Reseña del cómic “Mitos nórdicos Volumen 2”, de Neil Gaiman y VV. AA.
Vuelta a los mitos. Si hace unos días les tocaba a los griegos con Hades, el dios menos malo, esta vez es turno de los griegos con este Mitos nórdicos Volumen 2, de cuya primera parte ya di buena cuenta aquí.
Y lo cierto es que no me canso de ellos. Y no me canso porque aunque no dejan de ser, en esencia, lo mismo, siempre hay un toque de autor, unos detalles o una gracieta, que le dan un plus a estas relecturas. Como ya dije sabiamente una vez, da igual que ya sepamos todo lo sabido y por saber de los mitos (y en concreto de los nórdicos, que se pueden contar con los dedos de tres o cuatro manos) porque siempre hay algo que aprender, algún enfoque nuevo, algún añadido, alguna versión que le dé otro sentido a las viejas historias que ya conocíamos y que, a mí al menos, me sacan una sonrisa cuando el aporte se hace con inteligencia y buen gusto.
En esta ocasión tenemos cuatro historias cortas y mira por donde, la última no la conocía.
El primer mito de este tomo, El hidromiel de los poetas, narra cómo nació la poesía. (Ay, si los poetas conocieran lo sangriento del origen… Y peor aún. Si los malos poetas supieran de donde viene su ingenio…) Este cuento tiene un añadido que no sé si ha sido así de siempre o si ha sido cosecha de Gaiman pero me ha hecho mucha gracia. El pedo húmedo de Odín. Ahí lo dejo. (Lo del aporte con buen gusto no se aplica esta vez, pero a mí me ha molado, ¡qué coño!)
El segundo, El viaje de Thor al país de los gigantes, es un viejo conocido. Creo, si la memoria no me falla, que suele fallarme, que es la primera aparición de Gruñidor y Rechinadientes (las famosas cabras de risa estrafalaria que son de lo mejor de la peli Thor: Love & Thunder y que no son un invento de dicha cinta, no). El caso es que Thor, Loki y un humano que es como Usain Bolt llegan al país de los gigantes y ahí aprenderán algo que nunca he entendido si pretende ser una enseñanza o una moraleja o un mero pasatiempo para dejar claras cosas que ya todos sabíamos, pero da igual. Es un trayecto entretenido que se hace de buena gana y que va a dejar a Thor pensativo…
El tercer relato, Las manzanas de la inmortalidad, nos cuenta otra bonita leyenda acerca de Idunn y de cómo repartía manzanas a los dioses cuando estos se sentían viejos. En fin, otro de los mitos que se dan por culpa del siempre cabroncete de Loki. Si los mitos griegos se deben casi en su mayoría por el pichabrava de Zeus, en el caso nórdico no creo que me equivoque si digo que suceden gracias al dios de las mentiras. Esta vez tampoco escarmentará a pesar de atarse sus partes a una cabra para que una giganta se ría. (Que no sé qué puta gracia puede hacer eso, pero allá los vikingos y sus chanzas…)
Y por último, La historia de Gerd y Frey. No me suena de nada esta historia y lo cierto es que desentona bastante con el tono de este y de otros tantos mitos nórdicos. No cuenta nada de especial relevancia, a no ser que se tengan en cuenta las peculiares pertenencias de Frey. Es solo una historia de amor entre un dios y una giganta. Ojo, que digo que desentona, pero aun así la trama se lee con gusto, como los tres cuentos anteriores.
El dibujo es una pasada, obra de varios artistas, que nutre y da vida a las aventuras con la que nos obsequia este breve tomo, el cual contiene, además, una amplia galería de cubiertas y de bocetos.
Pues eso. Mitos y más mitos y a la espera de la salida del tercer y definitivo tomo que cierre la colección. Como ya dije en el tomo uno, obligatorio para mitólogos.