Mi madre, de Richard Ford

Mi madre ¿Quién no querría desplegar su mejor literatura hablando de su madre?

Supongo que si todos los escritores intentan dar lo mejor de ellos mismos al hablar de su propia infancia, de su familia, incluso de sus hijos, imaginen cuando hay que centrarse en una sola persona que además es tu madre.

Mientras leía Mi madre, de Richard Ford, he pensado mucho en mi misma. Verán, pensaba que es complicado escribir un libro como este en un país como el nuestro, porque por lo general tenemos hermanos, tíos, sobrinos, nuestras familias son extensas y también, por lo general, solemos vivir de forma próxima. En eso nos parecemos poco a los norteamericanos.

También es cierto que esta forma de vida nos ha salvado siempre, incluso ahora, de las grandes crisis. La familia es el arma solidaria contra la pobreza y la exclusión.

Siendo así, para los latinos, escribir sobre un miembro de la familia es escribir sobre muchas relaciones transversales, y no es eso, precisamente, lo que nos ha presentado Richard Ford.

¿Qué lleva a los grandes autores a hablarnos de sus cosas más íntimas y personales? ¿Puede haber algo más personal que la relación de uno mismo con su madre?

“Mi madre se llamaba Edna Akín y nació en 1910, en el lejano rincón noroccidental del estado de Arkansas, Benton County, en un lugar de cuya localización exacta no estoy ni he estado nunca seguro”.

Pero Ford no nos hablará de esa época ni de ese salvaje Oeste, para él son datos lo que para cualquier otro serían circunstancias perfectas para elucubrar sobre la vida e infancia de su madre. Pero no, no es eso lo que nos quiere contar el autor.

“A mi madre, algo de esa época debió de hacerle pensar que era inenarrable, no valía la pena contarla o no era necesario hacerlo …”

En realidad nos muestra un retrato absolutamente aséptico de su madre, eso en lo que escribe, porque lo importante en la escritura de Ford, es tanto aquello que dice como aquello que no nos dice, esos espacios que deja entre frase y frase, como queriendo que sean rellenados por el propio lector.

“…Y yo, que no tenía la necesidad de tener un pasado completo, sin lagunas, como les ocurre a algunos muchachos, nunca pregunté”.

Richard Ford no preguntó, no nos habla de lo que no conoció, sí para darnos cuatro pinceladas de la relación entre sus padres, y ahí dejar paso a la evocación de la niñez y la primera juventud, el recuerdo lejano de un padre que falleció siendo él muy joven. Ese él, ahora para mí, podría ser tanto el padre como el hijo. Muy joven es un padre que muere dejando un hijo en plena adolescencia. Y muy joven el hijo adolescente que aun requiere de la figura paterna… Quizá una figura especial para nuestro autor, por ser un padre al que apenas conoció, por su trabajo, por su no estar, por su falta de necesidad de él…

No me ha gustado que Anagrama nos presente este libro en tapa dura, las tapas duras en estos libros son poco acogedoras, excesivamente rígidas, pero comprendo que un libro de apenas 70 hojas requiere darle cuerpo, además del que le da la propia escritura. La imagen de la portada es su propia madre, es curiosa la elección, la propia Edna al filo; al filo del mar, al filo de la vida, al filo del recuerdo…

No me ha parecido que sea este un libro biográfico, tampoco me ha parecido ninguna especie de oda a la madre, ni mucho menos. Yo creo que es una despedida honesta, ajustada y conmovedora desde la asepsia.

Despedirse nunca es fácil, mucha de la gente que vive cerca de mí ha tenido que despedirse de su madre, y sé que duele, que el vínculo persiste, pero que como todo en la vida es pasajero, y al final queda lo bueno, quedan los recuerdos que nos acercan, las vivencias y emociones; es lo que tiene el amor, que se idealiza en la ausencia, y más aun en la ausencia perpetua.

Richar Ford, con Mi madre, ha conseguido eso de que todos agarremos un bolígrafo o el ordenador y queramos escribir un libro, porque lo que él nos hace percibir como fácil, parece que es ponerse y que ha de salir solo, pero no, ni mucho menos, en este autor hay una pericia exquisita, y no es por nada que hoy por hoy esté considerado como uno de los mejores escritores del mundo. Porque escribe estos setenta folios y nos deja con la boca abierta y el corazón encogido, y la sensación de que tenemos suerte de ser lectores, pero podemos ser escritores, y lo intentamos, porque su hacer nos proyecta, y es posible que no lo hagamos de la mejor manera, pero lo hacemos y dejamos plasmada en papel una parte de nosotros, y eso, que puede no ser muy literario, es, sin duda alguna, profiláctico.

No les voy a dejar salir de esta reseña sin que conozcan a Mi madre, a la que he querido dedicarle, ahora que aun está a mi lado, unos versos y naturalmente toda esta reseña.

MAMA

3 comentarios en «Mi madre, de Richard Ford»

  1. ¡que precioso versos para tu madre! ¡y que guapa!
    un libro de 70 páginas…seguro que para que no pensaras que era muy caro le pusieron las pastas duras 😀 jajaja.
    Es un autor que aún tengo que descubrir.
    Un beso,
    Ale.

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  2. Hola Susana,
    Una reseña muy emotiva. Se lee muy bien, agradable, bonita, yo no sé si este escritor te ha inspirado, ¿será de verdad el mejor escritor del mundo?
    A pesar de esa asepsia que comentas, me ha encantado los adjetivos que utilizas para definir esta despedida ajustada y conomovedora de la figura de su madre y escrita desde la honestidad.
    Preciosa tu madre, y ya no te digo del poema que le dedicas.

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