No hay que juzgar a un libro por su portada; de haberlo hecho yo, no me habría interesado por este. Tampoco hay que guiarse solo por la sinopsis o por el título, porque no siempre reflejan la esencia del texto, esa que lo hace diferente a los demás. A veces es mejor ojear las primeras páginas, leer unas cuantas líneas, y dejar que nuestro olfato lector hable. Eso es lo que hice con Mientras la soledad, de la venezolana Milagros Quintero Panza y, afortunadamente, me instinto no me ha defraudado.
Mientras la soledad está compuesto por once relatos, donde el monólogo interior de los personajes es una constante. Podría hablaros del que va de una madre que espera cada domingo a que su hijo le llame, del de una mujer obsesionada con casarse antes de los cuarenta, del de la dependienta de supermercado que reflexiona sobre su vida durante los eternos atascos diarios o del de los avatares de un alma que se ha salido de su cuerpo por accidente. Pero lo bueno de estas historias no es lo que cuentan, sino lo reales que son los personajes, lo creíbles, lo cercanos (aunque nos pese reconocerlos, reconocernos). También hay relatos en los que la trama adquiere más peso, como ese en el que un ventrílocuo se desdobla demasiado en su muñeco, el del profesor universitario acusado de asesinar a su millonaria esposa o el de una niña castigada por fingir que es sonámbula. Y, sin embargo, es la construcción de los personajes la que vuelve a engrandecerlos, la que hace que las historias nos atrapen de principio a fin, imbuidos por esos pensamientos recurrentes, cíclicos, que bordean la locura o caen en ella. Esa locura repentina o cotidiana, esa de la que todos seríamos culpables en algún momento, si nuestros pensamientos en soledad se escucharan en voz alta.
Me ha sorprendido que Mientras la soledad me haya gustado tanto, quizá porque la portada y la sinopsis habían moderado mis expectativas. Solo después de acabarlo he leído la biografía de Milagros Quintero Panza, la autora, y he visto que es psicóloga, lo que explica la profundidad de sus personajes. Además, sus relatos ya han logrado varios reconocimientos, cosa que no me extraña. También he visto que la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice, la organización sin ánimo de lucro que le ha editado el libro, se dedica a impulsar nuevas voces, y si el resto de autoras tienen la calidad de Milagros Quintero Plaza, os aseguro que están haciendo un grandísimo trabajo literario.
Gracias a que he dejado a un lado los prejuicios respecto a título, portada y sinopsis (que, repito, no siempre hacen justicia al contenido), he descubierto a una escritora con la que he conectado desde la primera línea. Si Mientras la soledad es la primera obra narrativa de Milagros Quintero Panza, mi olfato lector me dice que dará muchas alegrías en el futuro a todos aquellos lectores que se animen a conocerla.