Estaba preguntándome qué es tener una vida ejemplar. Tal vez haber estudiado una larga carrera, de esas de las difíciles de verdad. Con buenas notas, a poder ser. Tener un trabajo de éxito en el que tengas que llevar traje y la gente se quede un poco anonadada cuando le digas en qué consiste. Quizás… una pareja estable, con la que tener una relación perfecta. Una pareja que sea la envidia de todos, con la que jamás discutes y con la que quieres pasar el resto de tu vida. Una buena casa, con un bonito jardín que arreglar los domingos o tal vez un piso súper céntrico en una enorme ciudad que jamás duerme. Ser respetuoso, educado, servicial. Vivir para trabajar. Tener prioridades, escalas de valores. Pero en orden. No sé… todas esas cosas que ves en las películas y de las que solo te enseñan la punta del iceberg. Porque seguro que esa persona tiene hipoteca, gastos hasta arriba, desajustes amorosos, depresión derivada de su trabajo o un incipiente ataque cardíaco producido por el trabajo.
Héctor era más o menos ese hombre ejemplar. Una buena carrera, un trabajo de éxito en Londres, una buena casa… Pero por circunstancias tiene que volver a su pueblo natal y todo comienza a desmoronarse. Allí se casa con Iris y se traslada a Madrid a intentar recuperar aquella vida que dejó en Inglaterra. Y en cierta medida lo consiguió. Otro trabajo de éxito, con la mujer de sus sueños a su lado, otra buena casa… todo para lo que se había esforzado tanto. Hasta que un día llega a su casa y encuentra a su perfecta mujer acostándose con su perfecto jefe. Sin casa, sin trabajo, sin mujer. Sin nada. Así se encontró Héctor. Otra vez a recomponer su vida, otra vez a empezar de cero. Pero nuestro protagonista demuestra ser una persona capaz y persistente, así que lo logra y sienta los cimientos de lo que será su futura vida. Perfecta, claro. Pero en sus planes no entraba que su ex mujer (sí, aquella que le puso los cuernos) apareciera asesinada y que él se convirtiera en el principal sospechoso de ese asesinato. Y tampoco entraba en sus planes —ni muchísimo menos— conocer a Laura, una chica de la calle que es de todo menos perfecta. Héctor tendrá que aprender a lidiar con esa nueva vida y a hacer por encajar a Laura en ella. Se acabó el orden, la perfección y la ejemplaridad.
Metamorfosis de un ciudadano ejemplar es una novela de J. Jackson. Podríamos decir que ya es un experto en esto de publicar libros, ya que es el sexto que saca al mercado, habiendo empezado en el 2014. En este caso nos trae una historia de intriga, conspiraciones, corrupción y asesinatos de esas que tanto gustan. O a mí por lo menos. Porque me encantan esas tramas que te crean la necesidad de seguir pasando y pasando páginas sin parar hasta descubrir quién es el asesino. Es curioso, porque mira que leo novelas policíacas de este estilo y muy pocas veces acierto. Suelo hacer mi quiniela a mitad del libro, pero nada, no hay manera. Menos mal que me dedico a otras cosas, porque si tuviera que ser detective pasaría muchísima hambre.
El caso es que dentro de esta corta novela —tiene alrededor de doscientas cincuenta páginas— encontramos varias tramas que se van entrelazando y que hacen que estemos con una intriga constante. Por una parte, tenemos al protagonista acompañado de la alocada Laura y, por otra, los policías que intentan resolver el asesinato. Pero la cosa se complica a medida que avanzamos en la historia y todo se enreda sin remedio. Me gusta esto de que haya varias tramas, porque vivimos varias crónicas a la vez. Al ponernos en la piel de Héctor, conoceremos la angustia que siente al saber que es el principal sospechoso de un asesinato pero también la incertidumbre que se hace eco de él al dejarse llevar poco a poco por Laura, una chica que jamás hubiera entrado en su prototipo de mujer y por la que hará cosas que ni borracho hubiera hecho en su vida anterior. Esa parte de la historia (la que se centra en Laura y Héctor) me ha dejado un sabor agridulce. Al principio me estaba gustando muchísimo, pero a medida que iba leyendo, sentía que su trama iba demasiado acelerada, tanto que me ha resultado un poquitín forzada. Pero en realidad eso es lo único que no me ha terminado de gustar del libro. Bueno, quizás también podría hacer mención de alguna que otra falta de ortografía que he ido encontrando, diciéndole desde aquí a su autor que me encantaría ver una segunda edición todavía más mejorada de esta obra. Porque es un libro que tiene futuro. Se lee muy rápido, los personajes están muy bien desarrollados y la trama es inquietante. Y, por lo menos yo, es lo que busco en un libro para pasar un buen rato.
Hacía mención a los personajes. Me han gustado mucho porque cada uno tiene una personalidad muy marcada. J. Jackson nos hace partícipes de sus historias haciendo que los conozcamos en profundidad. Si un psicólogo leyera este libro, seguro que diría que Héctor tiene muchas probabilidades de sufrir un trastorno obsesivo compulsivo. Es tan perfeccionista que llega a ser enfermizo. Todo colocado, todo pulcro, todo en su sitio. Y así también con su vida en general. En cambio Laura es todo lo contrario. Una prostituta que no tiene pelos en la lengua y que hace lo que quiere cuando quiere. Vaya pareja, ¿no? Pero es muy curioso, porque los personajes van evolucionando poco a poco —tan sutilmente que solo nos daremos cuenta de ello cuando alcancemos el final—llegando a esa metamorfosis de la que nos habla el título del libro.
Metamorfosis de un ciudadano ejemplar es un libro recomendadísimo para aquellos amantes de la novela negra y de los que busquen un libro que les haga compañía durante un rato. Pero un rato cortito, porque se lee en menos tiempo del que gustaría. Tal vez esto solo me pase a mí, pero cuando cojo un libro que me engancha es como si no existiera nada más. La ansiedad se apodera de mí y en cada rato libre que tengo necesito —sí, del verbo necesitar— sacar el libro de mi bolso para poder leer aunque sea un par de páginas. Inciso: mi espalda se ha alegrado de que meta un libro finito en el bolso, ya que lo último que leí fue Origen de Dan Brown, que se quedó bien a gusto al escribir ese tocho de seiscientas páginas.
Después de leer este libro ya no sé lo que es ser un ciudadano ejemplar. Lo que sí sé es que no es oro todo lo que reluce y que a veces es cierto eso de que las apariencias engañan.