Reseña del libro “Miss Marte”, de Manuel Jabois
Justo antes de empezar el libro del que hablaré hoy publiqué un tuit compartiendo la lectura donde decía que creía que era Aramburu (ahora lo he contrastado y sí, era él) quien decía de Landero que leería de él hasta su lista de la compra. A ello añadí que si yo fuera alguien diría lo mismo de Jabois. Leí Malaherba, sus inicios en el mundo de la novela (y que ya reseñé por aquí) y ahora le ha llegado el turno a Miss Marte. Publicada también por Alfaguara, claro.
En Miss Marte nos encontramos principalmente con Nico y Berta, dos periodistas que se encuentran en un pequeño pueblo costero de Galicia, Xaxebe. Nico creció allí y vuelve después de varios años para ayudar a Berta, que tiene el objetivo de hacer un documental de algo muy grave que pasó en el pueblo hace unos veinticinco años. Cuando Nico todavía era un chaval, llegaron al pueblo dos chicas radiantes pero con un aspecto deplorable, todavía más jóvenes que él y sus amigos, aunque ellas lo negaban. Una de las dos chicas se llamaba Mai, tenía una hija y decía que era Miss Marte porque allí, en Marte, había otro canon. Mai se enamora de Santi, amigo de Nico, y poco después se casan. En la boda, la hija de Mai desaparece. Ese hecho es sobre el que quiere indagar Berta, que ya viene con cierta fama de trabajos anteriores. Después de la boda y la desaparición, Mai se apaga, se hunde, y muere.
Nico hará, como dice en algún momento del libro, de fixer: alguien que conoce bien el lugar y prepara al periodista el terreno. Y en esa labor se reencontrará con viejos amigos, viejos conocidos, viejos familiares. Junto a Nico, Berta y Samu, el técnico, iremos desgranando qué paso aquella noche de bodas y los días anteriores por boca de todos los que por entonces habitaban Xaxebe. «Todas vuestras vidas y recuerdos de hace veinticinco años para contar un agujero», eso dice Berta hacia la mitad del libro. Y ese agujero lo llenará Mai. Porque será ella la verdadera protagonista de la historia, aunque en la portada aparezca una niña.
En otro momento de la novela se habla de Mai como un astro, como si al equipo de un pueblo pequeño llegase Maradona y el pueblo quisiera ponerse a su altura, compensar su grandeza. Mai llega a Xaxebe y se lo hace suyo. Está un poco desequilibrada, sí, se sabe muy poco de su pasado, también, lleva con ella una hija que por edad parece imposible que sea suya, vale, pero como pasa con la gente del pueblo, nosotros no podremos despegar la mirada del avanzar de Mai.
Y el avanzar de Mai será supersónico y breve. Sabremos que es catalana, que tiene un padre hippie que vive por los alrededores del pueblo y al que ella evita, y que su hija se llama Yulia. Sabremos que nunca se enfada, que todos la quieren y que tiene puesta una sobreprotección extrema sobre su hija. Y sabremos, sobre todo, que Berta quiere saber más. También sabremos otras cosas, que tienen que ver con Marsé y Dickinson (sí, no me he vuelto loco), con un lápiz con el que medir la altura de una niña y con recortes de prensa de sucesos totalmente random (o quizá no tanto) de mediados de los noventa. Pero lo más importante es que sabremos poco, hasta cierto momento, muy al final (qué bien lo juega Jabois), que es cuando la bomba nos explota en la cara. A mí Miss Marte me ha salpicado mucho, y solo espero que lo siga haciendo, y lo haga, con muchos lectores más. Como si esto fuera tenis, Jabois ha consolidado el juego después de ganar el primero con Malaherba. Y esto tiene pinta que, de seguir así, acabará siendo un set en blanco. All in a Jabois.