Mortadelo y Filemón. Londres 2012, de Ibañez
Pues sí amigos, estamos en año de Olimpiadas, y a mí me gustan estos años olímpicos. He de reconocer que desde que viví Barcelona del 92 en primera persona, siempre he sido una apasionada olímpica.
A Barcelona fuimos unos cuantos a invadir la intimidad de la primera de nuestras amigas que había aprobado unas oposiciones y compartía piso con otras 5 personas. Recuerdo el calor asfixiante, los paseos nocturnos por el puerto viendo los barcos más impresionantes, y recuerdo entrar por primera vez en el interior de la Plaza Real, y tomar las cervezas más caras y más frías del mundo. Si tuviese que quedarme con una de las muchas pruebas que pude ver, elegiría sin dudarlo la maratón, nunca olvidaré las caras de sufrimiento de los corredores bajo el sol tórrido del verano Barcelonés. Pero no entiendo cómo pudo afectarme tanto en aquel momento en que yo aún vivía a tres metros sobre el cielo…
Así que desde entonces siempre intento vivirlas de forma intensa y cercana. Lo más cerca posible, es decir, por la Tele.
Pero en esta ocasión he decidido vivirlas antes y más a lo loco, y es por ello que me he ido a Londres con mis amigos de siempre ¡Mortadelo y Filemón!
Sí, porque como ocurre cada cuatro años, Mortadelo y Filemón no faltarán a su cita olímpica y en esta ocasión, Ibáñez los manda a Londres como encargados del equipamiento de la delegación española, que no es más que una tapadera de su misión para la T.I.A. que será descubrir los pagos ilegales a los deportistas de mayor prestigio.
Dos cosas estarán presentes durante todas las andanzas de nuestros amigos por Londres, la crisis económica, y desde luego no sólo la de los españoles que se desplazan hasta la ciudad del Támesis, también la de los propios ingleses en la preparación de todos los eventos, y sobre todo la situación límite de los griegos participantes.
El cariño de Ibáñez por la Reina de Inglaterra, pero sobre todo por su hijo, el Príncipe Carlos, también quedará patente en el delirante humor del autor. Me ha gustado recorrer de su mano la ciudad por la que Mortadelo y Filemón deberán camuflarse para escapar de sus perseguidores.
El humor desplegado por Ibáñez sigue siendo el de siempre, ese que yo suelo llamar humor español, y que me gusta, un humor que cuida el texto pero también y sobre todo la ilustración, a la que hay que prestar especial atención hasta en el último detalle para poder disfrutar de toda la magia y la vida propia de la que está dotada.
Hay personajes que hablan en francés y también algunos que hablan en inglés, pero no se apuren aquellos menos placeados ya que, como todos ustedes saben, yo no hablo más que castellano, y no del bueno, y lo he entendido todo, y lo que es más importante, me he reído con casi todo.
Me he enterado que todos aquellos catalano-parlantes que no entiendan bien el humor en castellano pueden acceder a una edición en catalán. Al parecer, hace ya algún tiempo se intentó el proyecto, pero por una traducción muy literal y poco aceptada lo hizo inviable, hasta hoy en que por iniciativa, según me cuentan, de la mujer del autor, regresan nuestros dos amigos hablando también en catalán.
Mis mejores deseos para todos los participantes españoles y espero que recuerden que a Londres vamos a por ese oro que tanta falta nos hace.
Susana Hernández