Hace unos días formé mi primera biblioteca. Mi primera biblioteca en serio. Porque hasta ahora lo más parecido a una era el suelo de mi habitación. Compré las tablas, las monté y por fin pude darle una habitación sin cuarta pared a mis libros. Mientras colocaba todo lo que tenía desperdigado y sin ningún orden más que el de a medida que los iba leyendo y apilando unos sobre otros, iba fijándome en los títulos, recordando las lecturas; los iba abriendo, releyendo lo que subrayé a lápiz, lo que anoté en ellos, disfrutando de la sensación que me transmitían, como cuando te pones una canción que escuchabas hace años y te trae el recuerdo de lo que sentías en aquel momento. Fue acabar de montar mi biblioteca y encontrarme con este libro, en el que Alberto Manguel cuenta, a través de diez digresiones, el proceso contrario, el adiós paso a paso a una biblioteca propia.
Mientras embalo mi biblioteca, publicado por Alianza en traducción del inglés por Eduardo Hojman y una edición cuidadísima con funda de cartón, es la versión “mangueliana” del famoso ensayo de Walter Benjamin surgido de la experiencia de desembalar su biblioteca. ¿Y es que quién no ha sentido lo mismo que ellos al hacerlo? Si te gustan los libros, si sientes pasión por ellos, si crees que es necesario y obligatorio que ocupen un espacio en tu casa, estoy seguro de que tú también has sentido lo mismo que ellos, y que a ti también se te ha ido la cabeza en otros pensamientos mientras tenías cualquiera de tus libros en las manos. Una cita que subrayaste, un dibujo que hiciste, una nota que dejaste, o incluso un papel firmado por alguien que encuentras dentro, una carta, un tíquet, un billete, un carnet. Cosas que te hacen preguntarte quién puso aquello allí, quién fue el que leyó aquel libro. Porque estás seguro de que puede parecerse mucho a ti, pero que aquel no eres tú.
Lo que hace aquí Alberto Manguel es contarnos adónde le ha llevado a él todo este proceso. Eso sí, claro, creo que los lugares a los que su mente se desplaza son un poco más interesantes que los nuestros, o por lo menos que los míos, o por lo menos será que lo sabe contar muy bien. A través de estas diez digresiones, en las que cada una se divide en dos partes diferenciadas por la tipología de la letra, Manguel nos habla de temas como el oficio de escritor, la necesidad humana y animal de interacción y comunicación, nos habla de Kafka, de Benjamin, de su maestro Borges, de los poetas griegos y romanos, de diccionarios, de bibliotecas, del lenguaje, de los sueños, de Literatura.
Mientras embalo mi biblioteca, que Manguel define como una elegía, es la demostración de cómo alguien puede vivir solo por y para los libros. Con anécdotas de la historia que te obligarán a subrayarlas, experiencias personales, datos curiosos a la vez que admirables, propuestas de mejora y reforma de nuestro sistema educativo, cultural, social, este canadiense argentino consigue que no te sientas raro al preferir en muchas ocasiones un libro que una persona, al pensar durante todo un día en el momento de reencuentro entre tú y el libro, al enamorarte de un personaje, al querer vivir en la historia que cuentan unas páginas, al querer convertirte en libro y perdurar, y no volar como la palabra dicha sino permanecer como la palabra escrita. Verba volant, scripta manent. Un libro más para la colección.