«Llévate bien con tus hermanos. Son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán los que te acompañen en el futuro». Esta frase, que forma parte del discurso Usa protector solar, publicado por Mary Theresa Schmich en 1997, me ha venido a la cabeza al leer Mi hermano, de Afonso Reis Cabral. Las relaciones entre hermanos tienden a idealizarse, pero suelen ser de las más complicadas. Los hermanos son los primeros rivales, aquellos con los que nos enfrentamos, aunque sea inconscientemente, por el amor y atención de los padres. Y a la que nos descuidamos, pueden convertirse en unos grandes desconocidos, a pesar de haber compartido media vida, sobre todo cuando fallecen los padres.
Si ya de por sí son complejas las relaciones fraternales, aún lo son más cuando no hay una igualdad de condiciones, como sucede en esta novela. Los hermanos protagonistas apenas se llevan un año, ambos superan los cuarenta y llevan casi veinte sin verse, pero la muerte de los padres los obliga a reencontrarse, a convivir, porque Miguel, el menor de los dos, tiene síndrome de Down y no es capaz de cuidar de sí mismo.
Así, el hermano mayor debe asumir el rol de padre, de protector, pero se ve completamente desbordado. Porque ya desde pequeño le ha costado querer a Miguel tal como es, asumir que todo y todos giran en torno a él sin que tenga que dar nada a cambio. Unos sentimientos de los que siempre se ha avergonzado y que fueron la razón principal de que se distanciara de su familia durante casi dos décadas.
Convertirse en adultos no ha mejorado la situación: Miguel sigue comportándose como un niño, a pesar de que ahora sea un hombre envejecido y gordinflón. No se comunica con fluidez y para él no hay más mundo que Luciana, su compañera del centro y el amor de su vida.
Narrado en primera persona por el hermano mayor, retrata sus sentimientos contradictorios hacia Miguel, al que quiere querer más y al que necesita acaparar para reivindicarse a sí mismo en un mundo que siempre lo relega. Por eso mismo se muda con él al Tojal, un pueblo perdido en el interior de Portugal, donde pasaron su infancia. Pero también a través de sus ojos conocemos el sufrimiento de Miguel por ver siempre limitados sus deseos y, sobre todo, por esa historia de amor que nadie entiende ni permite.
Mi hermano es una novela de personajes, de esas en las que no suceden grandes hechos porque están escritas para que los lectores nos miremos hacia dentro. Y el gran acierto de Afonso Reis Cabral ha sido huir de sentimentalismos y edulcoramientos a la hora de hablar de cómo es la convivencia con una persona deficiente o enferma. Es un retrato descarnado de los sentimientos de estos dos hermanos que sufren, cada uno a su manera, y por eso resulta tan fácil empatizar con ambos, en lo bueno y en lo malo. Una novela que remueve, que incomoda incluso, pero que enternece por su honestidad.