Mr. Smith, de Juha Seppälä
Hace ya un tiempo, en una clase de la universidad titulada “Movimientos migratorios”, hablamos de lo que supone la migración en las personas, las emociones que suscitan en las personas que la viven y aquellos que les rodean. Un sentimiento de pertenecer a dos partes, y de no tener un hogar concreto en el que echar raíces. Algo así, mediante un pequeño mosaico que se entrelaza en las vidas de varios personajes, encontramos en las páginas de Mr Smith, en una especie de búsqueda de orígenes, del germen que construye lo que somos, lo que nos hace crecer o simplemente detenernos, en un tiempo y un espacio que se convierte en una pesada losa, en una época detenida en la que los recuerdos son la balsa que nos salvará – o destruirá – de la realidad que nos conmueve, o que nos inutiliza para ser mejores que lo que nos mantuvo en tierra firme desde que fuimos un simple pensamiento, una simple cuestión que nuestros padres se plantearon. Y es que el tiempo recrudece la piel que nos alberga, la historia de una familia que podría haber sido eterna, pero que se convirtió en un fragmento, en una pieza de un puzzle incompleto porque el viaje, la migración, el caer de un lado o de otro, del este o del oeste, como si brujas malvadas de los cuentos hubieran echado su maldición, convierten a los integrantes de un legado, en simples desconocidos que buscan su lugar, sin encontrarlo demasiado.
La sorpresa, en este mundo tan previsible, siempre es un aliciente para que algo nos siga emocionando como la primera vez. La literatura, por extensión, no se libra de ese sentimiento. Lugares comunes hay muchos, y aburrimientos también los hay aunque, afortunadamente, en mi caso han sido los menos. Lo primero que hay que destacar de la obra de Juha Seppälä es que no es fácil, que uno se introduce en su mundo como si intentara ordenar el caos que ha rezumado siempre entre los poros de la humanidad. Lo segundo, como si de un camino a transitar se tratara, es ese halo de caleidoscopio que tan bien reflejado está en cada una de sus partes, de sus protagonistas, que cambian de voz a cada instante y que logran conseguir una imagen de fragmentos que, más tarde, se ensamblarán, encontrando un sentido para aquellas frases que, en un principio, no parecían tener significado. Lo tercero, que en Mr Smith hay mucha lectura entre líneas, una especie de lenguaje secreto al que hay que estar atento para no perder detalle, sin que esto suponga un menoscabo en la narración, sino un complemente perfecto para aquellos que siempre quieren descubrir lo que un libro puede ofrecer más allá de lo que está escrito. Y lo último, pero no menos importante, que el encuentro entre lector y libro se convierte aquí en un desafío para aquellos que ya estén cansados de historias lineales donde nada ocurre y donde se intentan vender demasiados halagos vacíos.
El camino que nos lleva por la vida de unos protagonistas que buscan, rebuscan, remueven cielo y tierra para encontrarse a sí mismos, podría ser uno de los motivos que mueven la trama, que la desorganizan y la estructuran en una especie de recuerdos que vamos uniendo como si de migas de pan se tratara. Desde el Mr Smith del título que se dedica a resolver los problemas de los demás, cuando en realidad lo que busca es resolver el misterio principal que le ha llevado toda una vida, hasta el señor Schmidt que es un fiel reflejo de las épocas en las que la guerra y la barbarie producían el eco de vidas rotas o directamente cercenadas, hasta la incombustible Briscilla que se pierde entre sus piernas, o Rane, un desconocido que pulula por las hojas como una balsa en la que encontrar ciertos rincones perdidos en nuestro propio cuerpo. Hay tanto que podría ponerme a hablar horas de este libro, de cómo Juha Seppälä une los puntos para no dejarnos sin nada en el tintero, o incluso para dejarnos algunos interrogantes para que seamos nosotros los que pongamos voz, pongamos todo para que una historia se convierta en completa y sea, a la hora de hablar de ella, una recomendación que, como ya puede suponer, se convierte en lo que alguien no temblaría a la hora de enseñar a todo el que se lo pregunte.