Mi madre es pintora y lleva muchos años impartiendo clases. No sé si lo he contado ya, porque me enrollo mucho y mis reseñas empiezan a parecerse a un diario, pero bueno, ahí va el dato. Supongo que por eso me gusta el arte en general y la pintura en particular. Hay varios pintores que me fascinan especialmente: Marc Chagall, Salvador Dalí, Tamara de Lempicka, Gustav Klimt y una lista que podría alargar mucho más. Entre mis favoritos, sin duda, está también Amadeo Modigliani. Los retratos de mujeres de este pintor italiano, tan estiradas, tan lánguidas y ensimismadas siempre me han emocionado de una forma especial. No puedo deciros por qué, no sé qué es lo que tienen, pero supongo que eso es lo que hacen los buenos pintores: conmoverte. Además, Modigliani y yo compartimos día de cumpleaños y recuerdo que cuando vivía cerca de París, visité su tumba en el Cementerio de Père-Lachaise. (Yo iba a ver la de Jim Morrison, como buena veinteañera atormentada que era).
Por otra parte, también he comentado ya en alguna ocasión que no he leído muchos cómics ni mangas y que para mí ese mundo es bastante desconocido. Sin embargo me gusta. Así que os dejo que me recomendéis algunos. Cuando la editorial Norma publicó Modigliani, príncipe de la bohemia no pude resistirme. Tenía que gustarme sí o sí. En cuanto eché un vistazo por encima me emocioné, pero emocionarme de quedarme con la boca abierta, ¿eh? Este libro trata sobre un artista, pero el cómic en sí es ya una obra de arte. A lo mejor los entendidos conocéis al dibujante: Laurent Seksik. Para mí era un auténtico desconocido, pero he alucinado con sus dibujos. Cada viñeta (¿se dice así?) me parece una auténtica maravilla, un cuadro perfecto y conmovedor. (Mamá, quiero ser artista).
El guion es obra de Fabrice Lé Hénanff. El cómic se centra en la vida de adulto de Modigliani. De origen italiano, Modigliani o Dedo, como le llamaban en su familia, se traslada a París en 1906, ciudad de la vanguardia por excelencia. Allí es donde desarrolla su carrera artística principalmente. Como os decía, el cómic se sitúa en aquella época en la que un Modigliani ya adulto e instalado en París se dedica a recorrer los suburbios de la ciudad de bar en bar. Era un guaperas algo derrochador y algo alcohólico. Como muchos otros artistas, no obtuvo demasiado éxito en vida, pero posteriormente su obra comenzó a ser apreciada y a venderse a precios desorbitados. También, según vemos en el cómic, tenía un carácter algo difícil que traía de cabeza a su representante y a su siempre fiel Jeanne Hebuterne. Enfermo de tuberculosis y debido a su mala vida, su médico le recomienda que se aleje de París y de su mala vida y, casi obligado, se traslada una temporada con Hebuterne a Niza. En esa época, hablamos de 1919, Modigliani y Hebuterne tienen una hija que se llamará Jeanne.
Finalmente, acaban por regresar a París, donde el artista, muy deteriorado, continuará con sus antiguos vicios. Tras varios días de desaparición y una noche de excesos (con pelea incluida), Modigliani, afectado por una meningitis a la que su tuberculosis no ayuda, fallece el 24 de enero de 1920 a la edad de 35 años. El final es terriblemente trágico. Su mujer, embarazada por segunda vez, se suicida el día de su funeral lanzándose al vacío desde un quinto piso.
Un historia conmovedora y trágica de un artista que se movía perfectamente en el complicado mundo de los excesos. Modigliani, príncipe de la bohemia, es un cómic fiel al espíritu del artista y una auténtica maravilla para nuestros sentidos. Ya os digo, una pequeña joya a la altura del pintor.