquí para intentar enmendar ese suplicio que tantos de nosotros tuvimos que vivir durante el paso por el colegio. Porque si hay algo que logra el contenido de este libro es que uno se ría, sin que eso sea incompatible con la posibilidad de aprender.
¿Puede enseñarse historia mediante centenares de textos que no superan las dos páginas cada uno? He aquí otro punto importante a destacar: Nieves Concostrina (Madrid, 1961, también autora de Se armó la de San Quintín, Polvo Eres 1 y 2 y …Y en polvo te convertirás) no pretende enseñar, sino sobre todo despertar la curiosidad de forma amena y encender la llama para, de cada mini historia, salir corriendo a la biblioteca con el fin de obtener información ampliada.
La capacidad de Nieves Concostrina reside en lograr explicar de manera simple y entretenida grandes temas de la humanidad; jamás comprendí de forma tan clara y resumida el conflicto en Medio Oriente, la Reforma Protestante o la Matanza de Tiananmen.
Para amenizar aun más otros temas que resultan de todas maneras un poco densos (¡Que manía de la historia esto de que los Reyes se cambiaran de nombre según donde reinaran!) aparece en el libro un capítulo espectacular llamado “Cuestiones mundanas” en los que se tocan temas más que divertidos como el nacimiento del libro de los Records Guinnes, los inexistentes mil goles de Pelé, el truco que posee el reloj de la Puerta del Sol de Madrid o la irrisoria tasa de natalidad en el Vaticano.
Y muchos, pero muchos datos de esos que uno luego puede contar, y hacerse el lindo, en una reunión de amigos:
– Que la perra Laika nunca llegó al espacio.