Vi este libro que han preparado estupendamente, Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández, y ya le adelanto que de leer el prólogo le encantaría, pues comienzan con unas palabras que su padre le dirige a Usted: “Mira, hija mía, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para dos sexos”. En este libro se publicaban las cartas personales que usted, Dª Emilia Pardo Bazán, envió a Galdós, y yo que andaba un poco disipada con esto de los virus que tenemos por este Siglo XXI pensé, esas cartas seguro que me ayudan a aligerar mi mente y a conocer mejor a la escritora y al destinatario. Me gustan los libros epistolares, no se los voy a negar, y este tengo que reconocerle que ha ido mucho más allá de lo que realmente pensaba disfrutar.
¡Quién me mandó meterme en esto!
En primer lugar perdón por dirigirme a usted de forma tan familiar, pero claro, después de la lectura de estas cartas y después de la lectura de algunas de sus obras, no muchas debo decirle, creo que ya nos podemos incluso tutear, cosa que a usted que no vive en este tiempo le puede parecer una barbaridad, pero no lo vea, caso de que se me escape algún tuteo, más que un signo de cariño y admiración. También es una forma de que haga usted el esfuerzo de venir a nuestro presente a través de mis palabras.
Mientras leía cada una de sus cartas, ya sabía que usted, avispada y picarona como era, tenía claro que llegarían a ser de dominio público, que se publicarían, pero no he podido dejar de turbarme al leer esas otras que nunca debió creer que traspasarían los siglos para caer en manos de la Historia y hacer que yo ahora me sienta extraña de compartir esa intimidad.
¿Una es dueña de las cartas personales que recibe?, ¿y del destino que se le dan? ¿Qué pasará con esas cartas que escribimos a otros? He reflexionado mucho sobre ello desde que leí las suyas, realmente, conociéndola ahora un poco mejor, creo que poco le importaría que se publicaran o no, porque aquí el “recatado de pacotilla”, aquel a quien más importaba el qué dirán, era precisamente su amigo Galdós, que… Verá, tengo que decirle que comprendo que cayera rendida ante sus novelas y su forma de escribir, seguramente ante su conversación y su forma de mirar el mundo, pero la verdad es que después de leer esas cartas de su puño y letra tengo que decirle que estaba usted muy por encima de él, era usted realmente mucho más libre que él, y lo fue durante toda su vida.
Queda raro, pero, sinceramente creo que es usted una mujer que incluso para este Siglo en el que vivo seguiría siendo una avanzada a su tiempo… Ya ve. Entendió pronto que la dependencia económica de un hombre hace que una mujer no piense de forma libre…, a ver, que si una es de familia rica, como lo era usted, es más fácil, pero no todo se trataba de dinero, y valoro muchísimo su esfuerzo en pretender vivir de su literatura para ser libre e independiente.
Viajar nos hace libres, usted creía firmemente en ello, y yo también, nos abre la mente de prejuicios, y salir de la tierruña nos ayuda a crecer como seres humanos, nos cura, como la cultura, de nacionalismos dañinos.
Por otro lado, en sus cartas hay muchísima generosidad y denotan un altísimo sentido de la amistad… Me ha llevado Usted a querer leer desesperadamente obras de Galdós que ni leí en su momento ni pensaba leer, pero tras sus cartas, que por cierto tengo subrayadas hasta el infinito
he querido leer más y más, tanto que incluso he compaginado con ellas una Biografía de su querido Galdós…
Y es que Señora mía, no escribe usted fácil, y no me refiero a que sea una forma de escribir de hace más de un Siglo, sino a que no da Usted puntada sin hilo, que dirían en mi casa. No hay frase que no mereciese ser bordada en oro cuando se pone Usted brava, o se refiere a los que solo aparentan ser “culturetas” pero no tienen ni idea, y naturalmente cuando se refiere a los miembros de la Real Academia.
No quería decírselo porque no pasara Usted un mal rato, pero Cien años después, SIETE, siete mujeres hay ahora en la Academia, …
Cómo me gustaría que ahora se apareciese y escribiera usted algo aquí, a pie de página. Que igual a estas alturas ya se le habría ocurrido hacer una Real Academia paralela donde la voz de las mujeres sonara alta y clara.
Este año literario 2020 está dedicado a su querido Galdós por el Centenario de su muerte, y probablemente por ello me acerqué a estas cartas, y siendo su año me hice, como le he comentado antes, con una biografía de él de la que algún día hablaré a mis lectores, que yo, como Usted tan sabiamente hacía, también me dedico a esto de hablar de libros, aunque vergüenza me daría ni ponerme a menos de la mitad de su altura, a pesar de todo esto lo que realmente quiero ahora es buscar una buena biografía suya, Dª Emilia, porque Usted me interesa cada vez más, un siglo después me ha parecido una persona absolutamente interesantísima, pero no por su relación con el novelista, sino por su pensamiento y su relación con la vida.
He buscado desesperadamente las cartas que a Usted le enviaba D. Benito Pérez Galdós, pero ni rastro de ellas…, es posible que como esta carta sí se escribe con idea de ser pública, espero que, aquellas personas que más la conocen, que más saben de Usted, más allá de sus famosísimos Pazos de Ulloa, me aconsejen y guíen en mi acercamiento a su persona.
Su admiradora ya para siempre qbsm
Susana Hernández
A mi me encantan los libros de cartas, nos acercan a la parte más íntima de la persona. Tengo pensado leer este libro cuando “acabe” con Galdós. Un abrazo
Pues está claro que estas cartas te gustarán porque no fueron escritas para su publicación, son personales, pero no hay que olvidar que algunas son escritas en pleno enamoramiento!! 😉