En Moviendo la montaña, la autora estadounidense Charlotte Perkins Gilman (en adelante, C.P.G.) nos transporta al mundo utópico de la América de 1940, donde ya no existen las desigualdades de género, de etnia, de clase, ni de ningún otro tipo. En ella, John Robertson, de 55 años, acaba de despertar de una especie de amnesia después de haberse encontrado en el Tíbet alejado de la civilización durante 30 años. Así pues, cuando vuelve a la realidad, se da cuenta de que ya no se encuentra en 1910 y mucho menos el mundo con el que se topa se parece al que dejó atrás.
Ciertamente las utopías no suelen ser el tipo de historias que más me atraen, pero esta me llamó especialmente la atención, sobretodo por lo adelantada a su época que me pareció la premisa. Y así ha sido. C.P.G consigue presentar una sociedad en la cual la base de su prosperidad se halla en el hecho de que las mujeres han dejado de estar oprimidas y han empezado a formar parte de la sociedad como un miembro activo más en las mismas condiciones que los hombres. Una sociedad donde las materias primas abundan, no existe el cambio climático, ni se cometen delitos, donde el mal ha desaparecido en su totalidad. Resulta obvio que para conseguir dichas medidas, fueron necesarias la adopción de una serie de políticas drásticas y moralmente cuestionables y que a través de la lectura y de los ojos incrédulos de John, iremos descubriendo. John no quiere aceptar todo aquello que Nellie, su hermana, le cuenta sobre esta nueva sociedad socialista, ya que le resulta una locura que las mujeres hallen tanta libertad e independencia, que la base de la sociedad no sea la familia heterosexual y los ciudadanos solamente trabajen dos horas al día obligatoriamente. No consigue comprender cómo en 30 años se ha conseguido erradicar la pobreza y la delincuencia y a través del relato de Nellie y de su marido Owen, la autora nos mostrará las medidas tomadas a cabo en esta sociedad utópica. Debo decir que por mi parte, me han encantado ciertas afirmaciones que hace la autora sobre la opresión de las mujeres ya en 1910 (y a lo largo de toda la historia) y me parece increíble que las afirmase en dicho momento, siendo una asombrosa adelantada a su tiempo. Probablemente ese aspecto tan feminista y la curiosidad que me suscitaba la lectura para saber cómo la autora se las ingenió en 1910 para justificar la erradicación de lacras sociales tan arraigadas en la sociedad y que más de un siglo después, la nuestra propia no ha conseguir eliminar, son los elementos que más me han gustado de Moviendo la montaña. Por otro lado, si tuviese que encontrarle algo a mejorar, sería el hecho de que me ha faltado una mayor construcción de los personajes, los cuales quedan algo desdibujados en comparación con el impresionante mundo creado. Sin embargo, no me parece un aspecto demasiado problemático teniendo en cuenta la época en que fue escrita y especialmente, los temas que trata que a fuerza de parecer repetitiva, me han parecido increíbles de abordar en una novela de 1911.
Asimismo, recomendaría Moviendo la montaña a aquellas personas amantes de las utopías y las distopías, pero que quieran darle una oportunidad a una de tipo feminista y adelantada a su tiempo y especialmente a aquellos lectores que quieran rescatar del olvido a una autora y a una novela que tuvieron mucho que decir en su momento y que a día de hoy siguen siendo necesarias.